De Hurgada a Alejandría: los mejores sitios para bucear en Egipto
Un viaje para amantes del submarinismo entre los tesoros escondidos bajo las aguas egipcias, desde el mar Rojo hasta los restos faraónicos en el fondo del Mediterráneo

Para los amanates del buceo, lo mejor de Egipto se concentra bajo el mar. Sus costas son de las mejores metas de submarinismo del mundo. El mar Rojo permite sumergirse entre sus arrecifes superficiales, salpicados de corales, bancos de peces de todos los colores y pecios históricos. Y junto a las costas del Mediterráneo se ocultan tesoros arqueológicos, algunos no accesibles a los simples turistas, pero cuyo emocionante rescate llena algunos de los museos de las ciudades costeras.
El mar Rojo, meca del submarinismo
Los arrecifes de coral del mar Rojo son únicos. Cada año, miles de buzos exploran sus corales y su intensa vida marina en diferentes puntos de inmersión. Por un lado, en los enclaves de la península del Sinaí, del parque nacional de Ras Muhammad y de los estrechos de Tirán, que pusieron a la ciudad egipcia de Sharm el-Sheij en el mapa del turismo. Por otro lado, en el estrecho de Gubal, entre el Sinaí y la costa del mar Rojo, donde descansan los restos de naufragios como el del SS Thistlegorm, un barco mercante británico hundido por la aviación alemana durante la II Guerra Mundia y hoy uno de los mejores pecios en los que bucear del mundo.
Pero hay más: en la costa del Sinaí, Dahab se ha convertido en una popular base para unas largas vacaciones, con alojamiento económico y perfecto para sacarse el certificado PADI a buen precio; los más expertos, en cambio, prefieren Marsa Alam, en el remoto sur, con enclaves en alta mar a los que se accede con excursiones de un día.
Lo bueno es que en el mar Rojo se bucea todo el año, aunque las mejores condiciones se dan de julio a septiembre por la calma, la temperatura del agua (unos 26°C) y la visibilidad submarina. La cercanía de algunos de los mejores arrecifes del mundo es una de las razones por las cuales la costa egipcia del mar Rojo se ha convertido en un destino de primera clase. Y aunque nunca hayamos pensado en hacer submarinismo, una vez allí, vale la pena por lo menos ponerse unas gafas de buceo para disfrutar de las vistas.
Más información en la guía Lonely Planet de Egipto y en la web lonelyplanet.es.
Hurgada, ¿infierno o paraíso?
A muchos viajeros independientes no les gusta Hurgada, uno de los destinos más masificados de la costa egipcia del mar Rojo. Sin embargo, siendo justos, hay que decir que ha cambiado bastante en los últimos años y, sobre todo, se ha convertido en el principal punto de partida para los destinos menos frecuentados del sur del país.

En Hurgada los submarinistas, buceadores y practicantes de esnórquel tienen muchas oportunidades. Aunque los arrecifes que rodean la ciudad están dañados, todavía hay sitios excepcionales cerca de la costa. Por ejemplo, en las cercanas islas Giftun, que forman parte de una reserva marina con submarinismo a profundidades de hasta 100 metros, o la vecina Gota Abu Ramada, que es apta para buceadores novatos y para inmersiones nocturnas y muy popular entre los fotógrafos submarinos. Los calderones y las grandes manadas de delfines hacen que la isla de Shadwan sea otra opción popular, mientras que los amantes de los pecios naufragados pueden disfrutar de la explosión de vida alrededor de las torres de coral de Umm Qamar.
La otra posibilidad para no perderse lo que se esconde bajo el mar Rojo, si no apetece el buceo o el esnórquel, es verlo cómodamente desde un barco con fondo de cristal.
Buceo en El Gouna
Muy cerca de Hurgada, al norte, se encuentra El Gouna, un ciudad turística desde la que los buceadores pueden acceder fácilmente al estrecho de Gubal, un lugar que durante mucho tiempo ha sido un feudo reservado a los buceadores avanzados y técnicos, por su gran cantidad de naufragios profundos. Tradicionalmente, solo se podía acceder al estrecho a bordo de un crucero de buceo desde Hurgada o Sharm el-Sheij. Ahora, los buceadores pueden acceder fácilmente al estrecho y a muchos sitios de buceo en el lado occidental del mar Rojo, a unas pocas horas de su hotel.

El Gouna es un enclave de lagunas poco profundas, y naufragios profundos, pero también ofrece otras experiencias más accesibles, como visitar la Dolphin House, que alberga una enorme manada de delfines, y acompañar a los buceadores cuando en sus inmersiones para ver los duros jardines de coral en el fondo de la bahía.
Marsa Alam, la inmersión en el sur profundo
Al sur de Hurgada, Marsa Alam es un pueblecito de pescadores, además de un punto de suministro para los beduinos y parada casi obligada para los viajeros independientes que se animan a una aventura por el llamado “sur profundo”. A pesar de su aspecto y su zoco polvoriento, Marsa Alam, tiene un encanto especial y una ventaja: se encuentra a las puertas del parque nacional Wadi El Gemal, un área protegida, de 4.770 kilóemtros cuadrados de terreno desértico montañoso, al que se añaden 2.100 kilómetros cuadrados de espacio marino. Sus 450 especies de coral, donde viven 1200 especies de peces, atraen a submarinistas de todo el mundo. Ahora ya es un secreto a voces y hay hasta resorts, pero resultan bastante discretos en contraste con los megacentros turísticos del norte.

Para los buceadores, es el paraíso submarino del sur del país, menos conocido y abarrotado que las zonas del norte. Y si se quiere completar con aventuras terrestres, desde aquí se organizan viajes por los salvajes paisajes desérticos de Wadi El Gemal, hogar del pueblo nómada ababda, cuya historia está relacionada con las gemas.
Marsa Shagra es un resort dedicado exclusivamente a la experiencia submarina, uno de los muchos centros turísticos organizados y bien gestionados de la costa de Marsa Alam, pero supera al resto en cuanto a preservación del medio ambiente submarino. Este complejo fue pionero en las actividades ecológicas, y otros centros turísticos siguieron su ejemplo, con una estricta prohibición de tocar el arrecife y exigir a los barcos que amarren con cuidado.
Solo los submarinistas más decididos y los viajeros en busca de experiencias más sostenibles van más allá de Marsa Alam, ya en el remoto sur. Para quien no se inmuta con las carreteras llenas de baches y la conducción difícil, vale la pena el esfuerzo. El submarinismo es excelente alrededor de Wadi Lahami, y las condiciones de viento atraen a los amantes del kitesurf a Hamata.
Con el nuevo aeropuerto de Berenice (el punto más al sur abierto al turismo), podría desarrollarse un turismo de masas tanto aquí como en Al Quseir. Sin embargo, por ahora, la zona ofrece una experiencia más cercana a la naturaleza en lodges más ecológicos y de menor impacto.
El Sinaí y los alrededores de Sharm el-Sheij
Entre escarpadas montañas y las aguas del mar Rojo, Sharm el-Sheij se construyó expresamente como un sitio de vacaciones. Aquí todo son grandes resorts de baja altura, a los que llegan familias y parejas en busca de calor en invierno, sol y relax. No hay mucho más en tierra, pero lo compensa con creces con lo que esconde bajo el agua. En estas costas están algunos de los mejores enclaves de inmersión del mundo, donde nadan miles de peces y los arrecifes de coral multicolor han conquistado los pecios oxidados.
En Sharm hay 15 enclaves para inmersiones y muy cerca quedan otros muchos, como los de la isla de Tirán y el golfo de Áqaba, entre Egipto y Arabia Saudí. Así que no hay ningún hotel o resort que no incluya un centro de inmersiones y programas de buceo.

Al sur, los enclaves entre el puerto y la bahía de Naama son los mejores para los principiantes por la ausencia de corrientes y su posición recogida. Como las aguas tranquilas de Ras Katy, escondidas en una bahía, y perfectas para aprender a sumergirse. Su nombre, “templo”, deriva de las tres grandes cumbres de coral cuales columnas de un templo antiguo. Por debajo del faro del extremo oriental de la bahía se encuentra Ras Umm Sid, uno de los mejores enclaves de la zona, con una enorme variedad de peces, como barracudas, peces loro y el gran pez Napoleón. Y al este, los jardines en pendiente de Paradise y Turtle Bay tienen cuevas poco profundas y abundantes corales duros y blandos.
Y aún hay otros: Pinky’s Wall, menos visitada; Tower, con un cañón de 120 metros de profundidad y pináculos con corales; o los llamados Eel Garden, que consisten en varios jardines de inmersión muy populares, como Near Garden, Middle Garden o Far Garden.
Bahía Shark y los barcos hundidos junto a la isla de Tirán
Pese a su nombre, en la bahía Shark (Tiburones) nadan más personas que peces grandes. Sus aguas tranquilas la convierten en una meta popular para aprender a bucear y un gran cañón en la zona sur atrae a submarinistas hacia sus profundidades. Además, desde su muelle hay barcos hacia la isla de Tirán.

Hay muchos lugares para sumergirse en el mar, como el abrigado enclave de White Knight, con una serie de grietas, cañones, túneles y cuevas. La corriente puede ser mucho más fuerte en Ras Nasrani, en cuya extensa zona de corales duros se distinguen las estrechas aperturas irregulares de las almejas gigantes. En la zona sur Ras Bob es muy frecuentada por submarinistas principiantes por sus corrientes débiles y, fuera de pequeñas cuevas, se avistan peces cocodrilo y rayas de aguijón descansando en el lecho marino.
Ras Ghamila (“cabo bonito”, en árabe) hace justicia a su nombre, pues es una zona con distintas colonias de corales, peces loro y meros. Situada en el extremo occidental del estrecho de Tirán, suele visitarse por la tarde, tras dos inmersiones matutinas por la isla de Tirán.
En parte del angosto estrecho de seis kilómetros entre la isla de Tirán y Sharm el-Sheij se despliegan varios arrecifes, pero las fuertes corrientes hacen que bucear en esta zona no sea muy adecuados para principiantes sin guía. Son arrecifes populares que el viajero tendrá que compartir, pues montones de barcos descargan a submarinistas a diario. Algunos pecios históricos aún están atrapados en varios arrecifes altos. Como un carguero chipriota, el Lara, que se quedó varado en la década de 1980 y ha sido desguazado parcialmente. O como el buque Kormoran, que procedente de Jordania con fosfatos se hundió en el arrecife Laguna en 1984 y descansa a solo 12 metros de profundidad, por lo que es el único pecio para principiantes. Pero para visitarlo es necesario un milagro: que las aguas estén tranquilas para que las corrientes sean flojas y mejore la visibilidad.
Los arrecifes de Ras Muhammad, la joya del mar Rojo
El gran reclamo de Sharm el-Sheij para los buceadores es sumergirse en las aguas de Ras Muhammad, en el extremo sur de la península del Sinaí: es la joya de la corona del mar Rojo, el primer parque nacional del país, que preserva un litoral árido de gran belleza, un paraíso para los aventureros submarinos en busca de pecios, bancos de peces y corales que forman arrecifes de hasta 2.000 años. Establecido en 1983, el parque nacional protege una zona tanto terrestre como marítima y es uno de los logros de sostenibilidad en Egipto. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza incluye este parque en su Lista Verde; la cobertura de coral vivo en algunas partes alcanza hasta un 90%, con una media de más del 65%, comparado con el 20-30% fuera de la reserva.
El mar Rojo es como una inmensa selva tropical submarina con más de 250 especies de corales, de las que un 8% no se halla en ninguna otra parte del mundo. La mayoría de las 1.200 especies aproximadamente de peces (siguen descubriéndose) se observan en las aguas de este parque que recibe más de 150.000 visitantes al año, incluidos el tiburón martillo, la mantarraya y el tiburón ballena.

A causa de las fuertes corrientes, algunos centros de inmersiones obligan a los principiantes a ir acompañados de un guía. De los siete enclaves de submarinismo, algunos también son aptos para el esnórquel. En el extremo sur de la profunda bahía de Marsa Bareika, Ras Za’atar propone una inmersión a la deriva por un conjunto de chimeneas y una pared de arrecife de corales blandos y árboles de coral. Al sur, Jackfish Alley tiene dos cuevas con bancos de peces cristal donde penetran asombrosos haces de luz. Quienes practican esnórquel visitan Eel Garden (se accede en barco o por tierra), y Shark Observatory es un enclave espectacular donde el submarinista se desliza a lo largo de una pared coralina en busca de depredadores pelágicos y tortugas carey. El acantilado de 50 metros sobre el agua es un excelente mirador para quienes se quedan en tierra.
El doble arrecife Shark y Yolanda ofrece una de las inmersiones más famosas del mar Rojo. Las fuertes corrientes empujan a los submarinistas por una meseta en balcón llamada “ciudad de las anémonas”, por unas verticales paredes coralinas, a través de enormes bancos de peces y, al final, hasta los restos del Yolanda, un mercante chipriota que envaró en el arrecife y se hundió en 1980 mientras transportaba lavabos y bañeras de fabricación británica, fondo predilecto para una foto.
Buceando en el ‘SS Thistlegorm’, un pecio de la II Guerra Mundial
Dicen que el SS Thistlegorm es uno de los 10 mejores pecios del mundo, un carguero británico que navegaba hacia Alejandría con suministros para las tropas, y que fue hundido en la II Guerra Mundial por los alemanes. Lo descubrió Jacques Cousteau en 1955, aunque no informó de su paradero y cayó en el olvido durante cuatro décadas.

Hoy es el pecio más famoso de todos los que se hundieron en el estrecho de Gubal, y ofrece una de las mejores inmersiones del mundo para los submarinistas expertos, que pueden explorar su cargamento de armas y vehículos, como Bren Carriers blindados, motos, camiones Bedford y todoterrenos. Y no es el único naufragio: unos 11 kilómetros al oeste de Ras Muhammad, el vapor británico SS Dunraven se estrelló contra el arrecife, se incendió y se hundió en 1876 durante su viaje entre la India e Inglaterra. Hoy, este pecio del revés que parece una cueva está incrustado de corales y da cobijo a meros, salmonetes y peces aguja.
En torno al arrecife medio sumergido de Abu Nuhas también pueden explorarse cuatro pecios, con fechas que van de 1869 a 1983 (hay un quinto, el Olden, hundido en 1987 pero del que solo se descubrió el ancla, a 50 metros de profundidad), y el buque carbonero Kingston en Shag Rock, hundido en 1881.
Hacia las profundidades en Dahab
La discreta y tranquila Dahab es la antítesis de Sharm en todos los sentidos, meta predilecta en Oriente Próximo de los viajeros independientes. En pocas décadas ha sufrido una asombrosa transformación, de polvoriento puesto con cabañas de playa a localidad hípster que atrae a más nómadas digitales que beduinos (aunque sigue habiendo rebaños de cabras y ovejas por la calle). Este cambio ha traído la diversidad a Dahab, además de restaurantes y cafeterías, en detrimento de lo autóctono.
La mayoría de los viajeros van para practicar submarinismo o sencillamente a no hacer nada, porque todos los puntos de interés de Dahab están bajo el agua y el rocoso litoral da directamente al arrecife. El enclave más (tristemente) famoso es Blue Hole. La enorme dolina de 130 metros de profundidad se comunica con el mar abierto a través de un túnel de 26 metros de longitud con un techo de profundidad de 52 metros. Aquí se han producido varios accidentes mortales; pero es seguro si uno no excede sus límites. Es un enclave de entrenamiento común para submarinistas técnicos y es popular para el esnórquel, aunque sus paredes verticales tienen pocos corales o peces. El mayor atractivo es acceder a Bells, una estrecha brecha en la mesa del arrecife donde se desciende por una chimenea semicerrada. Al salir, la corriente lleva hacia paredes cubiertas de corales, anémonas y esponjas antes de llegar a un collado con un jardín coralino que conduce a Blue Hole.

La Zona Protegida de Ras Abu Gallum, donde se encuentra Blue Hole, abarca 500 kilómetros cuadrados de litoral entre Dahab y Nuweiba, un paisaje que mezcla montañas costeras, estrechos valles, dunas de arena y playas de gravilla fina con varios enclaves para el submarinismo y esnórquel. Los científicos describen la zona como una “frontera florística”, donde las condiciones mediterráneas se ven influidas por el clima tropical, un área de importancia ambiental que resulta una visita fascinante.
Alejandría bajo el mar
No solo en el mar Rojo se esconden maravillas bajo las aguas egipcias. Gran parte de Alejandría, la ciudad fundada por Alejandro Magno en el 331 a.C., se hundió bajo las aguas del Mediterráneo en el siglo VIII de nuestra era, junto a otras ciudades del delta del Nilo, a causa de movimientos de tierra y violentas mareas. A ello también ha contribuido el aumento del nivel del mar durante estos siglos, que se estima en unos 6-8 metros.

Los arqueólogos buscan incansables los restos de los palacios y templos ptolemaicos hundidos en el puerto y un pionero proyecto de arqueología marina encabezado por Frank Godio ya ha rescatado del fondo del mar parte de ese brillante pasado: la Alejandría de Cleopatra.
Lo que hace especial el buceo en Alejandría son los restos arqueológicos que se pueden encontrar a escasa distancia de la costa. Hay cuatro zonas diferentes de buceo en el puerto oriental y cerca de la costa, donde los buceadores pueden descubrir ruinas antiguas de los faraones, romanos y griegos.

El sitio de buceo más popular de la zona es la ciudad submarina de Cleopatra, en el mismísimo puerto occidental de Alejandría, donde es posible bucear entre estatuas de Marco Antonio, esfinges y columnas romanas. Incluye lugares tan icónicos como los enormes bloques de piedra del Faro de Alejandría, una de las siete maravillas del mundo antiguo, en los alrededores de Fort Qaitbey. El problema de las inmersiones es la escasa visibilidad al estar situado en una zona con mucho tráfico de embarcaciones, por lo que hay que hacerlo siempre con buenos expertos y profesionales de confianza.
Al este de la ciudad, un par de naufragios de la Batalla del Nilo de la era napoleónica ofrecen una oportunidad interesante para los buceadores más experimentados, mientras que los principiantes tendrán que conformarse con el pecio poco profundo de un avión de la II Guerra Mundial, que será una introducción a la historia moderna de la zona.
Entre los pecios y los restos arqueológicos, cualquier inmersión en Alejandría o en sus alrededores permite también avistar fauna marina típica de estas aguas mediterráneas. Por ejemplo, pulpos, espectaculares rayas águila o discretas morenas de mar escondidas entre arrecifes.
Otra opción más sencilla es hacer un tour en un barco con fondo de cristal o visitar el Centro de Estudios Alejandrinos (CEAlex): fundado en 1989, se dedica a la excavación de la ciudad sumergida y alberga exposiciones de los objetos y hallazgos realizados, que ayudan a comprender la historia de la Alejandría sumergida.
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