Arancha González Laya: “La última palabra sobre quién entra en Gibraltar la dirá España”
La ministra de Exteriores afirma que “sin renunciar a nada” el Gobierno quiere “construir una nueva relación con el Peñón”
La ministra española de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya (San Sebastián, 51 años), rehúye los aspavientos y palabras altisonantes. Su larga experiencia internacional le ha enseñado que ninguna negociación tiene largo recorrido si se plantea en términos de victoria o derrota. En conversación telefónica con EL PAÍS, un día después de haber sellado con su homólogo británico, Dominic Raab, casi en tiempo de descuento, el pacto para incluir a Gibraltar en el espacio Schengen (que elimina las fronteras entre 26 países europeos), se muestra muy cauta. Aunque el acuerdo, que supondrá el derribo de la Verja que cerró Franco, cambiará la relación de la colonia británica con España más que ningún otro hecho en los últimos 300 años.
Pregunta. ¿Quién ha ganado y quién ha perdido con el pacto?
Respuesta. Ha perdido el siglo XIX y ha ganado el XXI. Lo que hemos visto es un cambio de paradigma que no está hecho de concesiones sino de convergencia de intereses entre gibraltareños y españoles, ambos europeístas. Y eso es fruto del Brexit.
P. Su predecesor, José Manuel García-Margallo, cree que se ha perdido la oportunidad de poner la bandera en el Peñón.
R. Ahí es donde todos los intentos anteriores han fracasado. Y eso no ha beneficiado a ninguna de las dos partes. Lo que hemos hecho ahora es aparcar las cuestiones relativas a la bandera, sin renunciar a nada, e ir construyendo mientras tanto la vía de la corresponsabilidad en la gestión, una interdependencia más equilibrada, justa y leal.
P. La frontera de Gibraltar ya no estará en la Verja, sino en el puerto y el aeropuerto. Admitir que se instale un control Schengen en este último ¿no significa reconocer implícitamente la ocupación británica del istmo?
R. No, porque el primer artículo del principio de acuerdo dice claramente que ahí no se habla de soberanía. Nadie cede un ápice [en su reivindicación]. Lo que significa es que, para poder entrar en un Gibraltar integrado en el espacio Schengen, la responsabilidad del control está en manos españolas. En el puerto y en el aeropuerto.
P. ¿Significa que la última palabra sobre si alguien entra o no en Gibraltar la tendrá España?
R. Claro, porque la gestión del control de entrada al espacio Schengen pertenece a España.
P. ¿Habrá presencia de agentes españoles en Gibraltar? ¿Cómo se va a materializar?
R. Prefiero informar primero al Congreso de estos detalles...
P. Pero usted ha hablado con los portavoces [de los grupos] y algunos ya cuentan que habrá presencia española…
R. Evidentemente, tiene que haber una presencia española para ejercer las labores mínimas de control de Schengen.
P. Aplicarlo supone acceder a su base de datos...
R. Schengen es un conjunto de normas, procedimientos e instrumentos para aplicarlas, incluida su base de datos, a la cual solo España tiene acceso. No lo tiene Gibraltar ni el Reino Unido. Por eso la decisión última sobre quién entra en el espacio Schengen es española, claro que sí. Además, Schengen es un conjunto de procedimientos: cómo se hace el control, qué se puede pedir, cuáles son los documentos. En esa parte procedimental es donde, en el período de implantación de cuatro años, pediremos la asistencia de Frontex, la agencia europea de fronteras.
P. Tras esos cuatro años ¿serán policías españoles los que hagan esa función? El ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, asegura que se puede prorrogar la presencia de Frontex.
R. Tenemos un mecanismo para el ejercicio de los controles de Schengen con carácter general y luego una modulación para el periodo de implantación. Tras los cuatro años, se aplica el sistema general, pero cualquiera de las partes tiene la posibilidad de pedir unas consultas para analizar cómo ha funcionado. Es una posibilidad no una obligación. En todo caso, lo importante no es el procedimiento, sino que la aplicación de Schengen en Gibraltar es responsabilidad española, desde el primer momento.
P. Con este pacto, la relación del Peñón con la UE puede ser más intensa que antes del Brexit.
R. Esa es la gran paradoja. No olvidemos que más del 95% de los gibraltareños votaron a favor de seguir en la UE. Ha habido una confluencia de intereses que se refleja en el principio de acuerdo al que hemos llegado, pero hacen falta mayores dosis de confianza, y así lo hemos entendido ambas partes. Para crear esa confianza hay elementos importantes, como el que Frontex haga esos controles.
P. El acuerdo incluye un régimen aduanero para mercancías.
R. Habrá libre circulación de mercancías, no de servicios, y se tienen que arbitrar una serie de mecanismos y procedimientos aduaneros para ver cómo se ejecutan los controles, que no tienen por qué hacerse en la frontera [en la Verja], sino en espacios habilitados al efecto.
P. ¿Está satisfecha con las medidas tomadas por Gibraltar contra el contrabando de tabaco?
R. El diferencial en el precio del tabaco se ha reducido significativamente en un año. Eso también es recuperar soberanía: si tienes al lado un espacio que te hace competencia desleal en materia de fiscalidad, tu soberanía se erosiona. Ha habido pasos concretos que serán recogidos y amparados en el futuro tratado.
P. Hasta que el acuerdo con Londres se plasme en un tratado entre la UE y el Reino Unido, Gibraltar será frontera exterior de la Unión ¿qué medidas van a tomar para evitar las colas?
R. El acuerdo ya ha sido depositado en Bruselas, a partir del lunes empezará su tramitación y estimamos que puede tardar unos seis meses. Mientras, usaremos la flexibilidad que da Schengen para buscar la mayor fluidez posible en lo que técnicamente es desde el viernes una frontera exterior de la Unión.
P. El líder del PP, Pablo Casado, aún no se ha pronunciado sobre el pacto, que ha elogiado el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, de su mismo partido ¿qué espera de la oposición?
R. Llamé al presidente de la Junta antes de anunciar públicamente el acuerdo. Yo haré todo lo posible para que esto se trate como una política de Estado. No puedo hablar por los demás, pero deseo que todas las fuerzas políticas lo entiendan así. Estamos ante una cuestión que debería salir de la pugna política más allá de que yo rinda cuentas [ante el Congreso] como haré tras la pausa navideña.
P. Usted fue muy criticada por reunirse en julio con Picardo.
R. Al final, una negociación política es también el resultado de una relación personal y de entender si hay o no una convergencia de intereses Y para eso, qué mejor que verificarlo. En cuestiones que tienen una gran carga emotiva, a veces el griterío ahoga el sentido común. Pero, sin abandonar los principios, buscamos construir una nueva relación [con Gibraltar].
Policías españoles presentes, pero invisibles en el Peñón
El Gobierno español ha sacrificado la visibilidad en aras a la eficacia. Desde el momento en que entre en vigor el acuerdo entre la UE y el Reino Unido sobre Gibraltar, previsiblemente este verano, habrá agentes españoles en el puerto y el aeropuerto del Peñón. No podría ser de otra manera, pues los españoles son los únicos que pueden acceder a los sistemas informáticos de Schengen y comprobar si un viajero puede o no entrar en el espacio europeo sin fronteras. Sin embargo, los policías españoles trabajarán entre bambalinas mientras que de cara al público solo figurarán los aduaneros de la agencia europea de fronteras (Frontex). Se trata de que los viajeros que lleguen a la colonia británica sean abordados por agentes que lleven la bandera europea en el uniforme y no la española. Pasados cuatro años, los miembros de Frontex deberían ser sustituidos por policías españoles, pero el acuerdo prevé un trámite de consultas en el que el Gobierno gibraltareño ha adelantado que podría pedir una prórroga de la presencia de Frontex. Dependerá de si la situación se ha normalizado en 2025 hasta el punto de que resulte indiferente qué bandera luce el aduanero en el uniforme, teniendo en cuenta que probablemente más de un agente de Frontex será español. El espacio físico donde se ubicarán los policías españoles en Gibraltar fue uno de los puntos que retrasó a última hora el acuerdo, aunque el nudo gordiano se cortó cuando Londres no tuvo más remedio que aceptar que los agentes de Frontex solo podían depender de España.
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