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Yolanda Díaz abre una nueva brecha con Podemos al pedir un “cordón democrático” contra Vox

Las tensiones por el liderazgo de la vicepresidenta se acentúan tras los malos resultados de la formación en Castilla y León

La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, durante la sesión de control al Gobierno este miércoles en el Congreso de los Diputados.
La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, durante la sesión de control al Gobierno este miércoles en el Congreso de los Diputados.Luis Sevillano
Paula Chouza

Yolanda Díaz se ha desmarcado este miércoles de la posición oficial de Podemos al defender un “cordón democrático” para evitar la entrada de Vox en el Gobierno de Castilla y León. La postura de la vicepresidenta segunda contrasta con la expresada por los portavoces del partido, que el pasado lunes afirmaron que una “gran coalición” entre el PP y el PSOE “nunca” sería la solución al auge de la extrema derecha, que el domingo pasó de 1 a 13 procuradores en las Cortes regionales. En esos comicios, la formación izquierdista acentuó su declive al perder a uno de los dos representantes que tenía en la comunidad, unos resultados que han avivado las tensiones dentro de Unidas Podemos (UP) sobre el liderazgo de Díaz. La vicepresidenta lleva meses marcando distancias con la estrategia del partido.

“Me gustaría que tuviéramos un país en el que el cordón democrático, que no sanitario, se impusiera. Cualquier posición favorable a que no dependa la educación, ni la sanidad, ni la dependencia, ni los servicios públicos de la extrema derecha en España”, defendió a su llegada al pleno del Congreso, donde también pidió al presidente del PP, Pablo Casado, que “se aclare”. “Ya están gobernando con Vox y ahora tiene que decir alto y claro si están dispuestos a ser una derecha europea que esté a la altura de las circunstancias de nuestro país o si están dispuestos a todo”, reiteró Díaz más tarde en declaraciones a los medios.

“La gran coalición entre el PP y el PSOE nunca será la solución al auge de la ultraderecha”, había considerado el lunes el candidato de UP a la presidencia de la Junta y portavoz nacional de Podemos, Pablo Fernández. “Creemos que a la ultraderecha se le combate con políticas más progresistas, de justicia social y fiscal”, indicó entonces en una clara alusión al PSOE y a las medidas que podría desplegar el Gobierno de coalición en España. La postura de la formación, que cree que facilitar la investidura del popular Alfonso Fernández Mañueco supondría un viraje a la derecha de todos los partidos y una cesión gratuita al PP, fue apuntalada ese mismo día por el ex secretario general de la organización Pablo Iglesias, quien comparó a los de Casado con Vox. “No hay que legitimar a un partido que está diciendo que el Gobierno es ilegítimo”, expresó en Cadena SER.

Preguntada por los resultados de UP, que obtuvo en estas elecciones 40.000 votos menos que los logrados por separado entre Podemos e Izquierda Unida en 2019 —cuando retrocedió de 10 a 2 procuradores—, la política gallega reconoció este miércoles que “son malos y toca reflexionar”. La realidad es que la implicación de la vicepresidenta en la campaña fue mínima, con un único acto el día antes del cierre que incluso tardó en confirmar. Si bien es cierto que el calendario del Ministerio de Trabajo —con la convalidación de la reforma laboral y las negociaciones para la subida del salario mínimo— complicaban su agenda, no lo es menos que las perspectivas electorales en Castilla y León eran ya malas, por lo que un protagonismo excesivo amenazaba con tener una lectura negativa de su liderazgo y el futuro proyecto político que pretende construir. “Yo no puedo decir absolutamente nada, por una cuestión de lealtad que es fundamental en mi espacio político, que represente una crítica” hacia la persona que “tiene que liderar la candidatura electoral”, respondió Iglesias al ser preguntado el lunes por su papel en los comicios.

Con todo, Podemos ha desinflado en los últimos días el efecto de la vicepresidenta en las aspiraciones del espacio político. “En la última semana de campaña se sube el SMI a 1.000 euros, después de una reforma laboral que es beneficiosa en términos generales para los trabajadores. Y hemos llegado a un escasísimo 5% de los votos”, dijo el exvicepresidente en una tertulia radiofónica ese mismo día. “Hay un consenso amplio respecto a que Yolanda encarna un liderazgo que puede llegar muchísimo más lejos que yo, pero no se pueden encomendar solo al milagro cambio de nombre o al milagro Yolanda”, añadió en otra intervención horas después. “Hacen falta tareas que los militantes van a tener que llevar a cabo a través de sus partidos”, señaló dando peso a la organización política, en dirección contraria a lo enunciado por la vicepresidenta en los últimos meses, que las llegó a tachar de “obstáculo”.

Precisamente, la indefinición de la titular de Trabajo respecto a su futuro y al papel de las formaciones que componen Unidas Podemos en esa plataforma es una de las cuestiones que genera más recelos entre sus compañeros de filas. Pero no solo. A su posición sobre la entrada de Vox en el Gobierno de Castilla y León se suma que hace apenas una semana Díaz se desvinculó de la propuesta de reforma fiscal presentada por el partido. Mientras la organización abogaba por una remodelación del sistema impositivo “ambiciosa” y la titular de Hacienda, María Jesús Montero, tachaba la iniciativa de “inoportuna”, la vicepresidenta mediaba en la trifulca al señalar que debía “entenderse” que su grupo tuviese “posiciones propias”, pero insistiendo en que el Gobierno en su conjunto “hablaría” a través del Ministerio de Hacienda.

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Sobre la firma

Paula Chouza
Periodista de Política en EL PAÍS. Participó en el lanzamiento de EL PAÍS América en México. Trabajó en el Ayuntamiento de A Coruña y fue becaria del Congreso de los Diputados, CRTVG o Cadena SER. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, Máster en Marketing Político y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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