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La mayoría crece contra los ultras

PSOE y Unidas Podemos ensanchan los apoyos de la investidura, suman 193 votos y a 10 partidos en su rechazo al “fascismo” de la candidatura de Abascal

El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, en el debate de la moción de censura de Vox. En vídeo, su enfrentamiento con el líder de Vox, Santiago Abascal.Foto: ATLAS | Vídeo: EMILIO NARANJO / EFE
Javier Casqueiro

La votación de la moción de censura de las hipérboles de Vox se votará este jueves y su derrota estaba muy cantada desde mucho antes de comenzar los debates. Pero el relato exagerado de su candidato, Santiago Abascal, facilitó al Gobierno una sesión de entrada bastante plácida y le regaló más apoyos, en número de partidos y escaños, que los que cosechó hace 10 meses en su investidura el presidente, Pedro Sánchez. En este periodo, y pese a la gestión de la pandemia, el jefe del Ejecutivo pasará de los 167 diputados que le permitieron en enero llegar a La Moncloa por los pelos (165 votaron en contra) a sortear la censura de Vox con al menos 193 votos a favor, de 10 formaciones muy distintas, algunas que estaban entonces en el no o la abstención.

Uno de esos partidos, Ciudadanos, reflejó sin grandes metáforas ni aspavientos la inutilidad de la moción de Vox que debía perseguir otra alternativa de Gobierno. La líder de Cs, Inés Arrimadas, no elevó nada su tono contra Abascal, como hicieron casi todos los demás partidos que renegaron de la moción, no profirió un insulto, no fue despectiva. Intentó ser instructiva. Recogió las dramáticas cifras de afección de la covid-19 en esta segunda ola para no dar crédito al “debate tóxico” mientras tanto en el Congreso. Fue crítica con la gestión gubernamental pero más con la “vergüenza” de una iniciativa que tachó de “regalo” para que se relaman Sánchez y sus gurús de La Moncloa. Aceptó con mucho respeto ante Abascal que los 3,6 millones de votantes de Vox no son todos fascistas pero sí despachó su discurso “indignado y cabreado” de antieuropeísta e irreal. Sobre todo cuando el líder ultra mezcló “la moción contra China”, al magnate George Soros, las odas a Trump o “barbaridades” como decir que este Ejecutivo es peor que los del dictador Franco. Arrimadas llamó “espantajo” a Abascal y le espetó: “Usted no es el líder ni Vox es el proyecto que España necesita”.

Las arremetidas que recibió Abascal le llegaron como una lluvia por los 10 partidos que firmaron antes del debate un manifiesto contra el fascismo, con el compromiso de no pactar nunca nada con Vox.

El duelo con EH Bildu contenía mucho morbo, por la procedencia vasca del líder ultra y su negación sobre el fin de ETA hace justo ahora nueve años. La portavoz abertzale, Mertxe Aizpurua, defendió que “la sociedad vasca está construyendo la paz y la convivencia desde el respeto y el reconocimiento mutuo” con mucho esfuerzo, y aprovechó para vaticinar que Vox “jamás” formará parte de ese futuro. Abascal copió ahí una intervención de su excompañero del PP, Antonio Basagoiti, que en 2013 leyó en el Parlamento vasco los nombres de las 853 víctimas de ETA. Algún familiar reprochó luego públicamente esa utilización.

Otros portavoces dejaron constancia de su rechazo total a Vox. Pedro Quevedo, de Nueva Canarias, enfatizó: “Si un partido opina que las 13 Rosas eran asesinas y violadoras, que los políticos elegidos en unas elecciones libres de la República eran asesinos y Franco un libertador, solo hay una conclusión: son unos fascistas”. Más al grano resultó de nuevo el portavoz del PNV, Aitor Esteban, que en menos de un minuto solventó el trámite: “Votaremos no a la patochada de moción espuria del no candidato de Vox”.

El representante del BNG, Néstor Rego, despreció el discurso “victimista y de escoria fascista” de Abascal, pero sobre todo recogió el sentido de otros portavoces de formaciones soberanistas al denostar la pretensión de Vox de ilegalizar esas formaciones que representan a parte de España. Joan Baldoví, de Compromís, censuró el nivel de “enchufado indolente sin formación” del aspirante de Vox. Íñigo Errejón, de Más País, constató que la sesión se hizo muy larga para todos, y en especial para el “bufón” Abascal, “por su falta de recursos de matón de clase”. Y Laura Borràs, de JuntsxCat, se adhirió al fogonazo crítico de Aitor Esteban y lamentó que todos los partidos no hubieran aceptado su propuesta de “cordón sanitario ante el peligro de la extrema derecha”.

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Gabriel Rufián, de ERC, fue como casi siempre el más caústico al alegrarse de que ahora la extrema derecha acepte debatir: “Ustedes antes las mociones las hacían con tricornios y pistolas y está bien que pasen de Tejero a Torrente VI”.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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