Laya: “No renunciamos a la soberanía de Gibraltar, pero no podemos quedar ahí otros 300 años”
La ministra de Asuntos Exteriores defiende en el Congreso que España haya “aparcado” su demanda de soberanía sobre Gibraltar para facilitar un acuerdo con el Reino Unido
Puestos a elegir entre “la honra y los barcos”, el Gobierno ha preferido quedarse con los barcos y reemplazar conceptos como “honor y humillación” por otros como “corresponsabilidad e interdependencia”. La ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, defendió este miércoles en el Congreso que España haya “aparcado” su demanda de soberanía sobre Gibraltar para facilitar un acuerdo con el Reino Unido que traerá ”beneficios concretos para nuestros ciudadanos y nuestras empresas”. “No hemos renunciado a la soberanía”, matizó la ministra, “pero no podemos quedar ahí otros 300 años”. Las razones de pragmatismo esgrimidas por González Laya convencieron a la mayoría de los grupos representados en la Comisión de Exteriores del Congreso, con la excepción del flanco derecho. PP y Vox permanecen fieles al dicho atribuido al patriótico almirante Méndez Núñez que la propia Laya había traído a colación para revisarlo: antes la honra que los barcos.
El preacuerdo entre España y el Reino Unido sobre el estatus de Gibraltar tras el Brexit, alcanzado cuando 2020 consumía sus última horas, ha constituido un auténtico “trabajo de orfebrería”, presumió la ministra. “¿Cuál habría sido el coste del no acuerdo? ¿Volver al sistema de la verja levantada en 1908, aunque más rígido y más duro? ¿El único Brexit duro de la UE?”, apuntó Laya en defensa de su apuesta por “avanzar en el terreno práctico de los intereses nacionales” y dejar de lado “300 años de rutina reivindicativa”. La ministra destacó los beneficios que, según ella, traerán el levantamiento de la verja, la inclusión de Gibraltar en el espacio Schengen, la participación española en los controles fronterizos del puerto y el aeropuerto del Peñón, así como el compromiso de las autoridades de la colonia de acogerse a la legislación europea sobre el IVA y los impuestos especiales. González Laya tuvo un agradecimiento expreso al papel jugado por el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo. Algunos diputados de la oposición se lo reprocharon, pero ella insistió: “Yo sigo lo que me decía mi abuela: ‘Es de bien nacidos ser agradecidos”.
PP y Vox se descuelgan del apoyo
El acuerdo recibió los parabienes de los grupos nacionalistas y el asentimiento implícito de Ciudadanos, cuya diputada Marta Martín lo calificó de “pragmático”. Fueron PP y Vox quienes se encargaron de revindicar la honra y enarbolar la bandera. Casi literalmente. “A ustedes les dan igual la soberanía y la bandera”, reprochó el senador del PP —en la comisión podían estar representantes de ambas Cámaras— Rubén Moreno. “Se renuncia a reclamar algo que veníamos reclamando desde 1714. Es un giro de 180 grados”, insistió el portavoz popular, quien interpretó esa actitud del Gobierno como fruto de su “debilidad nacional” y su “falta de idea de España”. Según Moreno, el acuerdo no impedirá que el Peñón siga siendo “un casi paraíso fiscal” y estrangulando de ese modo la economía del Campo de Gibraltar. El senador del PP pasó por alto que ese giro respecto a Gibraltar viene ya del Gobierno de Rajoy, cuando el entonces ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, aparcó la reclamación de soberanía para buscar acuerdos con el Reino Unido.
El Peñón es uno esos asuntos que inflaman las emociones en Vox. Hace unos años, su ahora secretario general, Javier Ortega Smith, nadó tres kilómetros hasta la Roca e hincó allí, con gesto heroico, una bandera de España. Este miércoles fue el más comedido Iván Espinosa de los Monteros —y no Ortega Smith— el elegido para dar la réplica a la ministra. El portavoz de Vox arrancó con unas palabras para subrayar que —pese a las dudas suscitadas por discursos de otros dirigentes, como su propio líder, Santiago Abascal— su partido se considera “europeísta” y lamenta que el Brexit se haya consumado. Según Espinosa de los Monteros, esta era una “oportunidad histórica” para reclamar el Peñón, y España la ha desperdiciado. El tono más bien moderado de su intervención se truncó con la traca final: el acuerdo es “el beso de Judas con el que España entrega Gibraltar”. González Laya se mantuvo en su reivindicación del pragmatismo: “Hemos pasado de la palabrería a los hechos”.
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