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Iglesias planeaba desde hace meses ceder a Yolanda Díaz el liderazgo de Unidas Podemos

La ministra de Trabajo se había resistido hasta ahora a las sugerencias del todavía vicepresidente segundo

Yolanda Diaz, este lunes en Madrid.
Yolanda Diaz, este lunes en Madrid.Julian Rojas
Xosé Hermida

Los vertiginosos episodios políticos de los últimos días, con la culminación de las elecciones anticipadas en Madrid, han brindado la oportunidad a Pablo Iglesias de concretar la maniobra que venía madurando desde hace tiempo: ceder a Yolanda Díaz el cartel electoral de Unidas Podemos. Así se lo propuso en varias ocasiones a la ministra de Trabajo, pero esta se había resistido hasta ahora, según fuentes de la formación. Díaz ha reaccionado a la propuesta de Iglesias de que asuma la vicepresidencia segunda y sea la candidata de Unidas Podemos en las próximas elecciones generales con un mensaje en la red social Twitter en el que señala que “será un honor” seguir trabajando con el Gobierno de Sánchez. Previamente, el propio Sánchez había dado por hecho su nombramiento.

En público y en privado, el vicepresidente segundo prodigaba en los últimos meses los elogios a Díaz, a quien le une una amistad de años, anterior a la fundación de Podemos. Apelaba a la ministra de Trabajo como una prueba de la rentabilidad que, según él, su formación ha conseguido con la entrada en el Gobierno. En poco tiempo, la dirigente gallega había pasado de ser una diputada que ni estaba en la primera fila a una de las ministras estrella del Gabinete y consolidaba así un “nuevo liderazgo” en Unidas Podemos, según las palabras del propio Iglesias.

Detrás de esas palabras, había un plan que Iglesias manejaba con mucha más discreción: había concluido que él mismo debía dar un paso atrás y convencer a Díaz de que ella sería la mejor baza electoral de la formación. Este lunes, en el vídeo en el que ha anunciado su decisión, lo ha planteado en términos aún más ambiciosos: “Puede ser la próxima presidenta del Gobierno”. Pero Díaz, con un perfil mucho menos agresivo que el de Iglesias, se resistía, según las fuentes consultadas. Ya lo hizo en su momento, antes de llegar al Gobierno, cuando el líder de Unidas Podemos le dijo sin darle opción a la negativa: “Vas a ser ministra de Trabajo”. Ahora afirmaba que su horizonte no iba más allá de completar una gestión en el ministerio que ha conseguido, entre otras cosas, un fenómeno que casi nadie podía esperar: una comunista de carnet que se ha ganado al tiempo la confianza de los sindicatos y de la patronal.

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A pesar de las negativas de Díaz, Iglesias insistía. Y ha visto la ocasión en la convocatoria electoral en Madrid para forzar la jugada y ceder a la dirigente gallega su espacio en el Gobierno y el liderazgo social de la coalición. El fundador de Podemos ha hecho de la permanencia en el Ejecutivo el gran norte de la estrategia política de su organización, pero en lo personal, según dirigentes próximos, nunca ha acabado de verse por completo en el papel. “En contra de lo que se veía desde fuera, en la organización se había instalado la idea de que Pablo no sería el próximo candidato”, comenta un miembro de la dirección. “Él mismo lo insinuó en alguna entrevista, aunque parece que no se lo creían”. Por eso, aunque casi nadie esperaba el movimiento en concreto de Iglesias en la mañana de este lunes, tampoco ha sido una sorpresa total su abandono del Gobierno ni que Díaz sea la elegida.

En vídeo, encuentro con Yolanda Díaz en el Ministerio de Trabajo.Vídeo: EL PAÍS SEMANAL
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Díaz tiene una posición muy libre de ataduras dentro de la coalición encabezada hasta ahora por Iglesias. Aunque proviene de Izquierda Unida, de la que fue líder en Galicia, la abandonó el año pasado, disconforme con la línea del coordinador general y también ministro de Consumo, Alberto Garzón. Mantiene el carnet del PCE y una buena sintonía con su secretario general, Enrique Santiago. Su relación con Podemos es casi exclusivamente a través de su amistad con Iglesias. Mejor enganche ha tenido siempre con la confluencia catalana.

En el Gobierno, la ministra de Trabajo ha protagonizado encontronazos con algunos socialistas, muy en especial con la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, el gran bastión de la ortodoxia en el Gabinete. Eso le ha granjeado también tensiones con La Moncloa en determinados momentos. Pero, a diferencia de Iglesias, la ministra de Trabajo no ha apostado por tensar el pulso aireando las discusiones en público y ha procurado mantenerlas en términos más técnicos que políticos.

Si finalmente fuese la vicepresidenta segunda, Díaz garantizaría a Pedro Sánchez una actitud pública mucho menos beligerante que la de Iglesias. Tampoco es que su figura no despierte recelos entre los socialistas, pero en este caso por motivos bien distintos: es la ministra de Unidas Podemos que tiene mejor imagen entre el votante del PSOE. O sea, una competidora electoral potencialmente más dura de roer.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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