La marca España, tocada por la pandemia
Exteriores no cree que la crisis sanitaria haya dañado la reputación internacional del país pero un estudio del Instituto Mesias apunta que ha caído 20 puntos
“España es el peor de la clase. Sus políticas venenosas han empeorado la pandemia y la economía. Tiene las peores cifras de Europa en ambos terrenos”, escribía el 3 de octubre el semanario británico The Economist. “¿Es España un estado fallido?”, se preguntaba el día 10, en el diario suizo Neue Zürcher Zeitung, el profesor de la Universidad Bundeswehr de Munich Friedrich Leopold Sell. “Todavía no, pero no le falta mucho”, respondía él mismo. “España ha perdido el control de la pandemia de nuevo. Resulta imposible pasar por alto el fracaso del Estado”, remachaba días después el alemán Frankfurter Algemeine Zeitung.
Son tres muestras del estupor con que la prensa internacional contempla la escalada del coronavirus en España y, sobre todo, la falta de cooperación entre instituciones y partidos, que han convertido la pandemia en campo de batalla política. En un país que depende del turismo y del maná financiero de la UE para su recuperación, la idea de que es incapaz de gestionar de manera eficiente su sanidad y su economía puede tener efectos demoledores.
Manuel Muñiz, secretario de Estado de España Global (el departamento que ha heredado la gestión de la Marca España) no ve motivo de alarma. Admite que, en lo peor de la crisis, se produjo “una concentración de coberturas [informativas] negativas”, pero sostiene que “no hay que sobredimensionar el impacto de media docena de artículos en prensa”.
Este doctor en Relaciones Internacionales al que la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, fichó en enero pasado, cree que España no tiene un problema de reputación diferente al de otros países que están sufriendo la pandemia. “Los españoles tenemos un fuerte sentido autocrítico y nos percibimos peor de lo que nos ven los otros”, sostiene.
Reconoce, eso sí, que la polarización sirve de amplificador de las malas noticias y que la “hipérbole permanente” de algunos líderes políticos no ayuda. Tampoco cree que la reforma del sistema de elección del Poder Judicial, aparcada ahora, pueda dañar el prestigio del Estado de Derecho español en la UE, pese a las críticas de organismos como el Grupo de Estados contra la Corrupción (Greco) del Consejo de Europa.
Como prueba de la resiliencia de la imagen de España, se remite al informe La reputación de España en el mundo 2020, del Real Instituto Elcano, que asegura que “la crisis de la covid-19 no ha tenido un impacto destacado en la reputación de España” y que su posición se estabiliza, con una puntuación de 76 sobre 100, en el puesto número 13 del ranking mundial.
El problema es que el trabajo de campo de este estudio, conocido en septiembre, se hizo entre marzo y abril pasados, al inicio de la pandemia. Más reciente es el Barómetro Internacional Covid-19 del Instituto Mesias, un think tank independiente dedicado a monitorizar la Marca España.
Los primeros resultados de la investigación, aún no publicada, muestran que la imagen de España ha caído 20 puntos en los países no hispanohablantes, especialmente en los nórdicos. Lo más preocupante es que solo el 29% de los 1.735 encuestados (titulados universitarios, en su mayoría doctores) considera a España capaz de hacer frente a la crisis sanitaria y solo el 28% cree que es un buen lugar para invertir cuando se supere la pandemia. En el lado positivo, un 84% la recomendaría como destino turístico una vez que se venza al virus.
Aunque Muñiz se resiste a asumir que haya una cobertura negativa de España en la prensa internacional, subraya que las reuniones periódicas con corresponsales extranjeros en Madrid y los briefings de las embajadas españolas con la prensa local son parte de la diplomacia pública con la que intenta contrarrestar prejuicios y tópicos, además de las 130 entrevistas concedidas por González Laya a medios internacionales desde que comenzó la crisis.
“El ejercicio de construcción de reputación es permanente y la pandemia supone un reto”, asegura. La Secretaría de Estado de España Global, de la que dependen también otros organismos como la Oficina de Información Diplomática (OID), dispone este año de un presupuesto total para todas sus políticas de 1,7 millones de euros, aunque algunas de sus iniciativas son cofinanciadas por asociaciones empresariales.
En junio pasado, Exteriores, la CEOE, la Cámara de Comercio de España y el Foro de Marcas Renombradas lanzaron la campaña Spain for sure (España, seguro o por supuesto), en la que artistas, chefs, científicos y deportistas promocionaban la imagen del país tras la primera ola del coronavirus. La idea es relanzar la campaña en diciembre, esta vez con la colaboración de extranjeros que han elegido vivir en España. Pero será imposible vender que España es un país seguro si antes no se logra que lo sea en realidad.
El regreso de los turistas a Canarias
Lograr que el Reino Unido y Alemania sacaran a Canarias de la lista negra de destinos no recomendados era el objetivo más urgente de España Global. Canarias tiene su temporada alta en invierno y la ausencia de turistas británicos y alemanes (5,5 millones en 2019, 56% del total) suponía una catástrofe añadida para su maltrecha economía. Finalmente, Berlín y Londres levantaron el veto la semana pasada, por lo que sus ciudadanos ya pueden viajar archipiélago sin someterse a una cuarentena a la vuelta. Exteriores, Sanidad y Comercio trabajaron ante los dos gobiernos a través de las respectivas embajadas, aunque la clave estuvo en bajar la incidencia de contagios por debajo de 50 por 100.000 habitantes en los últimos siete días.
Exteriores sigue trabajando ahora con el objetivo de establecer corredores turísticos seguros para todas las autonomías que lo soliciten y cumplan ciertos requisitos sanitarios. Bajo paraguas europeo, negocia acuerdos bilaterales que permitan viajar a los turistas que se hagan una prueba diagnóstica antes de partir y otra antes de volver a casa. Si esta última diera positivo, pasarían la cuarentena en su lugar de vacaciones sin coste alguno.
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