Paramilitar serbio, ‘gigoló’ en Valencia, viudo huido a China: las vidas inventadas de Ígor el Ruso
La actitud del criminal serbio en el juicio por el triple asesinato de Teruel es muy distinta a la imagen que dio en su primer proceso en España, cuando sonrió a la cámara e hizo el gesto de la victoria
Norbert Feher es Ígor el Ruso. También es Igor Vaclavic, como se hizo llamar en sus primeras fichas policiales. O Marco Bolini, el nombre que figuraba en una tarjeta sanitaria que se le requisó cuando se le detuvo por tres asesinatos en Teruel en diciembre de 2017. El criminal serbio llegó a usar hasta 23 identidades falsas en su huida desde Italia, donde ya había matado a tiros a dos personas. “Conozco a gente por todo el mundo que me facilita estas identidades, de China a Rusia, de España a Italia”, aseguró en la primera sesión del juicio en el que responde por los homicidios del ganadero José Luis Iranzo y los guardias civiles Víctor Romero y Víctor Caballero.
Las pocas veces en las que se le ha podido ver desde que fue detenido, Feher ha mostrado dos versiones de sí mismo. En el primer juicio en enero de 2020 por el tiroteo en el que dejó heridos de gravedad a dos vecinos de Albalate del Arzobispo (Teruel), días antes de los tres asesinatos, el Feher que llegó a la Audiencia de Teruel era desafiante. El criminal serbio hizo la señal de la victoria en la sala a las cámaras y sonreía complacido por la atención mediática. En cambio, el que se ve en el juicio que se celebra esta semana por los homicidios, aun sin perder su frialdad, se muestra sereno y colaborador. Fuentes cercanas al proceso aseguran que la presencia de su abogado español, Juan Manuel Martín Calvente, le tranquiliza. En el primer proceso lo asistió uno de oficio.
Calvente es una de las pocas personas en las que confía Feher, un lobo solitario acostumbrado a sobrevivir en el campo a base de hurtos y atracos. A él le escucha y le manda numerosas cartas, muchas de ellas con rezos. Feher le define como un “ángel” que le ha enviado el cielo. También mantiene correspondencia con una misteriosa novia de Móstoles que se puso en contacto con su letrado en los primeros meses tras su detención y con la que nunca ha tenido un vis a vis.
Los informes psiquiátricos elaborados en España revelan su carácter “antisocial y narcisista” y le muestran como un psicópata plenamente consciente de sus actos. Esta misma imagen describe Marco Forte, el fiscal italiano que investigó sus asesinatos en Italia: “Es capaz de contarte cómo ha asesinado a dos personas como el que te cuenta que ha ido de vacaciones a la playa”.
Tiene una particular forma de entender la fe. En su declaración explicó que mató a los dos guardias civiles porque le sorprendieron cuando fue a recuperar su Biblia que, según él, bien valía cobrarse aquellas dos vidas. Dice su abogado que esa misma creencia religiosa es la que le “impide mentir”. Minutos antes del testimonio de su representado aseguraba que, incluso para él, sus respuestas eran una incógnita porque Feher no es alguien “a quien se pueda dirigir”.
El perfil de Facebook del asesino confeso, todavía activo, incluye el nombre de Ezequiel. Lo adoptó en una estancia en una cárcel italiana tras trabar amistad con el cura del centro penitenciario. Durante aquella condena, contó a sus compañeros de prisión que era un espía ruso que había perdido a su mujer y su hija en un accidente de tráfico, tras lo que se fue a China. La historia se la narró a su compañero de celda, Luigi Sgrima, quien en un documental de la televisión italiana también explicó que años más tarde Ígor el Ruso contactó de nuevo por Facebook para decirle que estaba trabajando de gigoló en España.
Este lunes, Ígor el Ruso dio una nueva versión de su pasado militar y aseguró que cuando tenía 18 años había pertenecido a un “grupo paramilitar que luchó contra los cascos azules de la ONU” en Serbia. El fiscal Forte no lo cree: “No es un soldado experimentado ni nada de eso, pero sí es cierto que es capaz de sobrevivir en el campo por sí mismo. Es algo a lo que está acostumbrado”.
Desde que ingresó en prisión en España ha estado en régimen de aislamiento por su extrema peligrosidad. El día previo al inicio del juicio por el triple asesinato atacó con un azulejo a cuatro funcionarios a los que provocó lesiones. Aunque tiene derecho a salir una hora al patio de día, no abandona jamás su celda. También se ha negado a comer algunas temporadas. El primer día de juicio tampoco probó bocado entre la sesión de la mañana y la de la tarde, a pesar de que la vista había comenzado a las nueve de la mañana y de que se iba a prolongar durante toda la tarde. Para no perder la forma física se dedica a dar pasos en los pocos metros cuadrados en los que vive. En ese espacio dedica innumerables horas a ver el canal DMAX, y es seguidor sobre todo de un programa de buscadores de oro.
Feher sostiene que muchas de sus reacciones violentas se deben al trato que le dan en la cárcel. Por ejemplo, se queja de que le han retirado la medicación para la gastritis que padece. En el segundo centro penitenciario en el que ingresó, el de Zuera (Zaragoza), entabló cierta amistad con Rodrigo Lanza, condenado por el conocido como crimen de los tirantes. Después de Zuera, se le trasladó a Teixeiro (A Coruña) y por último a Dueñas (Palencia).
No le gusta España, afirma, porque dice que hay mucha corrupción. Y tiene cierta fijación con lo que los medios dicen de él. En la primera jornada del juicio aprovechó para recriminar a uno de los abogados que muchas de las preguntas que le estaba planteando provenían de “mentiras de los medios”. Cuando se le juzgó en 2020, utilizó su turno de palabra final para asegurar que “la gente estaba influenciada por la propaganda mediática”. La hemeroteca está llena de las verdades y mentiras con las que él ha construido su pasado.
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