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El muerto que también protagoniza el juicio de la caja b

La figura del extesorero Álvaro Lapuerta, subrayada por las acusaciones, resulta clave para completar el puzle de corrupción que anidó en el PP

J. J. Gálvez
Álvaro Lapuerta, extesorero del PP, sale de la Audiencia Nacional tras recoger el auto de apertura del juicio oral, en 2015.
Álvaro Lapuerta, extesorero del PP, sale de la Audiencia Nacional tras recoger el auto de apertura del juicio oral, en 2015.Julian Rojas

La voz de Álvaro de Lapuerta Quintero, muerto el 2 de junio de 2018, resonó el pasado miércoles en el juicio que acoge la Audiencia Nacional sobre la caja b del PP. “Yo siempre digo la verdad”, se escuchó decir a quien fuera tesorero del partido, en la grabación de una de las declaraciones que hizo ante el juez de instrucción Pablo Ruz en 2013 y 2014, emitidas en la vista. “En mi vida he obtenido un dinero ilegítimo, sino el que me correspondía [...] No he tenido nunca un ingreso ilegal o dudoso”, insistía en los vídeos, que devolvieron así su imagen al epicentro de la trama de corrupción.

La figura de Lapuerta ha sobrevolado todo el juicio y se erige como una pieza clave para completar el puzle. Las acusaciones han preguntado por él a los testigos y a los investigadores, sabedoras de que el extesorero constituye otra de las conexiones entre la contabilidad paralela y la dirección del PP. De esta forma, tratan de contrarrestar la defensa de los populares, que se esfuerzan en circunscribir en Luis Bárcenas toda responsabilidad —“El PP tenía una única contabilidad y, luego, hay un señor que tenía unos papeles”, dijo el expresidente Mariano Rajoy—, presentándolo como un verso suelto dentro de la organización, que operó durante dos décadas de espalda a la cúpula. Pero los indicios presentados en la vista desdibujan esa tesis.

Antonio Romeral, fiscal de Anticorrupción, resumía el pasado jueves el papel que desempeñó Lapuerta en la trama. Según dijo, junto a Bárcenas, era el “gestor”, “administrador” y “responsable” de la caja b. Y esa afirmación no resulta baladí, pues engarza las maniobras corruptas con el núcleo de la formación: “Estamos hablando de la sede nacional del PP, de la tesorería y de la gerencia. Y, por tanto, estamos hablando del órgano central del partido”, incidió en el juicio Manuel Morocho, inspector jefe de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) de la Policía Nacional.

El vídeo de una de las declaraciones de Álvaro Lapuerta ante el juez de instrucción, emitido la pasada semana en el juicio sobre la caja b del PP.

Lapuerta no era un cualquiera. Fue diputado en siete legislaturas, hombre de confianza de las sucesivas cúpulas y máximo responsable de las finanzas del PP durante 15 años, entre 1993 y 2008, cuando la contabilidad paralela funcionaba a pleno rendimiento, según consideró acreditado la sentencia del Tribunal Supremo sobre la trama principal de Gürtel, conocida como Época I. Además, en ese tiempo, fue el jefe de Bárcenas. Lo supervisaba. “Podría parecer a veces que el señor Bárcenas es la cabeza de turco de toda esta forma de operar”, denunció este lunes Juan Moreno, abogado de Izquierda Unida, personada como acusación popular.

Receptor de donaciones. El despacho de Lapuerta se ha convertido en uno de los escenarios más evocados en el juicio. Bárcenas detalló que hasta allí acudían los empresarios para entregar donaciones al PP. Así lo explicó en la vista uno de ellos, Santiago Lago Bornstein, que ha admitido que en 1997 ejerció como “intermediario” de un grupo francés para aportar 10 millones de pesetas (60.000 euros) al partido, como quedó reflejado en los papeles de Bárcenas. “Hablé con Luis y él me dice: ‘¡Ey, ey! Esto hay que hacerlo como hay que hacerlo’. Me dijo que esto había que entregarlo en el despacho de Álvaro Lapuerta”, especificó Lago, que narró cómo acudió entonces allí y se dio el dinero: “Lo dejó delante de Álvaro y Luis en la mesa del despacho [...] [Lapuerta me] dijo: ‘Que esto se da a cambio de nada, ¿eh?”.

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En una grabación interceptada en la Operación Lezo, la trama de corrupción gestada presuntamente en torno al expresidente madrileño Ignacio González, se describe una estampa similar. Rafael Palencia, expresidente de la compañía Degremont, cuenta cómo pagó mordidas al partido. “Yo periódicamente le entrego treinta, treinta y cinco mil euros. Es una cantidad que voy allí y entrego [...] Se lo doy en un sobre a Álvaro [Lapuerta] y a él [Luis Bárcenas]”.

Entregas de dinero. Cristóbal Páez, exgerente del PP y acusado en este juicio como receptor de 12.000 euros de la caja b y cooperador para la reforma con dinero negro de la sede de Génova 13, también concedió al fallecido un gran protagonismo: “Un día, [Bárcenas] me llama al despacho con Lapuerta. Y me felicita Lapuerta: ‘Estamos muy contentos con tu trabajo, hijo’. Y me dan una gratificación de 6.000 euros. Me dan un sobre con 6.000 euros. Me dicen: ‘Esto no se refleja en nómina porque no se puede… Confórmate, no lo podemos hacer de otra manera”, declaró ante el tribunal.

Pero este testimonio no es el único. Por ejemplo, Luis Fraga, exsenador del PP durante 21 años y sobrino de Manuel Fraga, fundador del partido, aseguró que habló con Lapuerta para que le abonaran un dinero —apuntado en los papeles de Bárcenas y nunca declarado— como “compensación de gastos electorales”. “Me lo dieron en billetes. Se reunieron los dos, [Lapuerta y Bárcenas], en la sexta planta de la sede y me lo dieron. Creo que lo anotan en una libreta…”. También, el exdiputado Eugenio Nasarre contó que Lapuerta le dio 30.000 euros para la Fundación Humanismo y Democracia, que entonces encabezaba, procedentes de la caja b: “Me dijo que lo había conseguido de unas donaciones anónimas”.

Gestor. La Fiscalía Anticorrupción y el juez instructor Pablo Ruz definieron a Lapuerta como coadministrador de la caja b. En esta línea, el exdiputado Jaime Ignacio del Burgo explicó que, en la década de los noventa, el partido —“seguramente, José María Aznar”— autorizó conceder una “compensación económica” a Calixto Ayesa, elegido para ser consejero de Salud de Navarra. El exparlamentario precisó que la decisión se la comunicó el entonces tesorero y que, a partir de entonces, el propio Del Burgo recogía en Madrid el dinero “en metálico” para después dárselo a su compañero. Estas entregas se encuentran recogidas en los papeles de Bárcenas.

En este mismo sentido, Del Burgo señaló que hizo gestiones con Lapuerta para que el partido ayudase a una concejal, cuya vivienda quedó destruida por un atentado de ETA: le entregaron 500.000 pesetas (3.000 euros), también apuntados en la contabilidad paralela. Y Pío García-Escudero, que pidió un préstamo al partido para rehabilitar su vivienda destrozada tras otro ataque de la banda (cuya devolución, en parte, quedó presuntamente reflejada en los papeles de Bárcenas), también resaltó el papel del extesorero: “Lapuerta me dio todo tipo de facilidades. Me dijo: ‘vete devolviéndolo cuando puedas”.

Ingresos en cuentas. Durante el juicio, los agentes de la UDEF y los peritos de la Intervención General del Estado subrayaron que se ha detectado una salida de dinero en 2008 de la caja b por 60.000 euros bajo el concepto “Alv. Lapuerta a cambio de talón ingresado hoy”, que se produjo justo en la misma fecha en la que Lapuerta ingresó un talón de 60.000 euros en la cuenta de donativos nominativos del partido. Según añadieron los investigadores, uno de los sistemas ideados para pasar los fondos de la contabilidad paralela del PP a la oficial, era trocear las donaciones de los empresarios e ingresarlas así en las cuentas de donaciones de la formación.

Compra de acciones. La Policía considera acreditado que Lapuerta adquirió acciones de Libertad Digital con dinero negro extraído de la caja b, al igual que hizo Bárcenas, por lo que ya fue condenado. En la contabilidad paralela queda apuntada una salida en octubre de 2004 de 139.700 euros bajo el concepto “Entrega a Álvaro Lapuerta 1.270 títulos”. En su día, el extesorero defendió ante el juez que las había comprado con su dinero, pero ni el magistrado instructor ni la Fiscalía le creyeron. “Después vendió las acciones e integró ese dinero en su patrimonio”, mantuvo el ministerio público el pasado jueves.

Petición de la Fiscalía. Antes de morir en 2018 con 90 años, la Audiencia Nacional ya había decidido que Lapuerta no podía sentarse en el banquillo por su mal estado de salud. En 2016, apenas unos días antes de que comenzase la vista oral por Época I donde Anticorrupción pedía tres años de cárcel para él, el tribunal concluyó que padecía una “demencia sobrevenida” que impedía juzgarle. Su deterioro se había acelerado desde que entrase en coma en 2013, a raíz de la segunda caída que sufrió en su domicilio en marzo y abril de ese año en “extrañas” circunstancias, según la familia.

Aun así, para entonces, la Fiscalía ya había dejado por escrito las acusaciones contra Lapuerta. También, para el juicio sobre la caja b que se celebra en la Audiencia Nacional actualmente. En este segundo caso, el ministerio público pedía que se le condenara a cinco años de cárcel por delitos de apropiación indebida, falsedad documental y contra la Hacienda Pública. Al igual que el juez instructor, la acusación lo situó al frente de la contabilidad paralela y lo acusó de participar en el plan para pagar con dinero negro parte de la reforma de la sede de Génova. Lapuerta siempre defendió su inocencia en público.

La fase final del juicio

El juicio sobre la caja b del PP, que empezó el 8 de febrero, ha encarrilado ya su fase definitiva. El pasado jueves, las partes comenzaron a exponer sus alegatos finales. La Fiscalía y la Abogacía lo hicieron ese día. Este lunes, continuaron las acusaciones populares. Y, a partir de este martes, proseguirán las defensas. Cuando acaben, los acusados podrán hacer uso de su derecho a la última palabra.



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Sobre la firma

J. J. Gálvez
Redactor de Tribunales de la sección de Nacional de EL PAÍS, donde trabaja desde 2014 y donde también ha cubierto información sobre Inmigración y Política. Antes ha escrito en medios como Diario de Sevilla, Europa Sur, Diario de Cádiz o ADN.es.

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