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El PP ofrece al Gobierno un pacto de Estado para reestructurar la sanidad en la comisión de reconstrucción

Sáenz de Santamaría recomienda “diálogo y moderación, aunque no esté de moda” y Mañueco pide altura de miras para negociar hasta los Presupuestos

El ministro de Sanidad, Salvador Illa, durante su comparecencia, este jueves. En primer término, la diputada del PP y vicepresidenta segunda de la Cámara Baja, Ana Pastor. En vídeo, Pastor asegura que su formación "tiende la mano" al Gobierno para reformas estructurales.Vídeo: MARISCAL (Efe) | Quality

El PP continúa con su estrategia de dar pasos adelante y atrás en su relación variable con el Gobierno de Pedro Sánchez. Un día después de una nueva sesión bronca de control al Ejecutivo en la que su líder, Pablo Casado, no ofreció concesiones a Pedro Sánchez, la expresidenta del Congreso, la popular Ana Pastor, ha asegurado varias veces este jueves en la comisión de reconstrucción al ministro de Sanidad, Salvador Illa, que su partido “estará por los pactos de Estado en las reformas estructurales de la sanidad que sean buenas”. Pastor ha repetido dos veces su oferta de “mano tendida por lealtad a los españoles”. El ministro ha respondido a esa oferta: “Es una magnífica noticia que el PP se abra a hablar de las reformas estructurales que necesita la sanidad pública y vamos a hacer todos los esfuerzos para llegar a consensos”.

La sesión de la comisión de reconstrucción económica y social tras la pandemia de la covid-19 que se ha vivido este jueves en el Congreso ha tenido dos momentos no habituales de clima cordial y de aparente colaboración política entre representantes de los principales partidos. A primera hora la ministra de Igualdad, Irene Montero, de Podemos, reconoció en su réplica a la portavoz popular, Cuca Gamarra, que coincidía prácticamente en todo el diagnóstico que la diputada del PP había dibujado sobre las desigualdades que se habían acrecentado hacia las mujeres en los tres meses pasados por la crisis del coronavirus. Luego discreparon, eso sí, sobre quiénes son los culpables de esa situación. Montero, en cualquier caso, agradeció el tono de Gamarra y la convocó a colaborar más.

Ese ambiente se reprodujo a continuación en otra comparecencia de la misma comisión, en este caso del titular de Sanidad, Salvador Illa. Ana Pastor, como ya ha hecho en otras sesiones de ese grupo que pretende fijar los cimientos de cómo debe salir España del drama del coronavirus, no solo señaló de entrada que el PP “estará por los pactos de estado para reformas estructurales que sean buenas para la red de la salud pública” sino que ofreció algunas ideas a Illa para que recupere alguna competencia ante el caso no descartable de un rebrote. Pastor, además, le planteó ya en su condición de exministra de esa cartera a Illa que habría que montar un sistema integral de epidemiología y también que sería bueno recuperar las competencias sobre el instituto Carlos III para el Ministerio de Sanidad.

La expresidenta del Congreso y exministra de Salud del PP enmarcó todas sus ofertas de colaboración y de “tender la mano” con la posibilidad siempre abierta de poder requerir explicaciones por todo lo que ha ocurrido durante esta etapa “por lealtad a los españoles” y con la exigencia de “un buen diagnóstico”. Eso sí, no hizo ninguna crítica directa ni profirió ningún insulto o ataque al ministro ni siquiera al Gobierno en general. Pastor planteó ahí como sus conclusiones que será necesario reforzar la sanidad pública, la atención primaria, la hospitalaria y aclarar bien el panorama y calendario de vacunación en España, en especial hacia los niños. Pastor avanzó que el PP podría apoyar incluso el último real decreto que tiene previsto aprobar el Gobierno sobre el balance final para encarar la nueva normalidad si se tramita como proyecto de ley para que pueda ser enmendado.

El ministro Illa agradeció la actitud de Pastor de “lealtad debida” por haber formado antes parte de un Ejecutivo, recordó que el PP es responsable de gestionar la sanidad en cinco autonomías y coincidió en que hará falta un buen diagnóstico de lo que ha pasado, pero dentro de un poco más de tiempo. El titular de Sanidad recogió la oferta de pacto y mano tendida de Pastor para impulsar reformas estructurales en la sanidad pública y la catalogó como “magnífica noticia”. Sobre la tramitación del real decreto de nueva normalidad como ley no se comprometió nada más que a estudiarlo con buena voluntad.

Desde la cúpula del PP más cercana a Casado se recuerda que el líder ha ofrecido varias veces en estas semanas diferentes pactos a Sánchez, entre ellos el que llaman como pacto Cajal, y que el presidente ni les ha contestado ni ha llamado por teléfono al dirigente popular desde hace casi mes y medio.

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La posición moderada y pactista de Pastor y Gamarra no son únicas en el PP, aunque no formen parte del primer círculo de máxima confianza del equipo de Pablo Casado y ambas apoyaran en su día, en las primarias del partido, a la candidata alternativa, Soraya Sáenz de Santamaría. La exvicepresidenta del Gobierno de Mariano Rajoy reapareció este jueves en un acto público después de mucho tiempo.

Santamaría defiende la moderación

“Defender las convicciones no es un obstáculo para ejercer la moderación en la forma. Yo no sé si, en estos tiempos de polarización, está de moda, pero creo que es un buen instrumento para el entendimiento”, ha declarado la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría, que perdió las primarias del PP contra Pablo Casado, durante una charla junto al presidente de Mapfre, Antonio Huertas, organizada por Llorente y Cuenca, el Foro de Marcas renombradas españolas, y el Grupo Godó en el marco de la crisis del coronavirus.

Sáenz de Santamaría abandonó la política en septiembre de 2018, apenas dos meses después del congreso de primarias, y fichó por el despacho de Cuatrecasas en marzo del año pasado. Desde entonces, dejaron también el partido una decena de exministros y exsecretarios de Estado que la habían apoyado y que pertenecían al ala moderada de la formación, como José Luis Ayllón, Íñigo de la Serna o Celia Villalobos, y la exvicepresidenta ha evitado pronunciarse en público sobre el liderazgo de Casado. La exvicepresidenta admitió el interés por “cosas morbosas”, pero no quiso detenerse más en el clima de crispación de la política española o el papel del líder del PP. “Si hubiera querido hacer oposición, hubiera seguido en política. Sí creo que es tiempo de construir”, dijo.

En la misma línea se ha pronunciado este jueves otro de los apoyos de Sáenz de Santamaría en las primarias del PP, el actual presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, que acaba de firmar en esa comunidad un acuerdo con la oposición de PSOE y Podemos para afrontar los efectos de la epidemia. Mañueco pidió tratar de extender esos pactos a nivel nacional al menos a nivel económico y también para rebajar el nivel de crispación. “Deberíamos apostar todos, ella también ―dijo, al ser preguntado en la cadena SER por las intervenciones de la portavoz popular, Cayetana Álvarez de Toledo― por la línea de la desescalada verbal”. “El camino que tenemos que seguir es el del diálogo y la mano tendida. Es fundamental que las principales fuerzas políticas nacionales que estamos en el espacio de la moderación seamos capaces de entendernos si no en lo global, al menos en algunos aspectos fundamentales sobre impuestos y recuperación económica”, añadió.

Las duras intervenciones de la portavoz del PP en el Congreso han generado malestar en el ala moderada del partido, que consideran que Álvarez de Toledo va por libre, eclipsa en ocasiones a su líder con sus declaraciones y desvía el foco de donde desea ponerlo el partido, como ocurrió durante el debate parlamentario en el que los populares pretendían acorralar al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, antes de que la diputada llamase a Pablo Iglesias “hijo de un terrorista”. Álvarez de Toledo ha admitido que esas críticas internas existen, agradeció a barones del partido, como Alberto Núñez Feijóo, que las expresaran en público y declaró que en todo caso no habían hecho que se planteara abandonar el puesto o la formación política.




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