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La reforma laboral consigue unir a Nadia Calviño y a Yolanda Díaz

PP y Vox se erigen en el Congreso en los defensores de los ganaderos y del mundo rural, y atacan el “ecologismo urbanita” del Gobierno

La ministra de Economía, Nadia Calviño (a la izquierda), y la ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, este miércoles en la Cámara baja.
La ministra de Economía, Nadia Calviño (a la izquierda), y la ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, este miércoles en la Cámara baja.Luis Sevillano
Xosé Hermida

Iván Espinosa de los Monteros, madrileño de pro, del corazón mismo de la capital, se ha empapado estos días de campaña del mundo rural de Castilla y León, y con ese bagaje espetó este miércoles a la vicepresidenta Nadia Calviño: “Es usted la típica política del centro de la ciudad”. Espinosa de los Monteros, portavoz de Vox, ya se había erigido hace poco en el defensor de los trabajadores y ahora ha tomado el estandarte de los ganaderos. En esto último la competencia es muy reñida en la derecha. En medio de la resaca por el asalto de ganaderos al Ayuntamiento de Lorca y de la refriega por la campaña electoral en la comunidad autónoma más despoblada de España, PP y Vox pugnaron en la sesión parlamentaria de control al Gobierno por demostrar quién está más próximo a los sufridos trabajadores del campo. El debate también dejó escenas chocantes en la bancada del Ejecutivo, como ver a las vicepresidentas Calviño y Yolanda Díaz defendiendo codo con codo la reforma laboral.

No ha habido en los dos últimos años rivalidad más persistente en el Gobierno que la que ha dividido a Calviño y a Díaz. Pero llegado el momento de la verdad para una de las grandes iniciativas del Ejecutivo, la reforma de la reforma laboral del PP ―que se votará el jueves en el Congreso con toda la Cámara contando aún hasta el último voto― la vicepresidenta tecnócrata y la vicepresidenta sindicalista hablaron con una sola voz. Sentadas juntas en el banco azul, esta vez sin el presidente Pedro Sánchez, de viaje en la península Arábiga, Calviño y Díaz se mostraron más unidas que nunca y se emplearon a fondo ante la oposición para defender la reforma que el jueves afronta una de las votaciones más reñidas de la legislatura.

Las responsables de Economía y de Trabajo coincidieron en sus argumentos. Los datos del paro de enero, por ejemplo, que, según ellas, demuestran la “eficacia” de la reforma, al registrar un aumento de los contratos indefinidos. El proyecto auspiciado por el ministerio de Díaz es “uno de los motores de la recuperación económica” y “el primer paso para luchar contra la desigualdad”, ensalzó Calviño. Ambas afirmaron ante los distintos grupos que no hay motivos para oponerse a lo que pactaron sindicatos y empresarios. Díaz, ante el rechazo que ha encontrado entre los socios habituales del Gobierno, se dirigió incluso al PP, al replicar a su secretario general, Teodoro García Egea: “Si la reforma laboral no cambia nada, como ustedes dicen, voten a favor”. Quien sí lo hará es Ciudadanos, ratificó su portavoz, Edmundo Bal, que, en su cruce dialéctico con Calviño, intentó, sin éxito, abrir fisuras entre las vicepresidentas al acusar a Díaz de “autosabotear su reforma” por las negociaciones que ha mantenido con nacionalistas catalanes y vascos.

El cierre de filas del Ejecutivo con la reforma fue total. El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, reconvino a la diputada de EH Bildu Bel Pozueta: “Ustedes van a votar con la derecha para perjudicar a los trabajadores de este país. Háganselo mirar”. Y el titular de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá, compareció tras los debates ante la prensa para defender el proyecto apelando también a los datos de empleo de enero.

Pero no fue la incertidumbre por la reforma laboral lo que más ocupó a los diputados en la primera sesión de control tras el parón de enero. Por si alguien había olvidado que en 10 días hay elecciones en Castilla y León, ahí estaban los socialistas afanándose en recordarlo. El PSOE recuperó una costumbre que había caído en desuso: presentar preguntas a sus propios ministros, una forma de garantizarse una sesión de masaje mutuo entre diputados y miembros del Ejecutivo. Y así ocurrió. Salía un parlamentario socialista de Castilla y León y una ministra, como la de Educación, Pilar Alegría, le contestaba: “Le agradezco que me haga esa pregunta...”. A renglón seguido, diputado y ministro competían por ensalzar los proyectos del Gobierno para la comunidad autónoma y en criticar los resultados de 35 años de mandatos del PP. “Este es el Gobierno que más ha hecho por Castilla y León en la historia de la democracia”, llegó a decir Bolaños.

Trabajadores de la construcción en una localidad de valencia.

Estas escenas de abrazos dialécticos soliviantaron a la oposición, que protestó ruidosamente. No es que la derecha se olvidase de las elecciones del próximo 13 de febrero, solo que lo hizo en la onda de Espinosa de los Monteros, presentándose como la voz del campo. Desde los escaños se mostraron fotos de reses atacadas por lobos, otra de las fechorías atribuidas al Gobierno de Sánchez. Macarena Olona, de Vox, le dijo a Yolanda Díaz: “Lo más cerca que ha estado usted del campo ha sido en el golf”. Y le acusó de creer que “la leche crece en las bolsas”. Fue como si de los escaños de la derecha hubiesen desaparecido los pobladores urbanos. Un diputado del PP, Tomás Cabezón, presumió de ser concejal de un pueblo de Soria de 50 habitantes y otra compañera suya, la palentina Milagros Marcos, clamó contra las “batallas ecologistas urbanitas”.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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