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Prisiones prepara a 50 reclusos comunes para que pidan perdón a sus víctimas

41 hombres y nueve mujeres, entre ellos tres homicidas, asisten a talleres para participar en “encuentros restaurativos” similares a los 11 que se hicieron con internos de ETA

Entrada al Centro Penitenciario de Sevilla I, el pasado viernes.
Entrada al Centro Penitenciario de Sevilla I, el pasado viernes.PACO PUENTES

Algunos son ladrones que usaron la violencia para robar. Otros, estafadores. También hay delincuentes dedicados a la sórdida trata de seres humanos o al tráfico de drogas. Un asaltante de viviendas. Otro que causó heridas graves a una persona. E, incluso, dos que cumplen pena por sendos homicidios consumados y un tercero, en grado de tentativa. Son los 50 presos (41 hombres y 9 mujeres) condenados por delitos comunes que desde noviembre participan en un programa de justicia restaurativa puesto en marcha por Instituciones Penitenciarias para que se reúnan con sus víctimas y les pidan perdón. El objetivo, a semejanza de los 11 encuentros celebrados con reclusos arrepentidos de ETA de la llamada Vía Nanclares, es que las víctimas consigan una reparación, al menos simbólica, por el daño sufrido y, a la vez, facilitar la reinserción de los reclusos. Del programa han quedado excluidos los penados por violencia de género y delitos sexuales, así como aquellos que sufran alguna enfermedad psiquiátrica.

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Aunque los encuentros de justicia restaurativa con autores de delitos comunes no son nuevos -contemplados en el artículo 15 del Estatuto de la Víctima, se realizan desde 2016-, el programa puesto en marcha ahora tiene importantes novedades frente a los anteriores. Así, los más de 600 condenados que los habían realizado hasta ahora estaban cumpliendo sus penas a través de medidas alternativas, no dentro de prisión. Además, los encuentros no se realizaban con víctimas directas, sino con otras que habían sufrido la misma infracción penal por la que habían sido condenados.

El buen resultado de los mismos es lo que llevó el pasado verano a Prisiones a plantearse extender la iniciativa a aquellos que cumplen las penas privados de libertad y hacerlos, además, con las víctimas de sus delitos. Para ello, ultimó un protocolo para iniciar lo que denominó “talleres de diálogos restaurativos” que tienen como objetivo brindar a los reclusos seleccionados la oportunidad de reflexionar sobre el delito cometido, su responsabilidad, su arrepentimiento y el ofrecimiento de perdón a la víctima.

El programa se ha comenzado a aplicar en colaboración con el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), la Fiscalía Provincial de Sevilla, el titular del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Valladolid, Florencio de Marcos, y el Servicio de Atención a Víctimas de Andalucía (SAVA), dependiente de la Junta de Andalucía, en las tres cárceles de la provincia de Sevilla y en el Centro de Inserción Social (CIS), destinado a presos en régimen abierto, de Valladolid. Según los datos a los que ha tenido acceso EL PAÍS, desde finales del pasado noviembre 18 internos del Centro Penitenciario de Sevilla I, un número igual del de Morón y nueve internas del Centro de Mujeres de Alcalá de Guadaira -todos ellos clasificados en segundo grado o régimen ordinario y con una larga trayectoria penitenciaria- asisten a talleres para prepararlos a afrontar estos encuentros restaurativos con sus víctimas. En el CIS de Valladolid, donde el programa comenzó antes, fueron seleccionados 11 internos en tercer grado, de los que finalmente han sido considerados aptos cinco (dos en libertad condicional y tres en régimen de semilibertad), según detallas fuentes penitenciarias. Todos ellos han participado de manera voluntaria.

El programa contempla 10 sesiones de trabajo de cuatro horas de duración cada una que se celebran semanalmente. Con los presos de Sevilla colabora la Asociación Andaluza de Mediación (Amedi) y con los de Valladolid, la Asociación para la Mediación, el Encuentro y la Escucha (AMEE). Expertos de ambas ONG, junto a los técnicos penitenciarios, son los que deciden si, una vez terminadas las sesiones los reclusos que participan en los talleres están preparados para celebrar el encuentro restaurativo con la víctima o si, por el contrario, se les saca del programa o es necesario que asistan a más sesiones de las inicialmente previstas. Los presos son informados previamente de que su participación en el taller no les supondrá ni una reducción de la pena ni el acceso a beneficios penitenciarios. No obstante, Prisiones admite que el centro penitenciario lo tendrá en cuenta a la hora de hacer las valoraciones para, por ejemplo, progresar de régimen al tercer grado o semilibertad.

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En el caso de los presos de Sevilla, Prisiones mantuvo el pasado 10 de enero un encuentro con la Fiscalía de Sevilla y responsables del SAVA, dependiente de la Junta de Andalucía, para entrar ya en contacto con las víctimas directas de los delitos cometidos por los 45 reclusos seleccionados en esta comunidad -en Valladolid se va a encargar el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria- y ofrecerles participar en los encuentros. En un primer momento se hará con una carta que incluirá un tríptico elaborado por Instituciones Penitenciarias en el que se les explicará a las víctimas en qué consisten y el beneficio que pueden obtener de los mismos. Si muestran interés, se mantendrán encuentros personales con cada una de ellas para explicarles con detalle la metodología. Cuando acepten participar, serán derivados a los técnicos de las ONG para que trabajen con ellas las sesiones que sean necesarias de cara a un encuentro con el delincuente.

La participación de la víctima es también voluntaria y en cualquier momento del proceso podrá decidir no seguir adelante. En el folleto informativo elaborado por Instituciones Penitenciarias que se les entregará se destacan los beneficios que pueden obtener de participar en los encuentros restaurativos: “Escuchar la responsabilización de la persona responsable de los hechos, así como la petición de perdón, puede ayudar a cerrar este episodio de forma completa”. El documento recalca que en ningún caso se pedirá a la víctima que perdone al delincuente, aunque el folleto recoge que “en ocasiones esto deviene de forma natural en el encuentro”.

El principal objetivo del encuentro, que se celebrará siempre en presencia del mediador que ha guiado todo el proceso, es que la víctima pueda explicar en persona al recluso “cómo vivió [el delito] y qué consecuencias se han derivado de aquella vivencia”. También pueden acordar una reparación, ya sea real o simbólica, del daño causado. El programa contempla que el encuentro se celebre en una o dos sesiones como máximo, y la víctima podrá elegir si se celebra en un recinto penitenciario o fuera de él. El programa contempla hacer una “sesión de seguimiento” final con la víctima para, antes de cerrar el proceso, constatar que esta ha recuperado la “tranquilidad personal”. El contenido de todo el proceso será “confidencial”.

Cuando la víctima toma la iniciativa

Hasta ahora, los talleres de justicia restaurativa comienzan con la selección de los reclusos dispuestos a participar en los mismo para, posteriormente, contactar con las víctimas de sus delitos. Sin embargo, Instituciones Penitenciarias está ya trabajando en la dirección inversa. Es decir, que sea la víctima la que plantee ser parte activa en proceso y solicite, a través de los servicios de atención de sus comunidades, el encuentro restaurativo. En ese caso, Prisiones estudiaría si el preso que cometió el delito está dispuesto a participar en un encuentro de reparación y perdón, y se le propondría participar en las sesiones preparatorias. De hecho, ya se ha dado un caso en Andalucía, una mujer que se ha dirigido al Servicio de Atención a Víctimas de Andalucía (SAVA) para pedir un encuentro con el delincuente que la agredió. El caso está en estudio.

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Sobre la firma

Óscar López-Fonseca
Redactor especializado en temas del Ministerio del Interior y Tribunales. En sus ratos libres escribe en El Viajero y en Gastro. Llegó a EL PAÍS en marzo de 2017 tras una trayectoria profesional de más de 30 años en Ya, OTR/Press, Época, El Confidencial, Público y Vozpópuli. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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