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Iceta, “nasío’ para pactar”, enseña su plan para Cataluña

El nuevo ministro estrena su talante en el Congreso con un debate de fondo ante los portavoces de ERC y Junts

La portavoz de JxCat en el Congreso, Laura Borrás, entre el ministro de Política Territorial y Función Pública, Miquel Iceta, a su izquierda, y el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, durante la sesión de control al Gobierno de este miércoles en el Congreso de los Diputados. En vídeo, Iceta recuerda que la voluntad del Ejecutivo es resolver problemas.
Javier Casqueiro

Nasío para pactar”. Así se ha autodefinido este miércoles en su estreno en el Congreso el nuevo ministro de Política Territorial, el catalán Miquel Iceta. Hubo preguntas de control al Gobierno e interpelaciones de rivales políticos directos del PSC en las inminentes elecciones catalanas, pero no fue un debate electoral duro ni desagradable, como los que acostumbran a producirse desde hace meses en las Cortes. Hasta el punto que sus interlocutores independentistas acabaron por reconocer su habilidad. Iceta enseñó su plan para Cataluña. Pero sobre todo, y tras 40 años entre todas las bambalinas políticas catalanas, del PSOE y del PSC, Iceta mostró que un ministro recién llegado se puede presentar en el Congreso y hablar sin papeles, responder sobre lo que se le pregunta, reconocer cambios de opinión y de criterios sin renegar de nada y no cerrarse ninguna puerta.

Al nuevo ministro le habían advertido en su gabinete de que su primera aparición en las habitualmente broncas sesiones de control al Gobierno en el Congreso sería una especie de examen sobre sus declaraciones de intenciones ante el eterno conflicto político de Cataluña. Y así sucedió. Las elecciones en Cataluña están a apenas 11 días y la tentación de utilizar el hemiciclo de las Cortes como gran megáfono de consignas era demasiado potente como para obviarla.

El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, en los últimos meses revestido de aliado recurrente del Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos, usó su turno de preguntas al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para cuestionar la oportunidad de cambiar precisamente ahora a Iceta por el exministro Salvador Illa para “priorizar los votos por encima de salvar vidas”. La portavoz de Junts per Catalunya, Laura Borràs, candidata de esa formación a los comicios del 14-F, se despidió como diputada interrogando a Iceta sobre los incumplimientos que entiende reiterados del Gobierno central sobre su comunidad. Rufián, además, protagonizó más tarde todo un duelo dialéctico sobre los planes generales del ministro ante el llamado conflicto catalán.

Iceta no quiso rehuir la ocasión, ni escudarse en su condición de novato en el ministerio. Confesó que quería ser sobre todo “sincero”. Y avanzó algunas pistas sobre sus planes, para Cataluña y para sus actuales funciones. Pero antes se ganó de entrada cierta confianza tanto de Rufián y de Borrás, que hasta parecía que se contenían para no mostrarle incluso admiración por su trayectoria política y por su talante. Rufián llegó a confesar que cuando estaba en el colegio Iceta ya peroraba por los atriles políticos. Y el ministro le confirmó su veteranía, pero para subrayar que desde 1978 lleva defendiendo con distintos acentos, responsabilidades y matices el complejo encaje de Cataluña en la Constitución vigente.

Para entender el debate y los planes de Iceta sobre Cataluña y España, antes el presidente y líder del PSOE, Pedro Sánchez, tuvo que precisar que ha enviado a Salvador Illa a Cataluña como candidato del PSC “para hacer frente también allí a la emergencia sanitaria” provocada por la covid-19 como ha hecho en estos últimos meses como ministro de Sanidad y sobre todo para superar la situación creada por la reclamación independentista de la última década.

Aclarado ese punto, Iceta escuchó de la candidata Borràs una sinfonía de reproches por la “incompetencia” de Illa y la de todo el Ejecutivo central por su “larga lista de incumplimientos”. La aspirante de Junts anticipó cuál podría ser su tipo de interlocución si llega a presidenta del Govern catalán: “Mucha confianza no inspira un gobierno republicano que protege a la monarquía, un gobierno federalista que recentraliza competencias, un gobierno progresista que no mueve ni un dedo para detener la represión”.

El ya ministro insistió ante Borràs, Rufián y luego hasta ante una diputada del PP que su apuesta es “por el diálogo, para resolver cuantos más problemas mejor” y por acabar con “la estrategia de confrontación”, especialmente del último president catalán, Quim Torra, que llegó a pregonar que lo peor para la independencia era progresar en el desarrollo de la autonomía catalana. Constató que la época de las mayorías absolutas se acabó hace tiempo. No renegó de su apoyo a una España federal con Cataluña y otras autonomías como una nación de naciones, algo previsto hasta en ocho estatutos, pero refrescó que esas tesis ya las teorizó Manuel Fraga, el histórico patrón de Alianza Popular.

El momento más sorprendente, novedoso y esperanzador del debate fue cuando el portavoz de ERC, el siempre caústico Rufián, interpeló de manera más genérica a Iceta sobre sus planes para Cataluña y los dos políticos optaron por desarrollar algunas de sus ideas, sin papeles ni argumentarios ni insultos prefijados. Rufián planteó a Iceta cinco preguntas que en realidad se resumían en dos: sus posiciones teóricamente más nacionalistas en Cataluña expresadas en el pasado como dirigente del PSC y sus compromisos y apuestas de futuro como ministro de España. Ironizó incluso con que en el resto de España se ve a Iceta como un peligroso “soberanista y filoindependentista”.

El diputado republicano recuperó todo un listado de manifestaciones de un Iceta que mostró su disposición a entender los postulados favorables a una consulta sobre la autodeterminación y que al tiempo presumía de que jamás visitaría a los políticos independentistas presos por el procés. Rufián intentaba así evidenciar sus contradicciones y achacarle “el grave error político” que derivó en la intervención de la Generalitat con el artículo 155 de la Constitución y la violencia que se desató en las calles y colegios electorales en el referéndum ilegal del 1-O. “Usted calla lo que piensa y lo que dice a veces cuando no le oyen, espero que como ministro deje de callar”, concluyó Rufián.

El dirigente del PSC no eludió sus cambios de criterio y su evolución política en estos años, para reconocer también que se pudo equivocar al haber entendido al comienzo del procés que la consulta sobre la autodeterminación podría haber sido una buena idea hasta que constató su utilización por parte de los partidos separatistas. Iceta reafirmó que “el error más grave que se puede cometer”, al margen de no respaldar algunas actuaciones de las fuerzas de seguridad durante el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017, fue que los responsables independentistas se saltaron entonces la legalidad vigente. Rufián replicó que, según su criterio, más relevante que la ley es la propia democracia, es decir, votar.

Rufián había recordado antes una proclamación de su mentor en ERC, Joan Tardá, sobre que ni la independencia ni continuar en España se puede imponer solo con el 50% de los respaldos de los electores y el ministro replicó que el peor día de su vida política fue precisamente cuando en el Parlamento catalán se quiso llevar a la práctica una votación ilegal “que rompía la Constitución y el Estatuto” sin la presencia de toda la oposición.

Iceta resumió su plan para Cataluña en tres puntos: el programa electoral socialista, el acuerdo de Gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos y la agenda pactada en Barcelona para el reencuentro entre el presidente, Pedro Sánchez, y el expresidente catalán, Quim Torra, que propició la ahora renovada mesa para el diálogo. “Ahí está nuestro plan, nuestra oferta, pero para que el diálogo sea fructífero se necesita que las dos partes realmente lo quieran y lo demuestren con actos y con hechos”, acabó Iceta. El pleno acabó y continuó la campaña catalana.



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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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