Andalucía anuncia la fabricación de respiradores para el coronavirus sin haber terminado aún el prototipo
Médicos, científicos e investigadores de la Universidad de Málaga diseñan un modelo de bajo coste en tiempo récord, pero falta el ensayo con humanos
A finales de la semana pasada, era apenas un dibujo en un papel. Durante el fin de semana, se convirtió en un primer prototipo con la ayuda de un fontanero y un electricista del Hospital Clínico Universitario de Málaga. El lunes, llegaron las pruebas. Primero con un pulmón artificial y luego con un animal. Funcionó: el respirador ideado por un equipo de investigadores de la Universidad de Málaga mantuvo con vida durante 24 horas a un lechón. Ahora, el equipo se afana en realizar las pruebas del segundo prototipo que, parece, será el que empiece a construirse en serie en los próximos días. Los ensayos clínicos con humanos, que van a realizarse de inmediato, permitirán su homologación. Pero todavía no han comenzado a producirse, a pesar de que Elías Bendodo, consejero de Presidencia de la Junta de Andalucía, así lo ha afirmado este jueves.
“Empezamos ya a fabricarlos”, subrayó este jueves a mediodía Bendodo, que insistía en que “Andalucía se vuelve a adelantar” en dar respuesta a las necesidades sanitarias, en este caso en plena crisis del coronavirus, cuyos pacientes más graves requieren de respiradores asistidos. La Consejería de Salud y Familias andaluza —que presta ayuda a Madrid— se ha apuntado el tanto en una nota de prensa enviada poco después, aunque la iniciativa surgió de investigadores de la Universidad de Málaga (UMA) y científicos del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (Ibima).
El anuncio ha pillado trabajando al equipo que lidera el proyecto porque aún le faltan pruebas por hacer, cerrar del todo el acuerdo con la empresa que realizará la fabricación en serie y pasar las homologaciones necesarias para certificar su uso en humanos, según ha podido saber EL PAÍS. El objetivo es acelerar al máximo para que esté listo lo antes posible. Por eso se realizarán todos los pasos —aprobación científica y tareas administrativas para arrancar la producción— en paralelo.
El modelo de respirador está, eso sí, muy avanzado gracias a un trabajo titánico de un grupo de médicos, investigadores y científicos. Uno de ellos es Víctor Muñoz, ingeniero y profesor catedrático de la Universidad de Málaga (UMA). Entre otros proyectos, Muñoz fue quien llevó a quirófano, en 2004, el primer robot español de asistencia de cirugía laparoscópica. El catedrático responde al teléfono “agotado” de tanto trabajo. Apenas ha dormido un puñado de horas en la última semana. “Aún no me creo que el proyecto haya salido adelante en tan poco tiempo”, asegura. “La ingeniería siempre da problemas, pero esta vez, no”, cuenta el profesional, que destaca que en condiciones normales hubieran tardado “meses” en armar todas las piezas de un aparato sanitario de estas características.
Componentes de industrias no sanitarias
El respirador suministra oxígeno al paciente mediante conducción y no con oxígeno de ambiente como en otras iniciativas que se han llevado a cabo en los últimos días. Se convierte así en una “alternativa real a los actuales respiradores homologados que se encuentran en las unidades de cuidados intensivos para pacientes graves con la sintomatología de la enfermedad Covid-19”, aseguran sus creadores.
El modelo está basado en un respirador mecánico de bajo coste que ideó, hace tres décadas, el cirujano Ignacio Díaz de Tuesta. Teniendo en cuenta la carencia de materiales sanitarios, se han utilizado elementos comunes en otros sectores industriales. Piezas de aire acondicionado, de riego o procedentes de la industria neumática conforman el prototipo denominado Respira Málaga. Los responsables de la programación de su automatismo han sido el propio Muñoz y Carlos Pérez del Pulgar, también profesor universitario. La investigadora María Victoria de la Torre y el veterinario Ricardo González-Carrascosa también han colaborado, así como científicos del Ibima y médicos de los hospitales Regional y Clínico Universitario, en la capital malagueña.
El coste de la materia prima para la fabricación de uno de estos respiradores es de unos 600 euros, aunque a ello hay aún que sumar el precio de las pruebas de seguridad, el personal que realiza el trabajo y otros costes. Elías Bendodo también ha subrayado ante la prensa que cada uno de estos respiradores tardará dos horas en construirse, pero se espera que cuando comience su fabricación en serie el tiempo sea menor. Según ha informado la Junta de Andalucía, cada respirador será validado por un laboratorio externo “que velará por el cumplimiento en materia de seguridad y controlará, además de la producción en sí misma, que dispongan de los correctos mecanismos de alarma en caso de apagón u otra incidencia”.
La Universidad de Málaga trabaja también de manera intensa estos días en otros frentes. Por un lado, un equipo de profesionales de la Escuela de Ingenierías Industriales trabaja en el desarrollo de un respirador artificial gracias a la impresión 3D. Por otro, también se estudia a marchas forzadas un modelo de mascarilla de policarbonato que pueda ser producida a nivel masivo. “El coronavirus tiene especial incidencia en neumología y ahí estamos centrando buena parte de nuestros esfuerzos”, cuenta Teodomiro López, vicerrector de Investigación y Transferencia de la UMA. El responsable universitario explica que han puesto todos sus laboratorios, instrumentos, reactivos y técnicos especialistas en la técnica PCR a disposición de la sanidad para cuando sea necesario e incluso se plantean aunar todo ese equipo técnico y humano en un espacio para dar una “mejor respuesta”.
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