Sánchez y Costa exigen que los países más duros no pongan “nuevas condiciones” al gran fondo europeo
Los Estados del sur multiplican contactos y viajes para frenar la ofensiva de los llamados frugales
La recta final de la gran batalla europea ha empezado para España en Lisboa, donde dos primeros ministros del sur y socialdemócratas, Pedro Sánchez y António Costa, se han conjurado para unir fuerzas con otros aliados —esta semana ambos verán también al italiano Giuseppe Conte, de gira como ellos— para impedir que los países más duros, los llamados frugales, impongan nuevas condiciones para el acceso al gran fondo de recuperación o traten de reducir sus dimensiones desde los 750.000 millones de euros previstos ahora mismo, de los que 140.000 serían para España. En los jardines del palacio de São Bento, sede del Gobierno portugués, Sánchez y Costa han dejado claro que las naciones del sur no aceptarán “nuevas condiciones” a las que ya plantea la propuesta de la Comisión Europea.
“La condicionalidad es la que señala la Comisión, vinculada a elementos como transición ecológica o capital humano. No es momento para mezclarlo con otras políticas, aunque nosotros estamos comprometidos con el plan de estabilidad”, ha señalado Sánchez. “La Comisión no propone ni un cheque en blanco ni una nueva troika. Podemos hacer reformas. Pero cada país tiene que presentar metas, objetivos. Crear nuevas condicionalidades no tiene sentido”, ha rematado Costa.
“La propuesta de la Comisión Europea es inteligente, justa y equilibrada”, ha señalado el portugués. “La envergadura tiene que ser como mínimo de 750.000 millones. Y con un horizonte de temporalidad amplio. Será una negociación difícil pero julio tiene que ser el mes del acuerdo”, le ha acompañado Sánchez mientras, de fondo, se escuchaba el Grândola, Vila Morena, la canción de la Revolución de los Claveles y de la democracia portuguesa, que ponía a todo volumen a las afueras del palacio un grupo de feriantes que pedía ayudas.
Los países del sur y los del norte luchan ahora en torno a la envergadura y el reparto del fondo entre transferencias y préstamos, los plazos para ejecutar el dinero del fondo —dos o cuatro años—, las condiciones y también quién y cómo decide qué propuestas se aprueban y cuáles no. No solo los Presupuestos de 2021, sino toda la política económica española y las posibilidades de recuperación del país dependen de esta negociación.
Encima de la mesa de la reunión también estaba la negociación para que la vicepresidenta Nadia Calviño dirija el Eurogrupo —el cónclave de los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro—. Costa ha mostrado el apoyo cerrado de Portugal y Sánchez se ha mostrado “razonablemente optimista por la respuesta no solo de países progresistas sino también de otros gobernados por el PPE [Partido Popular Europeo]” a tres días de la votación, que se producirá el jueves 9.
Tanto Sánchez como Costa y el italiano Giuseppe Conte, que también vendrá a Lisboa para viajar después a Madrid, se juegan mucho en esta negociación. Italia y España han sido los países con más víctimas de coronavirus y los que más recibirán, pero todos los Estados del sur y Francia, también muy afectada, están especialmente interesados en cerrar en julio el fondo europeo para que el dinero empiece a llegar en enero de 2021, cuando se hayan presentado los planes de las inversiones en los que se gastaría.
Después de ver a Costa y Conte para reforzar el bloque del sur, Sánchez preparará la parte más difícil de la negociación. El presidente español tiene previsto viajar la próxima semana, antes de la decisiva cumbre en Bruselas del 17 y 18, a Holanda y Suecia para tratar de apretar allí a dos de los países más resistentes al acuerdo, miembros del grupo de los llamados frugales —con Austria y Dinamarca—.
Las líneas políticas europeas están cruzadas esta vez. Los países del sur, donde predomina el centro izquierda pero hay gobiernos de derecha, como el de Grecia, están unidos frente a otros como Suecia y Dinamarca, donde gobierna la socialdemocracia. Sánchez ha ejercido en el pasado un cierto liderazgo como negociador principal de los socialdemócratas en el reparto de poder europeo, pero ahora esas alianzas ideológicas están rotas. Es claramente una batalla del sur contra el norte pero con una gran diferencia con respecto a las que dominaron los debates de 2011: el sur esta vez tiene aliados muy potentes, en especial Alemania, cuya canciller, Angela Merkel, está impulsando el gran fondo de recuperación, y también Francia.
El Gobierno español está confiado en que la negociación saldrá adelante y se podrá aprobar el fondo en el mes de julio gracias a estas alianzas. Ahora la clave está en saber cuánto logran arrancar los frugales en la letra pequeña, la clave de todas las discusiones en Bruselas. Lo más difícil será pactar cómo son las condiciones para recibir el dinero, quién evalúa los planes que presente cada país y sobre todo cómo se votan: Holanda insiste en que tiene que ser por unanimidad, algo que le daría derecho de veto prácticamente sobre los grandes planes estratégicos de gasto en España o Italia. Estos dos países no lo aceptarán en ningún caso.
La negociación llega a su recta final y los presidentes abandonan el confinamiento y las videoconferencias de los últimos meses para volver a viajar y negociar en persona, la única manera real de desbloquear los momentos decisivos como este, en el que España se juega 140.000 millones de euros y la Unión Europea pone a prueba su capacidad de resistencia como modelo y de mantener el principio de solidaridad entre los socios ante una pandemia de la que nadie es responsable pero que no ha afectado a todos por igual.
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