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PSOE y PP ultiman un gran pacto para renovar cuatro órganos clave

Los populares asumen que Podemos dirá que está en el Poder Judicial pero vetan nombres

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se dirigía el miércoles en el Congreso al líder del PP, Pablo Casado.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se dirigía el miércoles en el Congreso al líder del PP, Pablo Casado.Andrea Comas

Noche larga de negociación para el primer gran pacto entre el Gobierno y la oposición tras dos años de guerra permanente. PSOE y PP ultimaban la noche del miércoles el cierre de un gran acuerdo que incluye la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), del consejo de RTVE, del Tribunal Constitucional y del defensor del Pueblo. La fecha límite es este jueves, cuando se vota la mitad del consejo de RTVE en el Congreso. A última hora se discutía de todo, pero en especial de los vetos del PP a candidatos de Unidas Podemos. Los populares aceptan que de alguna manera el grupo de Iglesias reivindicará que está en el Poder Judicial, pero sus vetos retrasan todo.

En las últimas horas, la negociación entró también a discutir los números de la composición del consejo más allá de la propuesta acordada de antemano entre PSOE y PP de que se repartirían diez a diez los vocales. Una de las cuestiones más difíciles de pactar es la presidencia, que en teoría, según el acuerdo ya muy cerrado en los últimos meses, sería para alguien de consenso pero de perfil progresista. El nombre de Pilar Teso sigue siendo el que tiene más posibilidades, aunque nadie descarta sorpresas en el último momento de la negociación. El PP ve con buenos ojos la opción de Teso. Lo que sí parece es que esta vez se guardará ese nombre incluso cuando se anuncie el acuerdo, y solo saldrá cuando los vocales lo nombren, para evitar que suceda como con el juez Manuel Marchena.

Su nombre como presidente del Poder Judicial se dio a conocer con el principio de acuerdo entre el PSOE y el PP en 2018 y acabó renunciando cuando los populares se atribuyeron que gracias a él podría “controlar por la puerta de atrás la sala Segunda” del Supremo, la más importante, que juzga los grandes delitos de corrupción y el procés. Esta vez se está buscando una cautela mucho mayor para evitar que el pacto salte por los aires por tercera vez, ya que también estuvo prácticamente cerrado en agosto de 2020.

La batalla está en esta ocasión en el relato del acuerdo, en cómo se cuente, porque el negociador del PP, Teodoro García Egea, ha jugado fuerte los días previos asegurando que Podemos no estará en el consejo. El secretario general de los populares dijo el lunes en la cadena Cope que el partido de Iglesias no va a “tener personas” en el órgano de gobierno de los jueces. Y que eso ya estaba aceptado por el PSOE.

La gran incógnita es qué presencia tendrán los de Pablo Iglesias en el CGPJ, porque el PSOE siempre dijo que estarían representados. En Unidas Podemos se muestran convencidos de que los socialistas no les dejarán fuera porque eso sería como decir “que han cambiado de socios” y ahora quieren hacer los acuerdos con el PP.

Unidas Podemos ha asumido que este pacto se negocie con los populares y que lo haga el sector socialista, pero siempre que ellos tengan al menos dos representantes cercanos a su sensibilidad política. De lo contrario, sería una ruptura muy grave dentro de la coalición, que en este momento no parece estar en los planes del PSOE. Este es el asunto que más está complicando el cierre de la negociación, que según todas las fuentes consultadas es inminente, pero no acaba de concretarse pese a las reuniones y conversaciones constantes entre los dos grupos.

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El PP se agarrará a que se han excluido los dos nombres que proponía Unidas Podemos hace meses para el consejo: el del magistrado José Ricardo De Prada, clave en la sentencia del caso Gürtel que motivó la moción de censura que tumbó a Mariano Rajoy, y por tanto anatema para el PP; y Vicky Rosell, una jueza que ha sido diputada de Unidas Podemos y ahora es delegada del Gobierno contra la Violencia de Género.

Fuentes del PP reconocían el miércoles que no iban a “poder evitar” que Unidas Podemos reclamara como afines a otros magistrados progresistas de reconocido prestigio que formen parte de la composición final. Como ejemplo señalaban al juez Ignacio Espinosa, que es tío del ministro de Consumo, Alberto Garzón, pero cuya trayectoria profesional está fuera de toda duda porque ha sido 15 años presidente del Tribunal Superior de Justicia de La Rioja. Espinosa ha sido portavoz de la asociación progresista Jueces para la Democracia.

En el PP insisten en que Podemos “ha estado fuera de la negociación” y señalan que los 12 vocales jueces elegidos proceden de la lista de 50 que elaboraron los propios magistrados en 2018, por lo que ahí no entrarían propuestos por Podemos. El margen está en los ocho vocales que son juristas y no salen de esa lista, en los cuales el PP enfatiza que deben ser también de “reconocido prestigio”.

Otra de las discusiones de la negociación es cómo incorporar al PNV, un aliado del Gobierno que siempre ha mostrado interés por estar en este órgano en el que históricamente ha tenido un representante, como lo tuvo también CiU en su momento, aunque ahora los independentistas no parecen interesados. El puesto para un juez cercano a los nacionalistas parece seguro, pero no está claro si quedaría dentro de la cuota del PSOE o de la del PP.

Los socialistas quedarían en una posición muy débil si reparten su cuota entre varios, mientras el PP no parece tener ninguna intención de distribuir su parte con Vox, el otro partido de la derecha con importante representación en este momento. Ciudadanos se ha quedado fuera por decisión propia, porque no comparte esta forma de elección del Poder Judicial. Los populares tendrían así un bloque más grande y homogéneo si los socialistas reparten su cuota, a pesar de que el PSOE tiene 32 escaños más que el PP y está en el Gobierno.

El pacto encaja en la estrategia de Casado de moderarse tras la moción de censura en la que rompió con Vox, pero no deja de ser sensible para sus intereses porque el contexto es el de que los populares siguen acosados de cerca por la extrema derecha, que les ha casi cuadruplicado en escaños en las elecciones catalanas y doblado en votos.

El miércoles, el líder del PP reconoció por primera vez el “coste a corto plazo” que le está suponiendo esa ruptura con el partido de Santiago Abascal, pero a pesar de ello se reafirmó en seguir por ese camino de representar un centro derecha moderado que profundice la separación con Vox. “No busco ningún voto que no busque convivir. Yo sí di un paso adelante, y no daré ninguno atrás”, dijo Casado en el Congreso, en un debate en el que moderó el tono respecto a Sánchez.

El equipo del líder popular sabe que este acuerdo será utilizado por Santiago Abascal para desgastar al PP, y por eso quiso esperar a cerrarlo a que pasaran las elecciones catalanas, para evitar el coste electoral. El pacto llega, de hecho, solo diez días después de esos comicios. Abascal se anticipó cargando contra Casado antes de conocerse si habría acuerdo. “Señor Casado, qué flaco favor se está haciendo usted, qué flaco favor está haciendo a su partido y a España diciendo que quiere pactar con Pedro Sánchez, como si fuera algo distinto a pactar con Iglesias”, le espetó en el debate.

El líder de Vox acusó al del PP incluso de ser “cómplice” de los disturbios en las calles por su entendimiento con el Gobierno. Vox amaga con una nueva moción de censura para seguir tratando de disputarle al PP el liderazgo de la oposición.

Con el pulso en la derecha más que abierto, Casado está dispuesto a que el acuerdo con el presidente del Gobierno para la renovación de las altas instituciones no sea el último. El líder del PP cree que tiene que “ensanchar el espacio de la moderación”, como le propuso a Sánchez, para que los dos puedan ganar dentro de él, y eso pasa por estar “dispuesto a mancharse” para llegar a acuerdos con el Ejecutivo.

La negociación con el PP está suponiendo una tensión añadida en la coalición de gobierno, que vive ya momentos de máxima dificultad interna a cuenta de la ley de vivienda, un asunto clave para Unidas Podemos y que está muy lejos de un acuerdo. El grupo de Pablo Iglesias prefiere que todo se negocie dentro del bloque de investidura y era un gran defensor de la reforma legal que permitía renovar el Poder Judicial sin el PP. Este acercamiento entre populares y socialistas tensa la coalición, pero Iglesias ya dejó claro en la tribuna del Congreso que él cree que las grandes decisiones de país se tomarán dentro del bloque de la investidura y después de este acuerdo puntual el PP se quedará fuera de ellas. El PSOE, por el contrario, está cómodo en el máximo consenso y unidad posible con la oposición.

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