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La esposa del acusado de urdir el crimen de Javier Ardines exculpa a su marido

Katia Blanco reconoce que pensó en su esposo, Pedro Nieva, al conocer el asesinato

Los abogados de los acusados durante el juicio, el 9 de noviembre.
Los abogados de los acusados durante el juicio, el 9 de noviembre.CAPTURA EMISIÓN YOUTUBE TSJA (Europa Press)
Juan Navarro

Katia Blanco, la mujer del acusado de urdir el asesinato en 2018 del concejal de Llanes (Asturias) Javier Ardines, ha desligado este lunes a su marido del crimen, cometido tras conocer este que su esposa le había sido infiel con la víctima durante años. La tesis de la investigación, por la que la Fiscalía y la acusación piden 25 años de prisión a Pedro Nieva y a tres compinches, es que este le preparó una emboscada mortal con la ayuda de un cómplice y dos sicarios. Blanco ha añadido que su marido no era celoso, en una declaración por videoconferencia desde Bizkaia en el juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Oviedo.

Durante la hora larga en la que Katia Blanco ha respondido a las preguntas de la fiscal y de los abogados, la mujer ha procurado desvincular a su marido del crimen. En su testimonio ha incurrido en contradicciones con respecto a lo que confesó al principio de la investigación de la Guardia Civil, cuando admitió que mantenía relaciones con Javier Ardines desde hacía 30 años. Este lunes, en cambio, Blanco ha asegurado que apenas mantuvieron relaciones durante su juventud y durante los últimos cuatro años, cuando su matrimonio con el acusado de ser autor intelectual del asesinato comenzó a agrietarse. Pedro Nieva supo de estas citas a escondidas a finales de 2017, con una grabación de una charla entre su mujer y su amigo que dejaba clara la infidelidad prolongada, registro que él ha definido como “casual” durante el juicio, pero que los agentes de la investigación han señalado que fue totalmente planeado por Nieva.

Este diálogo entre Katia Blanco y Javier Ardines, que incluía frases que evidenciaban una relación larga y aludían a sus encuentros sexuales, fue para la mujer apenas “una conversación de dos personas adultas que se atraen”, según ha señalado. Uno de los guardias civiles que compareció en las jornadas previas, en las que también hablaron la viuda y los hijos de Ardines para confirmar que Nieva conocía con detalle los hábitos del fallecido, definió al sospechoso de la autoría intelectual del crimen como un hombre “desesperado” y “trastornado” al descubrir que sus sospechas sobre la infidelidad cometida por su mujer con su amigo eran reales. Katia Blanco —que es prima de la mujer de Ardines—, ha desdeñado estas palabras y ha calificado el estado de su marido tras conocer los hechos como “normal” de “una persona apenada” porque el matrimonio se iba a romper “después de 24 años”. El matrimonio, tres años y cinco meses después del asunto que se juzga, sigue unido.

La compareciente se ha presentado como una persona independiente, con rutinas y vida social propias además de las compartidas con su esposo, y ha expresado con rotundidad que este “no ejercía control” sobre ella. “Nunca me gustó que me controlasen, hacía lo que quería”, ha asegurado Blanco. Este hecho choca con las claves presentadas por los investigadores, que constataron que Nieva le puso a su mujer un sistema de seguimiento en el vehículo por temor a que se desplazara a verse con el edil.

Blanco ha señalado también que tampoco se sintió “martirizada” por Nieva pese al mal rumbo que tomaba su matrimonio. Sí ha reconocido Blanco que dentro de la relación dañada —en la que ambos revisaban el teléfono y la cartera del cónyuge— llegó a temer que su pareja hubiese matado a Ardines. Así, le envió a Nieva un mensaje en el que le preguntaba: “Pedro, ¿qué has hecho?”. Este lunes, Blanco ha expresado ante las cuestiones de la fiscal que sí pensó en que él estuviese detrás del delito, pero ha matizado que jamás vio “a Pedro tener tanto odio a Javier” como para cometer el crimen, ni que su marido le afeara constantemente la infidelidad. La postura de Blanco se contradice con los cientos de mensajes que la fiscal le ha señalado que cruzó con su marido en forma de reproches, un tono que la compareciente ha supeditado a un mal momento en la relación entre ambos.

La coartada que el acusado le presentó a su pareja es que durante el día del asesinato él había estado en Amorebieta (Bizkaia), donde residían. Blanco le ha restado también importancia a unas palabras que cruzó con su hermana, en las que le dijo que durante un enfado por la infidelidad su marido había orinado en una camisa nueva suya. Blanco ha relatado ante el jurado popular de la Audiencia de Oviedo que habrían sido apenas unas gotas y que la prenda se encontraba en el baño.

Por último, la mujer ha tildado de “desagradable” la actitud de la Guardia Civil al citarla a declarar cuando se produjo el crimen, una línea que las defensas de los acusados están intentando destacar en varias cuestiones del caso. “No creo que mi marido sea el responsable de la muerte de Javier”, ha zanjado.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, buscándose la vida y pisando calle. Grado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS. Autor de 'Los rescoldos de la Culebra'.

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