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Sánchez promete derogar la reforma laboral y la ‘ley mordaza’ y abolir la prostitución

“La socialdemocracia que algunos dieron por liquidada goza de una salud de hierro”, reivindica el presidente

Pedro Sánchez, durante su intervención en la clausura del 40º congreso federal del partido, en Valencia.Vídeo: MÒNICA TORRES | EPV

Cuando llegó a La Moncloa en 2018, Pedro Sánchez estaba casi solo en las cumbres europeas como líder socialdemócrata. Pero poco a poco, varios países, y sobre todo el más importante, Alemania, van girando hacia la socialdemocracia. Y con la euforia que da ese cambio histórico, y además el éxito de un congreso de unidad en Valencia que ha supuesto su consagración definitiva como líder sin atisbo de oposición interna, el presidente ha lanzado un discurso de cierre centrado en los valores socialdemócratas y con una promesa de Gobierno que marcará los próximos meses.

Sánchez ha asegurado que los próximos hitos del Ejecutivo, tras la eutanasia, la subida del salario mínimo, el ingreso mínimo vital o la reforma de las pensiones, serán el cambio profundo ―no ha dicho derogación, pero casi se entendió eso― de la reforma laboral del PP y de la ley mordaza y la abolición de la prostitución. “Avanzaremos poniendo punto y final a leyes como la ley mordaza y la reforma laboral del PP, impuestas y sin acuerdos, que precarizaron los contratos y devaluaron los salarios. Avanzaremos fortaleciendo Europa. Y avanzaremos aboliendo la prostitución que esclaviza a las mujeres”, ha prometido el líder de los socialistas.

La reforma laboral, que CC OO y UGT le exigieron en sus discursos del día anterior en el congreso del PSOE, está en plena negociación por parte de Yolanda Díaz (la ministra de Trabajo, de Unidas Podemos) los sindicatos y la patronal, y tiene que estar lista antes de finales de año porque ese es el compromiso con Bruselas. Es un asunto decisivo porque hay mucha oposición de los empresarios en algunos temas. Y la Comisión Europea también vigila. Sánchez tendrá que decidir en breve si está dispuesto a llevarla adelante incluso sin el acuerdo de la patronal, como hizo con la última subida del salario mínimo. Este mensaje en su congreso es un aviso a la patronal de que va en serio.

La ley mordaza, una reclamación histórica de Unidas Podemos, está parada en el Congreso, pero bastaría una orden de Sánchez para reactivar la reforma de manera inmediata porque los trabajos estaban muy avanzados. Y la abolición de la prostitución sería una enorme novedad, tanto que Sánchez ha ido más lejos en su discurso de lo que llegaron los debates para la ponencia política que ha aprobado el congreso de Valencia.

Pedro Sánchez, levanta el puño, tras la clausura del 40º Congreso del PSOE.
Pedro Sánchez, levanta el puño, tras la clausura del 40º Congreso del PSOE. Mònica Torres

Más de 5.000 personas aplaudían con entusiasmo como colofón a un congreso que no ha tenido nada de cónclave clásico, con debate interno fuerte y guerras de poder, y se ha diseñado como una gran fiesta con fuegos artificiales, paellas gigantes y sobre todo una gran foto de las tres generaciones del PSOE, con el abrazo simbólico entre Sánchez, Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. Derrotados todos los rivales internos, con un cambio de Gobierno que ha supuesto una profunda renovación y dejar de lado a algunas de las personas clave de su núcleo duro como José Luis Ábalos y Carmen Calvo ―fuera ya de la nueva Ejecutiva― o Iván Redondo, Sánchez ha dedicado el congreso a coser el partido para lanzar un mensaje claro: “Este congreso expresa una poderosa realidad. El PSOE es un partido unido, abierto, que debate en libertad. Aquí estamos varias generaciones de socialistas. Ahora más que nunca el proyecto socialdemócrata es de protección de la sociedad, del medio ambiente. Pertenecemos a la más noble tradición política. Hoy el proyecto está fuerte en el mundo, porque ha demostrado ser más humano, más justo y más eficaz económicamente”.

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Sánchez, cuyo discurso estuvo precedido por mensajes de socialdemócratas en ascenso en todo el mundo, como el alemán Olaf Scholz, futuro canciller, pero también personas de tradiciones más a la izquierda, como el brasileño Lula da Silva, reivindicó su mandato al frente del PSOE de seis años, truncados por su dramática destitución en 2016, porque ha sido capaz de salvar al partido del hundimiento y devolverlo al poder. “Cuando asumí la secretaria general, a derecha e izquierda se hablaba de la pasokización del PSOE [por el hundimiento del Pasok griego] de la irrelevancia, del sorpasso. Cada día de este mandato que me disteis solo he tenido una guía, y es preservar el legado de la socialdemocracia. Un PSOE fuerte es un partido imprescindible para España, como decía Rubalcaba. En estos seis años he cometido errores, pero hemos conseguido que esté vivo este proyecto. La socialdemocracia, que algunos dieron por liquidada, goza de una salud de hierro”.

La defensa de la socialdemocracia como la tradición política que puede volver a dominar Europa y el mundo ha sido el eje de todo el congreso y del discurso de Sánchez. El presidente se reivindica además como el hombre que ha salvado al PSOE de acabar como el Pasok griego, que se hundió precisamente cuando apoyó a un presidente conservador, lo que Sánchez rechazó en 2016 con su “no es no” ante la investidura de Mariano Rajoy, o como el Partido Socialista Francés, hundido después de François Hollande y ahora intentando recuperarse con Anne Hidalgo, la alcaldesa de París, de origen español y gran estrella de este congreso de Valencia. Sánchez preparó incluso la aparición del fundador, Pablo Iglesias Posse, a través de un holograma, y las referencias a la historia del partido, a la guerra, a la dictadura y al exilio han sido constantes. “142 años después, seguimos fieles al ideal de la justicia social, tenemos el mismo nombre, PSOE, y los mismos ideales. Es aquí, desde la socialdemocracia, donde de verdad se cambian las cosas, con más persuasión que gritos”, ha sentenciado también como referencia velada a Unidas Podemos.

Pedro Sánchez, durante su discurso de clausura este domingo en Valencia.
Pedro Sánchez, durante su discurso de clausura este domingo en Valencia. Mònica Torres

Pero sobre todo el discurso era una defensa de la socialdemocracia frente a las nuevas formas de la derecha, y la idea de que después de la pandemia, lo público ha pasado al primer plano y ahora es el momento de dar la batalla para demostrar que las ideas neoliberales son dañinas para los ciudadanos, sobre todo los que más necesitan el apoyo del Estado en momentos de dificultad. “Nos decían que la socialdemocracia estaba en crisis. ¿Y como están los que hablan de eso? ¿Su modelo es la Hungría de Orban? ¿Los EE UU de Trump? ¿El Reino Unido del Brexit? Quienes están en crisis son quienes impulsaron políticas que aumentaron la desigualdad. Un gran número de europeos defienden el valor de lo público. Las vacunas llegaron en el orden de sus necesidades médicas y no del tamaño de la cartera. Eso es socialdemocracia, el ideal más moderno, más actual”.

Sánchez viene de los abucheos en el 12 de octubre y sufre a diario las críticas durísimas de Vox y del PP. Pero sostiene que esto no va con él, que es lo mismo que le pasó a Felipe González y a José Luis Rodríguez Zapatero. “Las descalificaciones son las mismas que recibió Felipe o Zapatero cuando gobernaban. El trumpismo político desprecia la política, pero quieren el poder. En nuestro país está calando, y está contaminando a la derecha tradicional. La democracia solo les vale si ellos gobiernan. Nos acusan de querer romper España. Ya lo decían de Felipe y Zapatero. Pero no es creíble, porque si hay un partido que ama a España es el PSOE. Por algo somos la única fuerza con presencia decisiva en todo el país. Por eso en Cataluña, además de hacer valer la ley, trabajamos con las herramientas del diálogo. El patriotismo se expresa mejor en la declaración de la renta que en los insultos al presidente del Gobierno”.

Sánchez y su equipo salen así eufóricos del primer congreso del PSOE sin guerra interna en 15 años, negocian con sus socios los Presupuestos de 2022, pactados ya con Unidas Podemos, y se preparan para las nuevas batallas: reforma laboral, prostitución, ley mordaza. Lo que les queda muy claro a los delegados e invitados es que hay PSOE para rato. Siempre que las próximas votaciones acompañen el entusiasmo vivido en Valencia, claro.

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