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Sánchez y Aragonès abren paso a un nuevo intento de diálogo

Los presidentes preparan una cita en junio y la reactivación de la mesa antes del verano

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (a la izquierda), conversa con Pere Aragonés, cuando era vicepresidente de la Generalitat, en La Moncloa, en enero de 2020.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (a la izquierda), conversa con Pere Aragonés, cuando era vicepresidente de la Generalitat, en La Moncloa, en enero de 2020.Kiko Huesca (EFE)

El diálogo entre el Ejecutivo central y la Generalitat se recupera después de las elecciones catalanas. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de Cataluña, Pere Aragonès, se abrieron paso ayer a esta nueva etapa en una conversación telefónica en la que coincidieron en la necesidad encauzar el diálogo para superar “los retos comunes” y se emplazaron a verse en La Moncloa este mes, según informaron los dos Ejecutivos en dos comunicados idénticos. El Gobierno quiere focalizar el diálogo en la financiación y en la denominada agenda del reencuentro. Aragonès recalca que su objetivo es el referéndum pactado y la amnistía.

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Todo está medido y acordado entre los equipos de Sánchez y Aragonès, lo que da idea de una relación estrecha no solo entre los líderes, que hablan con frecuencia, sino también entre los equipos. En especial, entre Iván Redondo —jefe de gabinete del presidente— y Raül Murcia, mano derecha del presidente catalán.

Ambos han mantenido en todo momento engrasado el diálogo, incluso en las situaciones de mayor tensión, cuando ERC por ejemplo decidió votar no a alguna de las prórrogas del estado de alarma en lo más duro de la pandemia y eso puso en riesgo la estabilidad del Ejecutivo, forzado a buscar los votos de Ciudadanos y PNV para salvar ese jaque que le había planteado el PP con su voto negativo.

Ahora las cosas han cambiado por completo. ERC apoyó los primeros Presupuestos de Sánchez, lo que le reforzó como socio clave de la mayoría con sus 13 escaños, y ha conseguido ganar la batalla por la primacía del independentismo a Junts, por eso Aragonès es president. Ambos presidentes negocian ahora de tú a tú, de Gobierno a Gobierno, sin la interferencia de Quim Torra, que complicó mucho el desarrollo de la mesa de diálogo, y pactan con discreción cada paso. También hablan de los indultos, un elemento político clave para lograr un giro en la situación catalana y dejar atrás la herida del procés, según la interpretación del Gobierno, que los tiene casi listos.

La conversación, según la nota que pactaron ambos equipos, fue “fluida y productiva”, se prolongó durante 40 minutos, y en ellos se abordaron “distintos aspectos de la situación política actual”. Ambos presidentes compartieron el objetivo de “avanzar hacia la superación de los retos comunes mediante el diálogo”.

La charla telefónica es la antesala del encuentro entre Aragonès y Sánchez en La Moncloa que había planteado el jefe del Ejecutivo. Sánchez también quiere reunirse en estos días con la mandataria madrileña, Isabel Díaz Ayuso, que todavía tiene pendiente ser investida presidenta en un pleno de la Asamblea de Madrid.

La conversación y sobre todo su exposición pública —ellos hablan con frecuencia sin que se anuncie ni se informe— se acordó con la vista puesta en una nueva reunión de la mesa de diálogo entre gobiernos, truncada con la pandemia y con la división en el independentismo.

El Ejecutivo central no tiene prisa, y antes quiere ver cómo se desarrolla la cita de La Moncloa. Aragonès, por el contrario, reclama que la mesa se celebre antes de las vacaciones de verano. En el Ejecutivo creen que finalmente será así porque no hay nada que lo impida y por tanto el mes más probable es julio.

Aragonès accedió a difundir un comunicado idéntico excluyendo sus principales reivindicaciones soberanistas para no poner trabas de antemano. Su posicionamiento, sin embargo, dista desde luego mucho de los planes del Gobierno, focalizados en la agenda del reencuentro, que Sánchez entregó al entonces president Quim Torra y que fijaba puntos como la financiación o las infraestructuras. Aragonès no tendrá ningún inconveniente en que se hable de esos temas en la mesa de diálogo, pero eso no desplazará a sus verdaderos objetivos que son la amnistía y la autodeterminación. “Se tiene que hablar de todo”, afirmaron fuentes de Presidencia de la Generalitat, que advirtieron que nadie piense que ERC será más fácil de doblegar que Junts.

De hecho, Aragonès participó en la inauguración de la Asociación de Municipios Independentistas, celebrado en Tarragona, y pidió a Sánchez “valentía política” y “compromiso democrático” para aceptar un referéndum y “el resultado que decida la ciudadanía”.

Es un mensaje que repite constantemente, pero esta vez tenía otro valor porque lo hizo poco antes de la llamada telefónica. En un comunicado enviado por Presidencia, Aragonès sostuvo que la amnistía y la autodeterminación tienen que marcar la agenda política para definir la resolución al conflicto “sin más demora”.

“El Govern lo defenderá en todos los ámbitos de trabajo y de negociación con el Estado”, dijo señalando la necesidad “patente” de que se abra una etapa en el que el conflicto se “aleje de los tribunales y la represión y se resuelva en las urnas, democráticamente”.

En la misma línea que en su discurso de investidura, Aragonès apeló al caso de Escocia, dispuesta de nuevo a celebrar un referéndum. “Escocia lo volverá a hacer y nosotros también queremos”, afirmó. “Exigiremos que el Estado español haga como el Reino Unido en 2014. Ni más ni menos. Tenemos que ser capaces de tirar adelante este referéndum y que el Estado se atreva a ganar en las urnas y no en los tribunales y la represión, su proyecto político”. El president también aludió a un informe del Consejo de Europa y advirtió a las instituciones del Estado que lo lean “con mucha atención”. “La represión contra el independentismo no encuentra apoyos fuera del Estado”.

Penas por sedición

En cualquier caso y con la entrevista fijada a corto plazo, la legislatura da un giro así hacia la cuestión catalana, dominada por la perspectiva cercana de los indultos a los presos del procés y la posibilidad, que apuntaba este lunes EL PAÍS, de que el Consejo de Ministros presente la reforma del Código Penal que limitará las penas por sedición.

Todo se precipita con la idea de volver al diálogo que dominó la primera parte de la legislatura y el final de la anterior, cuando el PSOE gobernaba en solitario, pero con apoyo de ERC y PDeCAT, un acuerdo que se truncó precisamente por un intento de negociación de una mesa de diálogo y por la polémica en torno a la figura del relator.

El Govern quiere plantear en la nueva mesa de diálogo la amnistía para todos los implicados en causas judiciales relacionadas con el 1-O y un referéndum de autodeterminación. El Gobierno de Sánchez no puede aceptar ni un referéndum ni la amnistía, que considera inconstitucionales, pero el acuerdo implica que los representantes de la Generalitat puedan plantear este tipo de cuestiones en la mesa aunque el otro lado las vea inviables.

El Ejecutivo quiere lanzar mensajes de distensión en Cataluña y considera que los indultos a los presos del procés constituyen uno de los más eficaces. El Gobierno trata de contrarrestar el argumento de que está perdonando todo a los líderes independentistas y que quedarán sin pena. Los miembros del Gobierno recuerdan que los 12 presos que van a ser indultados ya han cumplido casi cuatro años de prisión en algunos casos y lo único que se va a hacer es adelantar unos meses su salida en tercer grado, que no iba a tardar en la mayoría de ellos. Además, se mantendrá la inhabilitación, por lo que los efectos prácticos del indulto serán limitados, pero se trata sobre todo de una decisión política cargada de simbolismo como gesto a favor de iniciar una nueva etapa de diálogo. “El coste para el país sería dejar las cosas enquistadas como están”, argumentó el presidente a comienzos de semana.

Sánchez asistirá el lunes en Barcelona a un acto de Foment del Treball, en su primer viaje a Cataluña tras la formación del nuevo Govern. En el encuentro, con motivo del 250.º aniversario de la entidad, se entregará la Medalla de Conmemorativa al editor de La Vanguardia, Javier Godó. El presidente quiere normalizar al máximo sus viajes a Cataluña y recuperar cuanto antes un clima de diálogo para afrontar el principal problema político del país, según la interpretación de varios miembros del Gobierno.

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