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Cerveza, comida, lujo y ‘vintage’: Múnich se reivindica como destino de la vieja Europa

La capital bávara ha encontrado el modo de reivindicar su antigua nobleza y combinarla con una escena gastronómica vibrante, una arquitectura despampanante, una continua invitación al callejeo y a las compras

Detalle de la decoración del Hofbräuhaus, una de las cervecerías más antiguas de Múnich (Alemania)
Detalle de la decoración del Hofbräuhaus, una de las cervecerías más antiguas de Múnich (Alemania).Ross Helen (Alamy / CORDON PRESS)
Toni García

Pocas ciudades en Europa llevan con tanto aplomo la carga de la historia. Desde su rol como centro comercial y cultural en la Edad Media hasta su ascensión como referente artístico en el siglo XX, pasando por su papel en la creación del partido nacionalsocialista alemán o su condición de escenario de la tragedia acaecida en los Juegos Olímpicos de 1972, cualquier otro lugar hubiera sucumbido a la acumulación de efemérides a sus espaldas. Pero Múnich (‘por el Monje’, en alemán antiguo) ha encontrado el modo de reivindicar su antigua nobleza y combinarla con una escena gastronómica vibrante, una arquitectura despampanante y una continua invitación al callejeo y la contemplación.

La mejor idea para el primerizo es arrancar en Marienplatz, el corazón histórico de Múnich, con el Ayuntamiento y la famosa columna de María como atracciones principales. A dos pasos se ubica el Viktualienmarkt, un mercado al aire libre con una amplia variedad de productos locales, desde comida hasta flores y artesanía. Los amantes del street food tienen allí un auténtico paraíso con infinidad de puestos que sirven salchichas, kebabs, pollo, pizza y toda clase de viandas de todos los rincones del globo.

Vista aérea de Marienplatz, el corazón histórico de Múnich, y del Ayutanmiento de la ciudad alemana.
Vista aérea de Marienplatz, el corazón histórico de Múnich, y del Ayutanmiento de la ciudad alemana.GETTY IMAGES

Solo hay que andar unos metros más para darse de bruces con la legendaria Hofbräuhaus, una de las cervecerías más antiguas de Múnich —según presumen, fue fundada el 27 de septiembre de 1589— y la más conocida de la ciudad alemana. Beberse una cerveza en su histórico salón mientras se escucha música tradicional en vivo es lo más cerca que cualquier extraño estará de sentirse parte de la cultura bávara. La comida está rica y es abundante, así que cuidado con pedir de más, a menos que se tenga un saque importante. Los deliciosos schnitzels, filetes empanados clásicos de la cocina austriaca, son del tamaño de los pretzels: gigantes.

Para digerir la comida (obviamente, es muy aconsejable acompañar la carne de una jarra de cerveza XXL, en la Hofbräuhaus no gustan de servir nada en raciones pequeñas) nada mejor que dar un paseo por los llamados Jardines de la Cervecería, como el Augustiner o el Englischer Garten, donde muchos locales se relajan cualquier día de la semana. El Englischer es uno de los parques urbanos más grandes del mundo, y es difícil no perder el sentido del tiempo paseando por sus senderos o sentándose junto al río y si uno dispone del tiempo adecuado es una actividad imprescindible. Como tantos otros lugares en Europa, Múnich también tiene su propio complejo de museos, la Museumsinsel o isla de los museos. Es particularmente recomendable la Antigua Pinacoteca.

Ambiente en un día de primavera en el Englischer Garten de la capital bávara.
Ambiente en un día de primavera en el Englischer Garten de la capital bávara.Imago / Alamy / CORDON PRESS

La gran atracción de Múnich en los últimos meses es el hotel Rosewood. No hay celebrity que pase por la capital bávara y no se hospede en alguna de las increíbles suites del establecimiento, que abrió poco antes de Navidad y brilla con un ejercicio de arquitectura pocas veces visto en la ciudad y que ha consistido en la unión de dos edificios históricos para crear uno completamente nuevo: la fusión del Palais Neuhaus-Preysing (de 1703) y la antigua sede del Banco de Bavaria (de 1894). El diseño del alojamiento ha caído en manos de Tara Bernerd, una de las firmas más prestigiosas del mundo, que ha creado un interiorismo que roza lo barroco y que luce especialmente en el delicioso hall, cuyo bar ya se ha convertido en lo más concurrido de Múnich. El Montez, con alma de cabaret y un speak easy oculto, accesible solo para los clientes más fieles, ofrece música en vivo y una de las cartas de cócteles más trabajadas de la ciudad. Para recuperar fuerzas después del callejeo, los paseos y el arte, la Brasserie Cuvilliés, en el propio Rosewood, es una gran idea. Manejada por el chef de moda en Múnich, Caspar Bork, juega con un menú que mezcla las mil caras de la urbe: del perfecto clasicismo del schnitzel a la lubina a la sal, pasando por el pato, el risotto a la bavaresa o una espectacular bullabesa, el abanico es perfecto para los que busquen sabor y sofisticación en un entorno de cinco estrellas.

El bar Montez del nuevo hotel Rosewood de Múnich.
El bar Montez del nuevo hotel Rosewood de Múnich.Davide Lovatti

Obviamente, Múnich ofrece una excelente selección de restaurantes para todos los gustos: Brenner está muy de moda por su habilidad a la hora de manejar las brasas y, a pesar del nombre, es un italiano en el que no hay que dejar de probar el carpaccio de gamba roja y el vitello tonnato, platos realmente espectaculares en su aparente sencillez. Pero la auténtica especialidad del local es el grill y en eso nunca falla, por eso atrae a locales y extranjeros por igual: los calamares, la dorada y el entrecot son una apuesta segura.

Para los que quieran glamur, un toque foodie y una clientela exótica, Pageou es el lugar indicado. Fundado en 2014 por el chef turco Ali Güngörmüş, este restaurante se deleita en los sabores de la cocina oriental y ofrece dos clases de menú degustación con una gran reputación (el precio medio es de unos 100 euros).

Y para los aventureros y los amantes de lo cool, el look industrial y la comida con conciencia, el lugar se llama Mural Farmhouse, con una estrella Michelin. Es un bar, un restaurante, una coctelería y una discoteca, todo en uno. A sus responsables les gusta llamarlo, “granja urbana”, y son siete plantas que ofrecen cinco opciones distintas al visitante. Seguramente, la propuesta más puntera de Múnich, comandada por el chef Rico Birndt y siempre llena hasta las topes, por lo que se recomienda reservar.

En el ámbito gastronómico, y para rematar, los que quieran exprimir al máximo su tiempo pueden montarse en el Dinner Hopping. Este proyecto consiste en subirse a un bus para recorrer los enclaves turísticos más importantes de la ciudad, mientras durante el recorrido se sirve comida en un menú previamente escogido por el pasajero. Todo en clave germano-yanqui, con muy buenas hamburguesas y una abundante selección de cervezas, vinos y cócteles. Una buena opción para los que vayan justos de tiempo y quieran exprimir sus horas en Múnich.

Finalmente, es imposible irse sin dar cuenta de las tiendas de la ciudad. Las chocolaterías de Läderach son suizas, pero ideales para llevar como regalo. Si lo que gusta es la moda, están tiendas como myTheresa o Apropos, perfectas para un día de compras. Las dos encajan dentro del epíteto concept store, que tantos años lleva de moda en Europa con tiendas como Colette en París, Corso Como en Milán o Dover Street Market en Londres, donde uno puede adquirir prendas de lujo, hojear revistas, tomarse un café o, simplemente, cotillear.

Ahora bien, si lo que apetece es algo distinto, el visitante está de suerte: la capital bávara es un tesoro para los amantes del vintage y las prendas de segunda mano. Capricorn Store es, con toda seguridad, la visita obligada. La tienda está en Glockenbachviertel, un barrio de Múnich en el que se han instalado todas las grandes marcas de moda, y destaca por su cuidadísima selección y su famosa clientela, siempre en busca de ese bolso que se agotó en 2013 o ese abrigo de precio prohibitivo que ahora lo es menos.

Otro de los paseos imprescindibles es el que ofrece Haidhausen, un barrio camaleónico, eminentemente familiar, con una amplia oferta cultural y sede del parlamento bávaro desde 1949. Cada vez más de moda, resiste aún el impulso de la gentrificación con una nutrida oferta de negocios regentados por locales (desde tiendas de segunda mano a talleres de artesanía) y una potente oferta de ocio nocturna en la que destaca el Negroni, que abrió en 1998 y se ha convertido en una de las coctelerías de referencia en la ciudad alemana.

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