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Sánchez busca en Roma la ‘bendición’ del Papa

El presidente viaja el sábado al Vaticano para proyectar una imagen de acercamiento con el jefe de la Iglesia Católica

La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, en su reunión con el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, en octubre de 2018.
La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, en su reunión con el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, en octubre de 2018.Ministerio de la Presidencia

La semana se anunciaba pronunciada como la cuesta del Calvario. El pico llegaba miércoles y jueves en el Congreso, con el ala más conservadora de las bancadas con el cuchillo en la mano y un PP con su voto todavía por definir. Pero al final de la pendiente, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sabía que esperaba a una recompensa. La foto con el papa Francisco, la primera vez que el Pontífice recibe a un presidente español desde abril de 2013 —cuando Mariano Rajoy le visitó con su esposa recién llegado Jorge Mario Bergoglio a la silla de Pedro—, era un comodín extraordinario. Y lo usó. Antes y, también, durante el debate. Citó su última encíclica, se refirió a él como figura “inspiradora”, aseguró que “la fe es imprescindible” y llegó a cuestionar los valores cristianos del líder de Vox y autor de la moción de censura, Santiago Abascal. La instrumentalización ha sido total. Justo lo que no suele entusiasmar al Vaticano, que prefiere poner a salvo la figura del Papa en las divisiones internas de cada país.

El Gobierno está eufórico con la visita del sábado (prevista para las 9.30), en la que el presidente estará acompañado por su esposa, Begoña Gómez. Llega en un momento perfecto para lanzar el mensaje de que el presidente no es un radical izquierdista, como le dibuja la oposición, sino un hombre abierto capaz de entenderse bien con el jefe de la Iglesia católica. El Vaticano, que ha aceptado recibirle en un momento estratégico, muy consciente del impacto político que podía tener, no había anunciado este jueves oficialmente todavía la visita de Pedro Sánchez. Pero desde Moncloa se filtró la semana pasada y se comunicó luego por escrito con mucha antelación. El presidente adelantó también durante su viaje a Roma del martes, donde mantuvo una reunión bilateral con su homólogo Giuseppe Conte en el foro Italia-España, que invitaría al Papa a visitar España “cuando buenamente se pueda”. Un movimiento que busca estrechar todavía más el vínculo con el Vaticano en un momento de extrema polarización en torno a la figura del Pontífice.

La visión aperturista del papa Francisco sobre algunos asuntos, especialmente de carácter social (como su último comentario a favor de las uniones civiles entre homosexuales), ha generado una insólita división en la Iglesia y en sus aledaños de poder. Sus incursiones en la política, sus críticas al nacionalismo, al populismo o a la construcción de muros fueron tomadas desde el principio como una suerte de oposición a los movimientos de ultraderecha y, en concreto, al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Al calor de los fieles del mandatario norteamericano también se organizó parte de la Iglesia estadounidense, con destacados cardenales, como Raymond Burke, librando una batalla a plena luz del día contra el Papa. La división se ha extendido a otros países, sucedió también en Italia cuando Matteo Salvini era ministro del Interior y azotaba a diario a las ONG que rescataban migrantes en el Mediterráneo. Pero a España todavía no había llegado hasta que Vox recogió el testigo.

Santiago Abascal llamó “ciudadano Bergoglio” al Papa el pasado abril, rebajando su condición de Pontífice por haberse manifestado a favor de un salario universal. Cuando el líder de Vox viajó a Roma en septiembre de 2019 para participar en la reunión anual que organiza el partido posfascista Fratelli di Italia, visitó el Vaticano y se reunió con el prefecto de la Congregación para el culto divino, el cardenal guineano Robert Sarah: uno de los opositores ideológicos al Papa más fuertes intramuros. De ahí se desprenden las primeras palabras que pronunció Sánchez respecto al Pontífice antes de su visita. “Su figura es incuestionable”, señaló con una declaración innecesaria en una situación normal y posicionándose frontalmente contra sus críticos. Una jugada que, además, le permite acercarse al mundo católico moderado.

La mano del Papa, tras casi ocho años de pontificado, se nota ya fuertemente en España, donde el sector más conservador ha ido perdiendo poder. Tras el nombramiento del cardenal y arzobispo de Barcelona, Juan José Omella como presidente de la Conferencia Episcopal (el miércoles y el jueves estuvo en el Vaticano), se han iniciado ya también los movimientos en las diócesis. La sintonía con el Gobierno, que tiene encima de la mesa asuntos espinosos que deberá concordar con la Iglesia, como la publicación de la lista de bienes inmatriculados —preparada desde hace un año y medio en el ministerio de Justicia— y la decisión de que pague el IBI por sus inmuebles, parece buena. Fuentes del Gobierno señalan que la negociación en esos campos va muy bien. El Ejecutivo no renuncia a ninguna de esas apuestas, pero quiere hacerlo en sintonía con la Iglesia.

La reunión, sin embargo, no debería bajar a ese terreno. Las mismas fuentes insisten en que estos temas son asuntos de la relación bilateral de la Iglesia y el Gobierno y no se tratarán en la conversación entre Sánchez y Francisco. La cita, creen, tendrá un carácter más de fondo y tocará asuntos como el contenido de Fratelli Tutti, la última encíclica del Papa, que Pedro Sánchez ha citado ya en algunos foros antes de hacerlo también en el Congreso el pasado miércoles. Además, cuestiones como la inmigración, la pobreza o la cohesión de Europa tendrán su espacio. La posición del Papa en temas sociales y económicos, también en ecología, siempre ha estado en sintonía con la de Sánchez, y en La Moncloa creen que serán muchos más los acuerdos que los desacuerdos, que sin duda existen entre el Vaticano y un Gobierno como el español que ha promovido ya una ley sobre la eutanasia, que está en tramitación, y tiene en estudio otra sobre el aborto.

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