Actividades en familia por el valle de Tena: trenes de montaña, pasarelas y senderismo
Pequeños pueblos de piedra, excursiones a pie o en caballo, ibones y pozas para escapar del calor son algunas de las opciones que ofrece en verano esta zona del Pirineo Aragonés
Estamos en Panticosa, a 1.180 metros de altura. Un pequeño pueblo de montaña que en la temporada estival es un estupendo destino y campo base para el turismo familiar por el valle de Tena, uno de los más extensos y poblados del Pirineo. Pero en esta zona no solo se divierten los niños, encontraremos actividades aptas para todas las edades.
El tren El Sarrio y tren de Artouste
De la plaza principal del Panticosa, donde cada lunes hay mercadillo de quesos, embutidos y ropa de montaña, parte tres veces al día el tren de El Sarrio. Este tren de alta montaña lleva monte arriba —por una pista en la que solo él puede transitar— hasta llegar al valle de La Ripera, desde donde parten varios senderos. Una buena opción si se viaja en familia es el sendero de seis kilómetros que baja suavemente acompañando al río Ripera (al comienzo) y al Bolática (más adelante), hasta llegar de vuelta al pueblo. El camino termina en el río Caldarés, en un tramo en donde se forman pozas y donde uno puede darse un chapuzón; no hay mejor manera de terminar una ruta. Si se mira hacia arriba desde la poza, se puede ser el teleférico que sube a los esquiadores en invierno y que en los meses de verano lleva a los senderistas al comienzo de la ruta de los ibones de Sabocos y Asnos.
Cruzamos la cercana frontera de Francia para tomar otro tren muy diferente: el tren de Artouste, en el corazón del valle de Ossau. Para llegar hay que tomar primero el telecabina, que deja a 1.950 metros de altura, desde donde se tiene una vista increíble del propio valle y del lago Fabrèges. De este punto parte el pequeño tren que, bordeando la montaña y con una vista espectacular sobre el valle de Soussouéou, recorre 10 kilómetros hasta llegar al camino que conduce en unos 20 minutos al lago glaciar del mismo nombre de este tren que presume de ser el más alto de Europa sobre vías estrechas.
Las Pasarelas de Panticosa
Las Pasarelas de Panticosa son aptas para niños a partir de 7 años y menos de 130 centímetros. Se encuentran a las afueras del pueblo oscense, a 500 metros del parking, donde ya se encuentra la señalización que lleva al comienzo del camino. En un pequeño recorrido de menos de un kilómetro y 160 metros de desnivel (aproximadamente, lleva una hora de duración) se observan a vista de pájaro el barranco y las pequeñas cascadas que forma el río Caldarés. Al terminar las pasarelas, se puede optar por regresar al pueblo directamente en un paseo de 30 minutos o subir pasando por un par de búnkeres al mirador de O Calvé, con una panorámica estupenda al atardecer del pueblo y las montañas circundantes.
Termas de Tiberio
A tan solo seis kilómetros de Panticosa se encuentra el Balneario de Panticosa y en él, las modernas Termas de Tiberio, donde va a parar uno de los seis manantiales que hay en la zona, el manantial de Tiberio que emerge a 54 grados. Este balneario, conocido ya en época romana, contó con su primer edificio en 1694 y mantuvo su imagen hasta que en el año 2000 se hizo una rehabilitación integral.
Es una pena ver los antiguos edificios de los diferentes manantiales en ruinas y es cierto que los edificios modernos no casan muy bien con el paisaje, pero su interior hay que reconocer que es una maravilla —la palma se la lleva la piscina exterior a 34 grados con vistas a las montañas, con cama de burbujas y chorros de cuello—. Dentro, entre otros espacios hay otra piscina con una gran ventana al cielo (llamada de la tranquilidad), la piscina con color-terapia o un hammam. Hay horario infantil en tres pases diarios (los niños pueden acceder a partir de los 3 años).
Y ya que estamos aquí, podemos aprovechar para hacer el sendero que partiendo del Refugio Casa de Piedra y pasando por la Cascada del Pino llega al refugio y embalse de Bachimaña Alto en menos de cuatro kilómetros de trayecto. Otras opciones son pasear por ibón de los Baños o subir a la cercana fuente de La Laguna, donde aflora a 22 grados otro de los manantiales de la zona.
Pozas de Gorgol
Desde el pueblo abandonado de Saqués, dejando el coche en el otro lado de la carretera, en el kilómetro 9 de la A-136 asciende el camino perdido entre la maleza indicado con una pequeña señal amarilla. Entramos en el bosque del Betato, un frondoso bosque de bojs, hayas, robles y avellanos que asciende suavemente poco más de un kilómetro hasta llegar a unas pista que lleva, unos pocos metros más allá, al puente sobre el barranco de Lana Mayor. Hay varias pozas a ambos lados del puente donde se puede uno bañar si se atreve con la temperatura del agua. Aquí mismo uno puede iniciarse en la práctica de barranquismo, en un sencillo descenso de unas tres horas de duración, para mayores de 10 años, que se puede contratar en una de las muchas agencias de actividades de aventura de la zona.
Tras la jornada de ocio y aventura, el regreso lo hacemos circular visitando el pueblo de Tramacastilla de Tena y entrando de nuevo en el bosque del Betato, donde nos topamos en el sendero con los caballos del Centro Ecuestre El Betato. Este centro ecuestre que se encuentra en medio del bosque, con un ruedo con unas vistas estupendas al embalse Bubal y al Peña Telera, cuenta con cinco hectáreas a disposición de sus caballos. Ofrece rutas de diferente duración a través del hayedo, pudiendo llegar hasta el cercano ibón de Piedrafita en las excursiones de cuatro horas. Para los menores de 8 años ofrece actividades de 30 minutos para una primera toma de contacto con estos animales.
Piraguas en el embalse de Lanuza
Aunque el alquiler de piraguas es la actividad más demandada en el embarcadero Suscalar, que se encuentra en la orilla este del embalse de Lanuza —las hay desde individuales hasta para cuatro personas—, también se pueden alquilar hidropedales, barcos de vela o windsurf. Con el Sallent de Gállego y la Peña Foratata en un extremo del embalse y, al otro, el desaparecido pueblo de Lanuza, el pantano crea una bonita estampa desde todos sus ángulos. Además, en los alrededores hay zonas verdes donde poder retozar o darse un baño y en el propio embarcadero hay un restaurante con terraza.
Pueblos de piedra
En el valle de Tena espera una infinidad de pueblos muy agradables para pasear; tanto en Sallent de Gállego como en Panticosa hay rutas guiadas gratuitas una vez por semana para conocer un poco la historia de los pueblos y la zona. Ambos cuentan con una tienda de los deliciosos Helados Panticosa, donde la zaragozana Maripi lleva 13 años elaborando helados. Entre los pueblos imprescindibles están por ejemplo Hoz de Jaca y Piedrafita de Jaca, mucho más pequeños y tranquilos que los dos anteriores. Este último cuenta con un albergue con jardín donde comer o tomar algo con parque para los más pequeños.
Tres excursiones
- La excursión del ibón de Piedrafita es una de las más conocidas de la zona, tanto por su belleza, ya que discurre entre bosque y riachuelos donde mojarse los pies, como por su sencillez, ya que no tiene mucho desnivel ni es muy larga. Se puede dejar el coche en el pueblo de Tramacastilla de Tena o acortar el camino subiendo el coche hasta el parking de La Cuniacha. Si una vez llegado al ibón quedan fuerzas, se puede continuar la caminata hasta el arco O Campanal, esta vez con un tramo final con bastante desnivel, y hacer la ruta circular.
- Otra excursión sencilla en el valle es la subida al collado Pacino. El camino se encuentra a la salida de Sallent de Gállego y sale del aparcamiento del mismo nombre en la carretera A-136. Comienza en una pista, atraviesa una zona de pastos y bosque hasta llegar al collado del Pacino. Desde aquí se puede subir al pico Pacino en menos de media hora y llegar al mejor mirador del Valle de Tena con una panorámica de 360 grados sobre todos los picos en todas las direcciones. Para regresar podemos hacer el camino circular dejando a la izquierda el embalse de Escarra y adentrándonos en la Selva de Sallent hasta el comienzo del sendero.
- La última ruta que vamos a recomendar parte del embalse de La Sarra y termina en el refugio e ibón de Respomuso, es una ascensión prolongada que es amenizada por riachuelos y cascadas a lo largo de todo el camino, muchos tramos de bosque y matorrales, frambuesas y fresas en la linde del camino. En el refugio al borde del lago se puede comer y dormir, y así realizar al día siguiente alguna de las muchas rutas que parten de este mismo punto.
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