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Holanda avisa a España de que pactar el fondo de recuperación no será fácil

El primer ministro neerlandés insta a "buscar una solución" a la crisis creada por la pandemia

Mark Rutte (izquierda)  y Pedro Sánchez, antes de comenzar su reunión.
Mark Rutte (izquierda) y Pedro Sánchez, antes de comenzar su reunión.BART MAAT (AFP)

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, visitó este lunes al dirigente más hostil al modelo de recuperación europea que defiende España. Sánchez se entrevistó en La Haya con el primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, para tratar de salvar la enorme brecha que los separa en el fondo de recuperación de la UE, dirigido a los países más afectados por la crisis derivada de la pandemia. Antes incluso de saludarse, el mandatario neerlandés hizo gala de la famosa sinceridad nacional. “No va a ser fácil llegar a un acuerdo, nada lo es en política, pero espero que sí”, presagió Rutte, que instó a los españoles a “buscar una solución”.

La Haya era el destino más complejo de una minigira que Sánchez emprendió ayer y que lo llevará este martes a Berlín, clave para tejer cualquier acuerdo en Europa, y también a Suecia, otro de los más reacios a desembolsar fondos en forma de subvención. Tras la cita en Estocolmo, Sánchez se desplazará a París para almorzar con el presidente francés, Emmanuel Macron. Estos viajes, previos al decisivo Consejo Europeo que reunirá a todos los líderes de la UE al final de la semana en Bruselas, persiguen encontrar un terreno común en la arquitectura y en la cuantía del fondo de recuperación europeo, promovido por las instituciones para asistir —con préstamos pero principalmente con transferencias— a los países más afectados, entre ellos España e Italia.

Lo directo de sus palabras demuestra que los dos polos de la negociación están aún lejanos. Rutte acogió a Sánchez con una inclinación de cabeza para cumplir con la distancia de seguridad, en Catshuis, su residencia como primer ministro, pero que no usa y aprovecha para las recepciones oficiales. Al contrario que el líder holandés, Sánchez evitó hablar ante la prensa sobre la posición española y se limitó a poner un tuit que evitaba la confrontación. “Ya en La Haya para conversar con el primer ministro sobre los detalles de un gran acuerdo financiero para la recuperación de la UE”, escribió el presidente español en su cuenta de Twitter. “Un acuerdo ambicioso y solidario que debemos alcanzar este mes y que debe ayudarnos a superar unidos la crisis derivada de la pandemia”, seguía el mensaje.

Lejos de ese enfoque, el líder neerlandés comparte la necesidad de salir de la crisis unidos, en el sentido de proyecto político comunitario, pero mantiene los matices de la solidaridad financiera que explican la etiqueta de frugal, aplicada también a Suecia, Austria y Dinamarca. Insiste, por tanto, en que apoyará el plan de recuperación europeo siempre que las ayudas sean en concepto de préstamos y con reformas nacionales.

España combate con rotundidad ese esquema que exige que, para salir de una crisis provocada por una pandemia, los países más afectados deben cargar con créditos onerosos que lastren durante años su recuperación. Lejos del binomio acreedor-deudor, el frente del sur que representan Italia, España y Portugal defiende que ese escenario debilita enormemente el mercado único, uno de los pilares de la UE y del que Holanda saca buenos réditos.

Líneas rojas

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El Ejecutivo de Sánchez es consciente de que la propuesta europea que finalmente aprueben los jefes de Estado y de Gobierno no será igual que la que presentó la Comisión Europea, pero identifica dos puntos irrenunciables. El primero, la cuantía del fondo, que no debe bajar de los 750.000 millones de euros que figuran en la iniciativa de Bruselas. El segundo, el control de esas ayudas. El Gobierno concede que el Consejo, que representa a los países miembros, tenga cierto control sobre en qué se gastan los desembolsos, pero se opone a que esas decisiones de quién recibe qué ayudas se adopten por unanimidad. Esa prerrogativa da a cualquier país —en particular a Holanda, que es quien con más vehemencia lo defiende— la capacidad de bloqueo sobre el desembolso.

El pasado abril, tanto Rutte como su ministro de Finanzas, Wopke Hoekstra, tuvieron que hacer un esfuerzo para explicar que su dureza financiera frente al sur de Europa en tiempos de la covid-19 no era producto solo de su intransigencia, sino que contrarrestar el impacto socioeconómico de la pandemia requería a su vez garantías de reforma económica. Ambos cuentan con el aval del Parlamento para mantener dicha postura y este lunes, Rutte le vino a decir a Pedro Sánchez que haga lo propio. Que busque la forma de convencer al Congreso de la necesidad de combinar fondos y reformas.

La oficina de Rutte matiza el mensaje a la prensa

Las palabras de Rutte, pronunciadas a preguntas de los periodistas y antes de que llegara Pedro Sánchez, generaron controversia a lo largo de la jornada. La prensa preguntó en inglés al primer ministro holandés que qué mensaje enviaba a los españoles. La respuesta recogida por todos los periodistas, de diferentes nacionalidades, fue: “Que tenéis que encontrar una solución”, una fórmula que abonó la interpretación de que Rutte aludía a una solución interna en el país, más allá del esquema europeo.

Esa transcripción de las palabras de Rutte causó estupor en La Moncloa, que defendía que Rutte no había aludido a una solución española, sino a una solución común de la Unión Europea. A última hora del día, un portavoz de Rutte envió un mensaje interno en el que ofrecía una transcripción de esas breves palabras diferente a la que todos los periodistas aseguraban haber escuchado. Frente al “that you have to find a solution (que tenéis que encontrar una solución, en español)” que defendían los reporteros, el gabinete de comunicación del primer ministro aseguró haberlo contrastado con él y ofreció la siguiente frase: “but we have to find a solution (pero tenemos que encontrar una solución, en español)”.

La anécdota ilustra la sensibilidad que rodea esta negociación, clave para la recuperación del bloque comunitario y en la que España y Holanda tienen visiones antagónicas.

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