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Sánchez fuerza la máquina para convencer a Holanda con una apuesta reformista

España e Italia buscan ablandar a los frugales con la garantía de que modernizarán sus economías

Desde la izquierda, en primer término: el holandés Mark Rutte, el belga Charles Michel, el portugués António Costa, Pedro Sánchez, el croata Andrej Plenkovic y el letón Arturs Karins, durante una cena informal en Bruselas el pasado año.
Desde la izquierda, en primer término: el holandés Mark Rutte, el belga Charles Michel, el portugués António Costa, Pedro Sánchez, el croata Andrej Plenkovic y el letón Arturs Karins, durante una cena informal en Bruselas el pasado año.Presidencia de Gobierno

España e Italia, los dos países más afectados por el coronavirus y más interesados en el gran fondo de reconstrucción europeo, fuerzan la máquina de la negociación con sendos viajes a Alemania y Países Bajos —Pedro Sánchez también irá a Suecia— en el que tratarán de convencer a Mark Rutte, el primer ministro holandés, de que ambos son gobiernos reformistas. La batalla es feroz ahora, según fuentes españolas, no solo por las dimensiones del fondo sino por sus condiciones y quién y cómo decide sobre los planes de reformas e inversiones de cada país.

Las instituciones europeas y las cancillerías de los 27 viven en estas horas una batalla trepidante con muchas negociaciones paralelas de detalle —se estudia cada palabra y se piden explicaciones porque un error ahora puede hace que nunca llegue el dinero— y un gran debate de fondo: volver o no a una especie de nueva troika que haga que las economías del sur, las que más fondos recibirán, estén dirigidas por los países del norte, los que más aportarán. Para alejar esa amenaza, que supone una clara línea roja, Italia y España, con aliados potentes como Francia, también muy interesada en el fondo de recuperación, que supondría unos 500.000 millones de euros en transferencias directas, están apretando en la negociación para que el fondo no quede disuelto en condiciones o trámites imposibles.

Después de una reunión en Madrid con Giuseppe Conte, en la que según fuentes españolas hubo una sintonía total en la estrategia a seguir, Sánchez viajará la próxima semana a Alemania, Holanda y Suecia con la intención, según fuentes españolas, de ofrecer argumentos políticos para convencer a los frugales. Primero les explicará que su Gobierno ya ha hecho importantes reformas modernizadoras de la economía española, en especial medioambientales y también de cohesión. Y está dispuesto a hacer muchas más, como reclaman algunos países del norte, para modernizar su economía. Después se esforzará para convencerles de que si no hay un fondo suficiente está en riesgo el mercado interior europeo, que tan beneficioso es para naciones como Holanda, porque habría una desigualdad demasiado grande entre países que han sufrido más el coronavirus, como España e Italia, y los demás, y se podría romper ese mercado. Por último les insistirá en que también está en juego la estabilidad financiera de la UE si el fondo fracasa.

La principal pretensión de España y de otros países necesitados del fondo consistía en evitar el estigma de malos gestores con el que cargaron quienes recurrieron a la ayuda europea tras la crisis de 2008. Pese a los esfuerzos invertidos para alejar esa retórica, las sospechas de los llamados países frugales respecto al destino del dinero continúan. La mejor prueba es el énfasis que pone ese grupo, en particular los Países Bajos, en que sea el Consejo —la institución que representa a las capitales de la UE— quien controle cómo se adjudica el dinero y en qué se va gastando. Decidir si serán los países miembros o la Comisión Europea, con un perfil más técnico, quien haga ese seguimiento constituye ahora mismo una las grandes batallas entre los socios comunitarios, según explican fuentes implicadas en la negociación. Holanda, incluso, reclama que decida el Consejo y por unanimidad, una línea roja absoluta para España, Italia y otros aliados.

Fuentes españolas admiten que seguramente se buscará un punto intermedio en que la Comisión propone y el Consejo refrenda con una mayoría cualificada. Pero cada detalle cuenta. En este punto de la negociación, los frugales aprietan para que haya condiciones duras y evaluaciones también muy estrictas cada seis meses, algo que para España y otros socios se parecería mucho a una troika no declarada. Por eso la negociación gira ahora en torno a la posibilidad de un examen más estricto la primera vez con condiciones claras ligadas a compromisos medioambientales, digitalización, inclusión, y después evaluaciones más automáticas y técnicas que no bloqueen la llegada del dinero. La batalla para evitar esa nueva troika será muy dura estas semanas —es posible que no se resuelva en la cumbre del 17 y 18— pero España cuenta esta vez con aliados muy potentes y confía en que saldrá un acuerdo razonable.

Alemania decide una vez más la partida

España e Italia, acostumbrados a pelear con Berlín, aplaudieron al ver que Alemania se convertía en gran impulsora del fondo con la propuesta de 500.000 millones en transferencias y 250.000 en préstamos. Y ahora creen que de ese dinero, al menos en los 500.000, no se bajará. Pero Alemania, decisiva una vez más, está jugando también a favor de algunas peticiones de los frugales. En especial en el asunto de que sea el Consejo y no la Comisión quien decida, aunque Berlín no propone la unanimidad. Alemania, que ahora preside la UE, jugará el papel de balanza. Un ligero giro suyo hacia los frugales cambia todo. Por eso Sánchez y Conte viajan a Berlín y confían en mantener a Angela Merkel de su lado en la decisión final.

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