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Mentiras y medias verdades del voto equivocado del diputado Alberto Casero

El PP, que denunció un error del sistema informático y de confirmación del voto, ahora enfoca su estrategia sobre el polémico pleno en que la presidenta no convocó la Mesa del Congreso

Teodoro García Egea y Cuca Gamarra protestan a Batet por la aprobación de la reforma laboral, el 3 de febrero en el Congreso. En la tercera fila, tras Egea, el diputado Casero sentado. Foto: EUGENIA MORAGO | Vídeo: EPV
Javier Casqueiro

Ha pasado una semana de la polémica votación en el Congreso de la reforma laboral, que prosperó por un voto de diferencia, y sigue coleando el trascendental error del diputado del PP, Alberto Casero, y la retahíla de mentiras, medias verdades, versiones contrapuestas y contradictorias, rectificaciones y afirmaciones no sustentadas en resoluciones vigentes o en el funcionamiento de la Cámara en estos dos últimos años de pandemia.

Los máximos dirigentes nacionales del PP, desde su líder, Pablo Casado, y su portavoz en las Cortes, Cuca Gamarra, el primer día, hasta el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, en las últimas horas, han llegado a tildar lo sucedido de “pucherazo”, “atropello democrático”o “un fallo del sistema informático”. Y han denunciado que el Congreso tenía que haber llamado por teléfono al diputado Casero para reconfirmar su voto telemático. Ninguno de los dos miembros del PP en la Mesa del Congreso, el órgano que regula el funcionamiento de la Cámara, Ana Pastor o Adolfo Suárez Illana, ha usado nunca esos argumentos. Sabían que eran mentira.

La nueva aplicación informática de voto no ha fallado nunca desde que se implantó y tampoco lo hizo el jueves pasado. La resolución sobre la confirmación telefónica del voto telemático fue actualizada ante los confinamientos masivos de la pandemia de covid por dos nuevas reglas aprobadas por unanimidad de los partidos (incluso el PP) en marzo de 2020 y octubre de 2021. Pastor y Suárez transmitieron esas informaciones a sus jefes, pero les costó convencerlos. Ahora ya sí. Ahora, una semana después, el PP se ha centrado en cuestionar el único comportamiento más confuso de aquel estresante momento.

Cuando el PP se quejó públicamente, al finalizar aquella sesión, de que el diputado Casero pretendía volver a votar presencialmente tras haberse equivocado ese día hasta cuatro veces de las 17 votaciones previstas al apretar la tecla desde su domicilio, la presidenta de las Cortes, la socialista Meritxell Batet, no convocó a la Mesa para debatir el asunto. Tomó ella la decisión de no permitir la repetición del voto por parte de Casero. Esa es la queja que llegará el martes que viene a la Mesa del Congreso y sobre la que los letrados emitirán un informe. El PP pretende llevar el caso hasta el Constitucional si la Mesa no le da la razón. Sostienen que ese rechazo de Batet no fue casual sino intencionado y que vulneró el derecho de voto de Casero.

La presidenta Batet, ante la reclamación postrera de Gamarra sobre un teórico problema informático de Casero, con la votación presencial de un asunto tan relevante y mediático ya encima, afirmó sobre la marcha que “la Mesa” conocía ese planteamiento del PP. Fuentes de su entorno mantienen que consultó con el secretario general del Congreso al respecto, recibió su respuesta de que el error técnico no era posible y optó por dar por terminada la sesión. No permitió repetir el voto, como no se ha consentido nunca ante las decenas de errores telemáticos cometidos en estos dos años por distintos diputados (muchos del PP) ante los miles de votaciones registradas por ese procedimiento. Pero tampoco reunió formalmente a la Mesa.

El PP reconoce que nadie ha reclamado hasta ahora la repetición presencial por un error humano de su voto telemático, pero alegan que la opción existe. Y se aferran a que este debía haber sido el primer precedente.

El PSOE y otras fuentes del Congreso admiten que la expresión de Batet de que la Mesa había conocido el problema cuando no se había consultado a sus nueve componentes no fue la más acertada. Otras fuentes parlamentarias del PP, más institucionales y moderadas, aceptan que esa fue su única equivocación, apuntan que podía haber resuelto el entuerto fácilmente allí mismo, en la tribuna, al reunir a sus nueve miembros y corroborar que una mayoría de seis de sus componentes (los tres del PSOE y los tres de Unidas Podemos) votarían contra aceptar la inédita repetición del voto. Y añaden que el asunto, jurídicamente, se habría acabado. Pero políticamente, todos están en campaña.

El PP y Vox se agarran ahora a esa resolución de mayo de 2012, pero no al apartado cuarto de la ya superada confirmación telefónica del voto por los letrados, sino al apartado sexto del artículo 82 del Reglamento del Congreso que señala expresamente que si un diputado se equivoca telemáticamente y quiere volver a votar de manera presencial “no podrá hacerlo sin autorización expresa de la Mesa de la Cámara”, que en ese caso declarará nulo el telemático. El vicepresidente primero del Congreso, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, asegura que esa decisión de convocar una Mesa para descifrar ese asunto “es potestativa” y no obligatoria y afirma que el PP nunca lo pidió, en aquel momento crítico, algo que ese partido desmiente.

De Celis apunta otro agravio. Recuerda que el diputado Casero “tuvo una hora para votar y reconfirmar su voto dos veces en albornoz desde su domicilio” y que sería discriminatorio que se le dejara corregirlo otra vez en el hemiciclo cuando a los que acudieron a la sala solo se les dan 30 segundos para apretar una vez el botón adecuado desde su escaño.

En el PP aseguran que tanto Gamarra, como Pastor y Guillermo Mariscal, secretario general del grupo, enfatizaron allí mismo hasta en ocho ocasiones a Batet: “Este señor [en alusión a Casero] tiene derecho a ser atendido y escuchado”. Y recalcan que Batet “mintió” al sostener que había tenido en cuenta a toda la Mesa.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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