La guerra entre bandas suecas deja otros siete detenidos en la Costa del Sol
Un intento de secuestro y un tiroteo a la salida de un club de alterne son los dos últimos capítulos de la lucha entre dos organizaciones criminales enfrentadas desde 2013
El pasado 30 de octubre, cinco personas encapuchadas intentaron secuestrar pistola en mano al cliente de un restaurante en Marbella. Fracasaron en su intento pero, horas después, tres de ellos se desplazaron hasta Fuengirola para adentrarse en un club de alterne. Tras la fiesta, a las tres de la mañana, se subieron a una furgoneta. Allí fueron tiroteados por dos personas que se dieron rápidamente a la fuga. Uno de los ocupantes del vehículo resultó herido de gravedad e ingresado de urgencia en un hospital. Era la enésima batalla violenta de la guerra que libran desde hace años dos bandas suecas asentadas en la Costa del Sol, donde las mafias procedentes de Suecia se intentan hacer un hueco en el negocio del narcotráfico. Esta vez les ha salido mal: la Policía Nacional ha difundido este jueves que el pasado día 4 detuvo a siete personas implicadas en los incidentes. Todas están ya en prisión provisional.
Los arrestados cumplen el perfil de los soldados procedentes del país nórdico que se han ido desplazando en los últimos años hacia el litoral malagueño: rondan los 20 años, van armados, no tienen escrúpulos y son “extremadamente” violentos, como aseguran en la Policía Nacional. Las dos organizaciones criminales a las que pertenecen entraron en guerra en 2013 tras el asesinato del líder de una de ellas en Suecia. Sus miembros se han ido trasladando hasta la Costa del Sol, entorno que las mafias escandinavas conocen bien. Son muchas las que han llegado en la última década a Marbella en busca del sol, el lujo, el anonimato y el dinero que genera el tráfico de drogas. “Quieren estar más cerca de los distribuidores porque eso da más beneficios”, explicaba este verano Manne Gerell, profesor de Criminología de la Universidad de Malmö.
Varios de los participantes en los incidentes del último día de octubre y el primero de noviembre ya habían protagonizado un tiroteo en Marbella en el mes de septiembre. Fue su carta de presentación y sirvió para que los investigadores de la Policía Nacional tuvieran conocimiento de su presencia en Málaga. Los siguientes capítulos fueron el intento de secuestro y la consiguiente respuesta en forma de balazos dirigidos a una furgoneta, donde uno de los jóvenes resultó herido leve y otro de gravedad, y luego fue trasladado de urgencia a un hospital, donde ingresó en la UCI. Los agentes pronto lograron relacionar ambos incidentes: los atacantes del primer encontronazo eran las víctimas del segundo.
Ahí arrancó un dispositivo para detener “a la mayor brevedad posible” a todos los hombres implicados en los hechos. En Suecia, la guerra entre ambas bandas cuenta con numerosos antecedentes sangrientos que incluyen el uso de explosivos. El temor de los investigadores era que la escalada violenta también se produjera en la Costa del Sol “con el consiguiente peligro potencial para los ciudadanos”. Más aún con los precedentes que dejaban a las claras que cuando alguna de las organizaciones criminales tenía un objetivo, iban a por él independientemente de la hora del día o el sitio. Y el riesgo de que alguna bala perdida acabara en la persona equivocada era cada vez mayor.
Finalmente, el pasado 4 de noviembre la operación daba resultados con la detención de siete personas. Cinco de ellos en las localidades de Marbella, Fuengirola y Málaga, mientras que los otros dos se encontraban en Alicante. En los registros realizados los agentes intervinieron varios vehículos, teléfonos móviles y 12.000 euros en efectivo. A los arrestados se les acusa de los delitos de tentativa de homicidio, tentativa de detención ilegal, organización criminal, tenencia ilícita de armas y robo con violencia. El juzgado ha decretado prisión provisional para todos ellos.
El pasado verano la Policía Nacional anunciaba la detención de 71 personas que formaban parte de una organización de narcotraficantes con numerosos incidentes con armas de fuego, cuentas en paraísos fiscales, viviendas de lujo en la Costa del Sol y un volumen de activos y bienes con un valor que superaba los 55 millones de euros. Se dedicaban a traer droga desde Marruecos a España y luego enviarla al norte de Europa, así como a blanquear los beneficios, entre otras actividades ilícitas. Entre los arrestados se encontraba uno de los delincuentes más peligrosos de Suecia, Chiab Lamori, así como Lars Gunnar Broberg y Joakim Peter Broberg, respectivamente marido e hijastro de la alcaldesa de Marbella, Ángeles Muñoz.
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