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Por la Sierra Norte de Sevilla entre castillos medievales, 10 pueblos con encanto, viejas minas y dehesas

Este parque natural y geoparque ubicado al norte de la provincia andaluza es todavía uno de esos territorios donde se puede disfrutar, sin prisas ni aglomeraciones, de historia y cultura en medio de una naturaleza singular y cautivadora

Vista aérea del castillo de Alanis, provincia de Sevilla, Andalucía
Vista aérea del castillo de Alanis, provincia de Sevilla, Andalucía, España. Es uno de los pueblos más pintorescos de la Sierra Norte.Sergi Reboredo (Alamy Stock Phot

La Sierra Norte de Sevilla se sitúa, como su propio nombre indica, al norte de la provincia andaluza y forma parte de las Dehesas de Sierra Morena, una de las principales reservas de la biosfera de la Unesco en España. El parque natural de la Sierra Norte de Sevilla es una magnífica muestra de un espacio en el que se conjugan naturaleza, historia y cultura. Encantadores pueblos serranos, perdidas ciudades romanas, castillos medievales, viejas minas, recónditos parajes fluviales y brumosos bosques de encinas y alcornoques —poblados con una variada fauna salvaje donde no faltan jabalíes, ciervos, muflones, buitres leonados, cigüeñas negras…— se suceden en un entorno ideal para disfrutar del más evocador viaje cultural, y del más estimulante turismo ecológico.

La Sierra Norte de Sevilla la integran 10 pueblos: Alanís, Almadén de la Plata, Cazalla de la Sierra, Constantina, Guadalcanal, Las Navas de la Concepción, El Pedroso, La Puebla de los Infantes, El Real de la Jara y San Nicolás del Puerto. En este recorrido los visitaremos todos siguiendo una ruta circular (en sentido inverso a las agujas de un reloj) que nos llevará de este a oeste, y de sur a norte.

Sin embargo, es buena idea comenzar el periplo visitando Villanueva del Río y Minas, que, sin ser estrictamente uno de los pueblos de la Sierra Norte, yendo desde Sevilla, es la puerta de entrada al que también es geoparque mundial de la Unesco, por sus especiales características geológicas, arqueológicas y mineras. Villanueva del Río y Minas es Villanueva del Río, porque en época romana fue puerto fluvial, y también es Villanueva de las Minas, porque desde el siglo XVII hasta el XIX se explotaron con éxito las minas de carbón descubiertas en la zona. Para hacerse una idea de la importante actividad minera vivida hay que visitar el antiguo Pozo N.º 5 y algunas de las viviendas coloniales del siglo XIX, la época de mayor esplendor industrial del pueblo. También merece la pena ver la ermita de Santa Bárbara, patrona de los mineros.

Los Baños Romanos ubicados dentro del sitio arqueológico de Munigua en Andalucía, España.
Los Baños Romanos ubicados dentro del sitio arqueológico de Munigua en Andalucía, España.Alamy Stock Photo (Alamy Stock Photo)

Pero si hay un lugar que uno no debe perderse ese es el muy desconocido conjunto arqueológico romano Mulva-Munigua, una antigua ciudad romana fundada en época prerromana —siglo IV antes antes de Cristo— que vivió sus días de mayor prosperidad entre los siglos I y III. Para llegar al lugar, a ocho kilómetros al noroeste de Villanueva, hay que dejar el coche en la entrada de una finca privada —donde se halla el yacimiento—, andar un par de kilómetros hasta, por fin, con sorpresa e incredulidad, descubrir a lo lejos por encima de un mar de encinas y olivos y de un ondulado campo primaveral lo que parece una imponente muralla que se yergue poderosa sobre una suave colina. Son los muros de contención (de 10 o 12 metros de alto) del basamento sobre el que se levantó en su día el templo o santuario dedicado a Hércules y la diosa Fortuna. Desde el lado opuesto a los muros, la ciudad se alza a lo largo y alto de espacios aterrazados, hasta culminar en los restos del gran templo. Las labores de excavación ya han sacado a la luz calles, termas, casas privadas, el foro, templos —el templete dedicado a Mercurio todavía conserva un altar y varias columnas—, edificios públicos, necrópolis… Un paseo por el lugar resulta fascinante.

La siguiente parada es La Puebla de los Infantes, que merece una rápida visita para disfrutar de su entorno natural —transición entre la Sierra Norte y la vega del Guadalquivir— y de los restos de su castillo gótico-mudéjar de mediados del siglo XIV, con sus dos sólidas torres defensivas.

Seguimos hasta El Pedroso. Aquí hay evidencias de asentamientos prehistóricos y constancia de que el lugar, en su protohistoria, llegó a formar parte del reino de Tartessos. El primer documento que habla de El Pedroso es medieval, y se trata de una donación de tierras que hizo Alfonso X en 1266. Igualmente se sabe que los Reyes Católicos pernoctaron en la villa en 1502. Hay que ver la iglesia de Nuestra Señora de la Consolación, un templo gótico construido sobre una antigua torre romana y una fortaleza musulmana, y la Casa Granja (La Cartuja). También merece la pena dar un paseo por el Berrocal de El Pedroso, un característico paisaje de rocas graníticas.

Constantina, provincia de Sevilla, Andalucía, España.
Constantina, provincia de Sevilla, Andalucía, España. Alamy Stock Photo

Constantina es probablemente la localidad más importante y más poblada de toda la Sierra Norte de Sevilla. Su origen se remonta al siglo XII antes de Cristo, en tiempos de íberos y celtas. Los romanos la bautizaron como Constantia Julia; y, en aquella época, se producía aquí un vino famoso en todo el imperio, conocido como Cocolubis. Entre otros interesantes monumentos, conserva los restos de una fortaleza árabe que domina la población; la monumental iglesia parroquial de Santa María de la Encarnación, de origen mudéjar, aunque con una preciosa fachada plateresca; la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores; las ruinas de la ermita de Nuestra Señora de la Hiedra; la portada del convento de Santa Clara… También merece la pena dar un tranquilo paseo por el barrio de La Morería y conocer la plaza de España. A escasamente 1,5 kilómetros del pueblo se encuentra el Centro de Visitantes Cortijo El Berrocal, un interesante centro de interpretación del parque natural.

Continuando en dirección noreste llegamos a Las Navas de la Concepción, pueblo fundado a mitades del siglo XVI por los monjes de la orden de San Basilio al favorecer un primer asentamiento en la zona con los obreros que contrataron para construir varios monasterios. Las primeras construcciones fueron realizadas en pequeñas “navas”, o territorios llanos, generalmente entre montañas —de ahí su nombre—. El edificio más antiguo del pueblo es El Lagar, un viejo molino de vino y cereal construido en el siglo XVI que todavía conserva grandes tinajas y una importante estructura de madera. Junto a él también se mantiene en pie la antigua ermita de la Virgen de Belén.

Las Navas de la Concepción, vista aérea y olivar, Sierra Norte de Sevilla, Andalucía.
Las Navas de la Concepción, vista aérea y olivar, Sierra Norte de Sevilla, Andalucía. Tolo Balaguer (Alamy Stock Photo

Más al norte, la ruta lleva hasta San Nicolás del Puerto, una población de origen celta. En época romana, la calzada que unía Sevilla con Mérida atravesaba la villa. De entonces se conserva un magnífico puente. También pueden verse los restos de una torre de una antigua fortaleza medieval, conocida localmente como El Torrejón. En esta villa la naturaleza también es protagonista: las fuentes del río Rivera del Huéznar surgen de dos manantiales localizados a la salida del propio núcleo urbano y en sus inmediaciones esperan las cascadas del Huéznar, una sucesión de chorreras y pequeños saltos de agua declarados monumento natural de Andalucía. Otro singular paraje de la zona es el Cerro del Hierro; antiguo poblado minero en el que la acción humana transformó el entorno convirtiéndolo en un paisaje kárstico muy especial, que invita a ser conocido recorriendo sus túneles, galerías naturales y deliciosos senderos, o practicando escalada, rápel, espeleología… En verano, San Nicolás del Puerto dispone también de una playa artificial realizada en el cauce del río Galindón, que nace en el mismo pueblo.

En dirección noreste, a escasos 20 kilómetros de San Nicolás del Puerto, se llega a Guadalcanal, el último pueblo del norte de Sevilla, lindando ya con Extremadura. Patria de Pedro Ortega Valencia, descubridor en 1567 de la isla Guadalcanal, en el Pacífico, el pueblo cuenta con un importante patrimonio histórico-artístico en el que destacan la iglesia de Santa Ana, de estilo mudéjar, construida sobre una antigua mezquita de la que se conserva el alminar y declarada Histórico-Artístico Monumento Nacional; la iglesia de Santa María de la Asunción, templo también de estilo gótico-mudéjar, con singular altar mayor decorado con azulejos; la Almona —del árabe máwna, que significa “casa de provisiones”— de estilo igualmente mudéjar y considerado el edificio civil más antiguo de la provincia de Sevilla, fechado en 1307. Otros monumentos importantes son la Casa Rectoral, la iglesia de San Sebastián o el convento de Santa Clara, del siglo XV.

Algo al norte de Guadalcanal se encuentra el Cerro de La Capitana, que con sus 952 metros es la cota más elevada de toda la Sierra Norte de Sevilla. Desde se mirador se disfruta de una de las mejores vistas de todo el geoparque: de sus abruptas montañas, sus estrechos y profundos valles, las suaves planicies… La gastronomía de Guadalcanal es otro de sus indudables atractivos: aquí se comen platos como la caldereta y la rabada de cordero, el cochinillo frito, la liebre con arroz o las judías con perdiz.

La Puebla de los Infantes es un pueblo en la Sierra Norte de la provincia de Sevilla, en Andalucía.
La Puebla de los Infantes es un pueblo en la Sierra Norte de la provincia de Sevilla, en Andalucía.Alamy Stock Photo

Descendiendo ya hacia Cazalla de la Sierra hacemos un alto en Alanís, una población conocida por muy diferentes nombres a lo largo de la historia: los celtas la denominaron Iporci; los romanos, Ordo Iporcensium; los musulmanes, Al-Haniz (fértil tierra próspera), del que deriva el actual nombre. En Alanís no hay que dejar de ver la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, construida en el siglo XVI, con torre y fachada del siglo XV, e interesantes frescos y azulejería mudéjar; diferentes viviendas de la villa que conservan fachadas mudéjares y renacentistas, como la de doña Matilde Guitart; la fuente de Santa María, construida por Carlos I; la ermita de nuestra Señora de la Angustias; y el castillo medieval y la ermita de San Juan Evangelista, que dominan el pueblo desde un altozano próximo. El castillo de Alanís, de finales del siglo XIV y de origen árabe, forma parte juntamente con los de Almadén de la Plata, Cazalla de la Sierra, El castillo de las Guardas, La Puebla de los Infantes, Constantina y El Real de la Jara de la conocida como Banda Gallega, que constituyó la frontera norte del reino de Sevilla. Desde mediados del siglo XIII, este cinturón de castillos fortificó la zona de la Sierra Norte de Sevilla para proteger a la población de los bandidos, controlar las vías de comunicación con la Vía de la Plata y mantener alejados del territorio a portugueses, templarios y santiagueños.

Nuestra siguiente etapa nos llevará a tierras de Cazalla de la Sierra, un buen punto central de la ruta en el que poder hacer base y alojarse. Un buen sitio para hospedarse es la Posada del Moro.

Las Cuevas de Santiago, próximas a la población, ya nos hablan de que los cazadores primitivos del Neolítico eligieron esta zona para asentarse. En época romana la población conocida como Calletum se convirtió en paso obligado de la Ruta de la Plata. Los visigodos y los árabes le dieron el nombre de Castallam que significa “ciudad fuerte”. Aparte de ser un pueblo con un encanto especial que invita a pasear y detenerse en cada uno de sus rincones, como, por ejemplo, junto al antiguo abrevadero octogonal o la fuente de los Leones en la plaza del Concejo, atesora multitud de interesantes edificios religiosos.

Dos niños juegan al fútbol en una plaza de Cazalla de la Sierra, Andalucía, España.
Dos niños juegan al fútbol en una plaza de Cazalla de la Sierra, Andalucía, España. Alamy Stock Photo

A lo largo del tiempo, Cazalla fue el lugar elegido por varios monarcas españoles para pasar allí temporadas; alguno como refugio terapéutico para su depresión —como es el caso de Felipe V, que arrastró consigo a toda la Corte—, otros, como lugar de cinegético esparcimiento, como lo utilizaron Fernando VI, Carlos III y Pedro I El Cruel que, incluso, tuvo allí su pabellón de caza, justo en el mismo lugar que después ocuparía la Cartuja de la Concepción. Llegó a recibir como insigne huésped, en su faceta de recaudador de impuestos, al mismísimo Miguel de Cervantes. Siglos después de la llegada de tanto importante personaje, siguen apareciendo en la zona conocidas personalidades internacionales que llegan para descansar o desconectar en alguno de los grandes y exclusivos hoteles perdidos en los montes serranos; hoteles como, por ejemplo, Trasierra. Por las calles de Cazalla de la Sierra se dejan ver, de cuando en cuando, gente como Sarah Ferguson, Bono, Kate Moss o Rowan Atkinson.

Desde el siglo XV, Cazalla ha sido célebre por sus vinos y aguardientes que en tiempos pasados llegaron a hacer surgir en la sierra sevillana una especie de nueva clase social, la de los hacendados, que crearon grandes casonas en la localidad, especialmente durante el siglo XVIII. A mediados del siglo pasado llegó a haber en la población más de 40 fábricas de aguardiente que comercializaban su producto bajo la denominación genérica de Cazalla. Hoy solo quedan dos destilerías produciendo: Miura y, sobre todo, El Clavel, que ocupa en el pueblo un antiguo edificio con mucho sabor.

Aunque aquí hay varios establecimientos donde se come bien y se disfruta de la gastronomía de la zona, mención aparte merece Agustina, un pequeño restaurante que desde hace ya casi 20 años mantiene en el pueblo, contra viento y marea, una cocina imaginativa, honesta y sabrosa. Agustina es básicamente cosa de Raúl Alvear, un cocinero local autodidacta cuyo único propósito no es otro que “seguir haciendo cositas ricas y nuevas”. En plena Sierra Norte, muy alejado de grandes ciudades, Agustina fue hace ya más de 12 años uno de los primeros restaurantes de la provincia de Sevilla en recibir una mención de la guía Michelin. Hoy sigue manteniendo orgullosamente la distinción Bib Gourmand de la famosa guía, que destaca a los restaurantes con una gran relación calidad-precio. Alvear sabe que su elaborada cocina no es del gusto de tosos sus vecinos cazallenses; confiesa que el 95% de sus clientes son de fuera del pueblo. Estos son varios de los sugerentes platos que ofrece: puerro asado con gratinado de bechamel trufada, alcachofas confitadas rellenas de manitas de cerdo y setas, wok de verduras frescas con langostinos y rejos, muslo de pato horneado con salsa de melocotón, bacalao confitado y gratinado con holandesa de albahaca….

Desde Cazalla de la Sierra hasta El Real de la Jara se recorre un ondulado y bonito campo lleno de dehesas de encinas y alcornoques. Este es el último pueblo sevillano al noroeste de la provincia. En 1498, como agradecimiento por la lealtad y servicios prestados, la villa recibió de los Reyes Católicos el fuero “Real”, que, después, se incorporaría como topónimo de la población. Juntamente con Almadén de la Plata, El Real de la Jara forma parte de tres importantes rutas: la Ruta del Ibérico, la Vía de la Plata y el Camino de Santiago. El municipio cuenta con la iglesia mudéjar de San Bartolomé —con magnífica portada—, la ermita de los Remedios y, especialmente, con el castillo medieval del siglo XIV, que, desde un cerro cercano, domina el pueblo y buena parte del entorno circundante. El castillo es de planta trapezoidal, cuenta con ocho torres (tres de ellas semicirculares) y fue decisivo tanto para cristianos como para musulmanes en el control y defensa del territorio.

Embalse de San José en Lora del Río cerca de La Puebla de los Infantes, Sevilla, Andalucía, España.
Embalse de San José en Lora del Río cerca de La Puebla de los Infantes, Sevilla, Andalucía, España. Alamy Stock Photo

A escasamente 17 kilóemtros de El Real de la Jara se llega a Almadén de la Plata. El municipio debe su nombre a las minas de mármol azul y, sobre todo, de plata que a lo largo de los siglos explotaron fenicios, griegos, romanos, musulmanes y cristianos. El núcleo urbano tiene la estructura típica de las poblaciones mineras, con las casas alineadas a lo largo de calles rectilíneas. En época de dominación árabe fue cuando el yacimiento adquirió la denominación de Almadin, que podríamos traducir como “el minero” o “la mina”.

Aparte de los monumentos urbanos que merecen conocerse, entre los que destacan la iglesia de Santa María de Gracia, la Torre del Reloj, los restos del antiguo castillo —hoy dependencias municipales—; en sus inmediaciones se despliegan diferentes áreas mineras, arqueológicas, naturales y geológicas de alto interés. En las canteras romanas, explotadas durante los siglos I y III, es posible apreciar todavía los huecos de la extracción de los bloques de mármol, así como las marcas dejadas por los utensilios y herramientas utilizadas por los canteros. También hay que acercarse a la necrópolis de La Traviesa, una de las mayores necrópolis de la Edad de Bronce —2250 a 1000 a.C.— del suroeste peninsular. En el terreno geológico y de parajes naturales, tampoco habría que perderse el grupo de bellas cascadas del cercano arroyo Calzadilla. Y si se tienen ganas de hacer senderismo, conocer curiosas formaciones graníticas y tener la ocasión de ver fauna típica de la zona, no estaría de más visitar el Granito del Berrocal y su centro de visitantes.

Tras el viaje, queda más que demostrado que la Sierra Norte de Sevilla es todavía uno de esos lugares donde uno puede disfrutar, sin prisas, ni aglomeraciones, de historia, cultura y pueblos con encanto, en medio de una naturaleza singular y cautivadora.

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