El riesgo de los ‘superincendios’ de nueva generación
La enorme capacidad destructiva del incendio de Sierra Bermeja avivada por las condiciones meteorológicas y orográficas supera la capacidad de extinción con medios materiales y humanos
El incendio que ha arrasado ya cerca de 5.000 hectáreas en Sierra Bermeja, al norte de Estepona (Málaga), y ha obligado a confinar a casi 1.000 vecinos en el pueblo-museo de Genalguacil y la localidad de Jubrique ya ha sido calificado como “uno de los más complicados de España”. Su potencial de imprevisibilidad debido a la dinámica propia que es capaz de adquirir, y la dificultad añadida de la orografía y la meteorología adversas, lo acercan al grupo de los llamados incendios de sexta generación: los “superincendios”, como los define el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés). Es como un “monstruo hambriento”, según Alejandro García, subdirector del Centro Operativo Regional del Plan Infoca, el servicio de extinción de incendios forestales de la Junta de Andalucía.
La principal característica de estos incendios enormemente destructivos es que sobrepasan la capacidad de extinción con medios materiales y humanos a disposición de las Administraciones. Una vez desatados, solo unas condiciones meteorológicas favorables permiten avanzar en la lucha contra el fuego. Esto quedó claro el viernes, cuando la dirección del Infoca decidió retirar del terreno una gran parte del personal tras determinar que las labores en tierra no conseguirían frenar el avance de las llamas y el riesgo para los bomberos forestales desplegados era demasiado alto, especialmente tras la muerte de un compañero de 44 años el pasado jueves.
“Podríamos multiplicar por 10 los medios y tendríamos la misma efectividad que ahora”, admitía el viernes García, tras la elevación a nivel 2 del dispositivo de respuesta, lo que permitió solicitar recursos extraordinarios de apoyo a Madrid. La orografía es el problema fundamental. El acceso a los frentes por los que avanza el “demonio de fuego”, como lo ha calificado el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, es demencial. La serranía que corona la Costa del Sol occidental, una de las joyas botánicas de los montes de Málaga, es un conjunto de vaguadas, picos y taludes con afloraciones rocosas que imposibilitan la introducción en determinados flancos del incendio de medios mecánicos para acompañar a los bomberos en las labores de extinción. A ello se suma un viento caprichoso que juega con las llamas entre las corrientes generadas en los valles.
El mayor peligro, sin embargo, es la capacidad de convección del fuego, esto es, el potencial de crear una meteorología propia en el interior del incendio debido al ascenso rápido de enormes masas de aire a altísimas temperaturas. La consecuencia más llamativa y peligrosa de este fenómeno es la creación de pirocúmulos, enormes nubes como las formadas durante una erupción volcánica que ascienden en chimenea sobre el fuego elevando consigo material incendiario. Esa misma nube puede desplomarse como un edificio, provocando una “tormenta de fuego” que arrase todo lo que esté a su alcance. Los pirocúmulos generados por el incendio en Sierra Bermeja se han podido ver con claridad a distancias superiores a los 100 kilómetros, incluso al otro lado del Estrecho, desde Ceuta.
La principal causa de la evolución de los incendios forestales hacia esta nueva sexta generación es el calentamiento global, como reconocía el propio Moreno, acompañado de un cambio de modelo en el medio rural, que ha dejado en el abandono grandes extensiones de “combustible” o flora sin desbrozar. También han desaparecido los distintos cultivos que ayudaban a crear un paisaje “mosaico”, como apunta el último informe de WWF, que señala que más de la mitad de los incendios forestales registrados en España son intencionados.
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