Luis Bárcenas le canta las mentiras al PP
La declaración del extesorero se convierte en una antología de las supuestas prácticas ilegales del partido de centroderecha durante los últimos 20 años
El presidente del tribunal que juzga a Luis Bárcenas por la caja b del Partido Popular (PP) hace un receso a las doce del mediodía “para tomar un café”, y añade:
—El señor Rajoy deseará ir al baño…
Se trata de un lapsus, lógicamente. Quería decir “el señor Bárcenas”, pero no es de extrañar que el subconsciente le haya traicionado. Durante la última hora y media, el extesorero del PP ha explicado con todo lujo de detalles —nombres, fechas, cantidades y artimañas más habituales— la financiación ilegal del PP desde los tiempos de Manuel Fraga a los de Mariano Rajoy, a quien asegura haber entregado en mano 25.000 euros procedentes de una de las últimas partidas de dinero negro.
Sin mascarilla, con las gafas de cerca en la punta de la nariz, los codos apoyados en la mesa y las manos entrelazadas, Luis Bárcenas relata con mucha serenidad, y sin eludir en ningún momento su responsabilidad, la manera en la que el PP se financió ilegalmente desde 1990 hasta 2008.
Lo hace además por su propia voluntad, sin necesitar siquiera las preguntas del fiscal Antonio Romeral, quien por momentos parece interesado en cuestionar a estas alturas la veracidad de los papeles aportados por Bárcenas, unos documentos que el propio extesorero vuelve este lunes a reconocer como auténticos, que EL PAÍS publicó el 2 y el 3 de febrero de 2013 y que el Tribunal Supremo también dio por válidos en octubre de 2020 cuando confirmó la sentencia del caso Gürtel dictada por la Audiencia Nacional. Pero a pesar de la extraña estrategia del fiscal, Bárcenas ha venido a cantar. Y más que un cante nuevo, lo que el extesorero interpreta es una antología de los trucos utilizados por la dirección del PP, ya estuviese en la oposición o en el poder, para cubrir con dinero negro lo que no podía costear con fondos legales.
Lo que cuenta en solo tres horas de declaración, una vez limpio de polvo y paja y colocado en fila, es tremendo. Dice que el método de la doble financiación del partido —una legal y otra en negro— se inauguró cuando Francisco Álvarez Cascos fue secretario general del PP (1989-1999), y que cuando llegaba un nuevo secretario general, el entonces tesorero, Álvaro Lapuerta, se reunía con él, le indicaba los usos y costumbres y le entregaba los primeros sobres de dinero procedentes de empresarios que querían “abonar” el terreno a la espera de tratos de favor. Asegura Bárcenas que, desde Álvarez Cascos a Dolores de Cospedal, todos los personajes importantes del partido —Rodrigo Rato, Jaime Mayor Oreja, Mariano Rajoy, Javier Arenas…— aceptaron sin rechistar los sobres en “pago de retribuciones o de complementos de sueldos”. La explicación que da Bárcenas a que esos prohombres de la política cobraran sobresueldos ya estuvieran en la oposición o en el Gobierno es muy curiosa. Dice que cuando eran simples diputados, recibían un sobresueldo legal del partido por las muchas horas que pasaban en la sede de Génova preparando el asalto al poder. Pero que cuando ya ganaron en 1996 y todos fueron a formar parte del primer Gobierno de José María Aznar, “la ley de incompatibilidad les impedía cobrar la doble retribución y, como eso suponía una merma en los ingresos, se dio la instrucción [desde la dirección del partido] de que había que completarlos con fondos extracontables”, que es la manera fina de llamar al dinero negro. Una cosa es morir por la patria y otra perder dinero.
Bárcenas está lanzado, y aunque el fiscal parece que ha venido a dormir el partido, no hay manera de pararlo. A pesar de que ya se notan en su aspecto las secuelas de los años y la cárcel, quien tuvo, retuvo y este lunes ha venido a ajustar cuentas. A Esperanza Aguirre, que hace unos días acudió presta a las televisiones a enseñar su salón y a dejarlo por mentiroso, le manda un recado: ya ha encontrado las pruebas de que él y Lapuerta, que en paz descanse, le entregaron en mano 60.000 euros contantes y sonantes de parte de un constructor. Y luego, a modo de guinda, relata una escena que, de ser cierta, lanza hacia el PP una acusación tan grave que hasta Pablo Casado tendría que plantearse el voto de silencio. Explica que, tras publicarse los papeles con la contabilidad fraudulenta, un abogado próximo al partido le ofreció 500.000 euros en negro para que fabricara otros papeles, “pero variando los conceptos y las cantidades para hacerlos públicos y que se creara así la confusión de cuáles eran los buenos y cuáles los malos…”. No hubo trato. Bárcenas quería el doble.
Los papeles buenos y los malos, los documentos reales y los falsos, la verdad y la mentira… Hay una frase que, a modo de bala perdida, da en el blanco sin pretenderlo y resume a la perfección los últimos 20 años de la historia del PP. Estaban el fiscal Romeral y el extesorero conversando —llamarlo interrogatorio sería una exageración— sobre la reforma de la sede de Génova 13, cuando Bárcenas explica que la tesorería del PP elaboraba dos tipos de documentos, “unos de verdad y otros de mentira”, porque “había que adecuar el presupuesto, que no era real, a lo que realmente costaba”. Y es entonces cuando, intentando explicar lo obvio, Bárcenas construye a trompicones una frase que es una sentencia:
—Lo que se pagaba en negro era la diferencia entre lo real y lo de mentira.
Será difícil que un legado así, en lo político y en lo económico, pueda redimirse con una mudanza.
El extesorero insiste en acusar a Aguirre
Luis Bárcenas aprovechó este lunes el interrogatorio al que le sometió el fiscal Anticorrupción para insistir en un aspecto que hace unos días contó ante el juez del caso Púnica, Manuel García-Castellón: que él mismo fue testigo de cómo su entonces jefe como tesorero del Partido Popular, Álvaro Lapuerta, entregó en 2007 un sobre con 60.000 euros a quien era, a la sazón, líder del PP en Madrid, Esperanza Aguirre. El dinero, según Bárcenas, lo había llevado un constructor para financiar de manera irregular la campaña de Aguirre a las elecciones autonómicas de ese año.
Tras aquel testimonio, la expresidenta madrileña lanzó una ofensiva de declaraciones públicas y escritos ante el juez para negar la acusación del extesorero. Este lunes, Bárcenas reiteró sus acusaciones durante el juicio de la caja b. Para ello, detalló la supuesta vinculación personal entre Aguirre y el constructor —al que la líder del PP de Madrid negó conocer— a través de Sigfrido Herráez, un miembro del partido muy relacionado con la entonces presidenta, que estaba casado con la hija del empresario y a cuya boda ella asistió.
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