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El cocodrilo del Pisuerga se convirtió en una plantación de marihuana

La búsqueda del supuesto saurio en la confluencia con el río Duero permitió hallar un cultivo de cannabis en una isla fluvial

Dos agentes de la Guardia Civil desmantelan una plantación de marihuana en la desembocadura del río Pisuerga en el Duero. En vídeo, imágenes del dispositivo policial.
Juan Navarro

La búsqueda de un cocodrilo del Nilo en la desembocadura del río Pisuerga en el Duero, a la altura de Pesqueruela (Simancas, Valladolid), se ha traducido en el hallazgo de una plantación de marihuana. La rocambolesca historia permitió que la Guardia Civil, mientras perseguía a un tan peligroso como supuesto saurio en las habitualmente tranquilas aguas vallisoletanas, se topara con un cultivo de cannabis en una pequeña isla fluvial. Hasta 33 plantas, con abono y herramientas, estaban escondidas tras el forraje y la vegetación de este punto del cauce donde nadie hubiera husmeado salvo circunstancias tan extraordinarias como las de un animal que pudiera alcanzar los 250 kilos y haberse escapado — o haber sido liberado— de alguna vivienda privada, como se barajó en su primer momento.

Dos hombres cuidaban de la marihuana, un padre y un hijo de origen eslovaco. Ambos residían en Boecillo, a unos minutos en coche, y se desplazaban regularmente en todoterreno hasta la ribera del Duero para después dirigirse, a bordo de una barca hinchable, al islote donde trataban las plantas. Los efectivos Guardia Civil, cuando constataron esta plantación, se apostaron en la zona con el apoyo del Seprona, el Área de Investigación de Valladolid y el Puesto Principal de Zaratán. Al cabo de varios días certificaron que los delincuentes acudían regularmente y fue el 21 de julio cuando, una vez ambos se encontraban en el islote, fueron detenidos y se destruyeron las 33 plantas que protegían.

La búsqueda del supuesto cocodrilo africano se mantuvo durante varios días durante principios de junio y se cerró, no obstante, con una advertencia de Fernando Gómez, jefe del servicio de rastreo forestal de la asociación Chelonia, especialista en animales salvajes que trabajó en las pesquisas: que no apareciera “no significa que no esté” en el cauce. Hasta la fecha no consta que el saurio haya vuelto a avistarse en la desembocadura del Pisuerga en el Duero, una zona habitualmente frecuentada por algunos bañistas fluviales, además de ciclistas o paseantes. Un policía local del municipio insistía en que había visto con sus propios ojos al cocodrilo salir de una zona de vegetación y zambullirse en el cauce; dos niños le habían avisado esa misma mañana de un sábado de junio. La versión oficial es que podría tratarse de una nutria.

Un equipo de biólogos, de investigadores y la Guardia Civil comenzó a peinar la zona y a poner cebos para tratar de atraparlo. Los especialistas, al poco, rechazaron la posibilidad de que un cocodrilo hubiese sobrevivido en aquellas latitudes, de agua fría, y redujeron la épica de los dos supuestos nidos que el animal habría creado en la orilla: se trataba simplemente del rastro de pescadores que se ubicaban entre la vegetación para no ser vistos. El despliegue de agentes, cámaras térmicas y hasta el uso de drones no consiguió atrapar al reptil pero sí cazar a dos malhechores que se aprovechaban de que allí, hasta que saltaron las alarmas, nunca pasaba nada.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, en comunicación corporativa, buscándose la vida y pisando calle. Graduado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS.

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