Los 10 presos de ETA de la cárcel de Pamplona dan la espalda a ‘Maixabel’
Ninguno de los reclusos de la banda, incluido Kantauri, asiste a la proyección de la película ni al coloquio con la viuda de Juan María Jáuregui
Maixabel Lasa entra en la cárcel de Pamplona y hace una pregunta directa: “¿Hay presos de ETA [en la sala]?”. No, es la respuesta. Ninguno de los 10 ó 12 reclusos de la banda terrorista que, según Instituciones Penitenciarias, cumplen condena en esta prisión decidió asistir a la proyección de Maixabel, un drama que narra los encuentros entre la viuda de Juan María Jáuregui, gobernador socialista de Gipuzkoa, muerto a manos de ETA en 2000, y sus asesinos. Todos en bloque han dado la espalda a una película que aborda el arrepentimiento por el daño causado y el perdón a las víctimas. Los etarras José Javier Arizkuren Kantauri o Mikel Otegi, y el resto de condenados por su pertenencia a la organización armada, tampoco han mostrado interés en participar con Maixabel en un coloquio sobre la reinserción y la justicia restaurativa. “Una pena”, se ha lamentado ella.
Mientras unos 80 presos comunes dejaban sus celdas y acudían al “módulo cultural” para ver la película dirigida por Icíar Bollaín, los presos de ETA han preferido “pasear por el patio de su módulo” o “quedarse en la sala de televisión”, comenta en secreto un funcionario. Todos los internos, sin distinción, habían sido invitados al acto por Instituciones Penitenciarias. “Han asistido los que han querido”, confirma un representante de Interior. Ningún etarra ha dado ese paso. No han podido presenciar las escenas en las que dos excorreligionarios suyos, Luis Carrasco e Ibon Etxezarreta, miembros del comando que asesinó a Jáuregui y ahora muy lejos de los ideales de ETA, aceptaron reunirse con Maixabel Lasa y necesitaban explicarle a la cara que estaban avergonzados de su pasado terrorista.
Carrasco llegó a pedirle expresamente perdón. Lo hizo, según se muestra en la cinta, con la cabeza agachada y el cuerpo contraído, en una pequeña sala de la vieja cárcel de Nanclares (Álava) -hoy sustituida por la moderna de Zaballa- el 26 de mayo de 2011. “Todo lo bueno que pueda hacer, lo voy a hacer”, le dijo entonces. Carrasco le confesó que la vida era en ese momento “un horror”: “La cárcel me salvó” porque le hizo pensar en el dolor que había causado a las familias de las tres personas a las que mató. Etxezarreta necesitó más tiempo para charlar personalmente con Maixabel. Primero se reunión con una víctima de ETA no directa, hasta que días más tarde se armó de valor y aceptó dialogar con ella. Los presos de Pamplona presentes en la exhibición de Maixabel han visto cómo este, en uno de esos diálogos restaurativos, le confesó a la viuda lo siguiente: “Prefiero ser Juan Mari Jáuregui que un asesino”.
A esta demostración de empatía y arrepentimiento de Etxezarreta han sido ajenos los Kantauri, exjefe militar de ETA, y el resto de presos de la banda. No han querido presenciar cómo en la película se trata también “el tema de la disidencia”, según Bollaín, un tema tabú para los activistas que todavía siguen aferrados a su pasado. Un trabajador de la prisión navarra ha asegurado que los internos etarras “van a su aire”, apenas se relacionan con el resto, pero no causan “ningún problema”. Con este gesto, ninguno de ellos ha demostrado que quiere aceptar la segunda oportunidad que, como hizo Maixabel Lasa, otras víctimas de ETA también están dispuestas a conceder a sus victimarios.
Los presos de ETA encarcelados en Pamplona (10 en total, según la asociación de familiares Etxerat) no han pedido participar en los talleres de justicia restaurativa puestos en marcha recientemente por Instituciones Penitenciarias para que los condenados por todo tipo de delitos se sienten cara a cara con sus víctimas y les pidan perdón, a semejanza de los 14 encuentros celebrados hasta 2012 con reclusos arrepentidos de la organización terrorista acogidos a la llamada vía Nanclares. A este programa se han apuntado seis reclusos de “todo tipo de delitos” que permanecen en el penal navarro. En el conjunto de las prisiones españolas son 258 presos los que han dado ahora su nombre, de los que 20 son condenados por militar en la banda armada.
Maixabel se ha exhibido en el centro penitenciario de Pamplona dentro del ciclo “Proyectando reinserción: cine y miradas alternativas a la Justicia”, organizado por la consejería del ramo del Gobierno de Navarra. Maixabel Lasa, la directora Bollaín y el consejero de Justicia navarro, Eduardo Santos (Podemos), han entrado en la sala justo cuando la película mostraba el final del primer encuentro entre la viuda y Etxezarreta. Los cerca de 80 presos han irrumpido en aplausos cuando ha concluido el pase y se encendían las luces del auditorio para abrir el turno de preguntas de los reclusos. “Ole tú, eres una mujer muy fuerte”; “una campeona”; “madre coraje, me he emocionado, todos mis respetos”, le han dedicado algunos intervinientes a Maixabel. Los presos de ETA seguían a lo suyo en sus módulos o en la enfermería.
“Es muy valeroso saber decir ‘me he equivocado”, les ha trasmitido la protagonista de la película a los internos, entre los que había ocho mujeres. Maixabel ha definido la obra de Bollaín como “un canto a la convivencia entre distintos y también un canto a la deslegitimación de la violencia”, porque con esta vía “no se consigue nada, solo dolor”. Con la naturalidad que le distingue, la viuda de Jáuregui les ha trasladado que a raíz de sus encuentros con Etxezarreta ha podido conocer a su madre, con quien inició una relación amistosa hace algunos años tras tomar juntas un café en San Sebastián: “Tiene que ser un motivo de alegría para un madre ver que su hijo se ha recuperado”, ha comentado Maixabel durante el coloquio. “No hay noticias” del tercer activista del comando, Francisco Javier Makazaga, que mató de un tiro por la espalda a Jáuregui, ha dicho Maixabel, a quien no le importaría verse con él porque “así se cerraría el círculo”.
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