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Explorando los alrededores de Ámsterdam en bici

Una placentera ruta con inicio en la capital de los Países Bajos hasta la localidad de Muiden, el castillo de Muiderslot, el Museo Singer Laren o los bonitos jardines de Nardinclant

Alrededores de Ámsterdam en bici

Países Bajos es una de las regiones con mayor tradición del planeta en el uso de la bicicleta. Se estima que en el país hay unos 24 millones de bicis para apenas 18 millones de habitantes. Pero este vehículo es ideal no solo para hacer ejercicio y contribuir a un entorno más limpio y saludable, también es una estupenda opción para alejarse de núcleos urbanos tan congestionados por el turismo como Ámsterdam, y para explorar sus atractivas regiones vecinas mucho menos frecuentadas por los viajeros.

La buena planificación de carriles seguros para los ciclistas —no solo en las ciudades, sino también al borde de las carreteras que las comunican—, un terreno casi exclusivamente llano y la disponibilidad de alquilar bicicletas eléctricas hacen de los Países Bajos uno de los destinos favoritos para los trotamundos sobre dos ruedas.

Cuando el viajero se sienta abrumado por la vorágine turística que agobia Ámsterdam y ya haya visitado la mayoría de sus magníficos museos o haya viajado suficiente por los coffee shops, un buen plan consiste en alquilar una bici y recorrer, en medio de un hermoso paisaje, pueblos y ciudades cercanos con una buena oferta de castillos y restos de bastiones de defensa medievales, además de interesantes museos y algunos de los jardines más bellos del país. Sin olvidar parar en buenos restaurantes y cervecerías antiguas y genuinas.

Un primer tramo de la ruta en bici, el que lleva de Ámsterdam hasta más allá de Naarden, combina en sus 32 kilómetros de terrenos planos y carriles muy bien señalizados historia y arquitectura defensiva, naturaleza acuática, un jardín de ensueño, museos de arte moderno y la serenidad del campo de la provincia de Holanda Septentrional. La aventura puede comenzar en el carril bici que pasa por delante del Hotel Avani Museum Quarter, un buen alojamiento en el tranquilo barrio de Pijp, en Ámsterdam, muy cerca del Rijksmuseum y una buena base para planear el viaje. Los 18 kilómetros que separan este punto de partida y Muiden, la primera parada, comienzan con un pequeño tramo urbano hasta que, al poco de pasar el barrio de Zeeburg y el Flevopark, el carril discurre al borde del Mar del Norte y del Diemerzeedijk, el antiguo dique construido después de las inundaciones de 1170. Desde la ruta se puede contemplar, al otro lado del canal, el recoleto Diemerpark.

Una vez pedaleado el puente Nesciobrug, curvo, en suspensión y el primero de los Países Bajos exclusivo para ciclistas y peatones ―ganador de varios premios internacionales de arquitectura gracias a su diseño minimalista―, se puede hacer una parada y admirar las vistas sobre el lago artificial IJmeer. Así, los 15 kilómetros hasta llegar a Muiden transcurren en medio de un típico paisaje holandés caracterizado por los canales, dársenas, vegetación y fauna propia de humedales y, cómo no, polders, los terrenos ganados al mar. Hay que reparar también en las infraestructuras hidrológicas que los han hecho posibles.

En Muiden hay que bajarse de la bici y callejear por esta pequeña y típica localidad holandesa con su omnipresente canal central —en realidad, la desembocadura del río Vecht—, flanqueado de casitas bien cuidadas, algunas desde el siglo XVIII. En menos de un kilómetro a pie se llega hasta el estuario del río donde se alza Muiderslot, uno de los castillos más antiguos del país y cuyo origen se remonta al siglo XIII, cuando Floris V, conde de Holanda y Zelandia, ordenó su construcción en este enclave tan estratégico. La estampa del castillo, rodeado de un foso y con sus murallas y torreones excelentemente restaurados, es una de las postales más bonitas de la ruta. Merece la pena visitar el interior, donde en el patio algunos personajes disfrazados (el mendigo, la artesana, la guardia…) recrean un ambiente de época. Entre los bastiones, donde no falta un curioso retrete incrustado en la muralla de cara —o mejor dicho, de culo—, al exterior, varias cámaras ilustran sobre la historia y la vida cotidiana de aquellos castellanos.

Desde Muiden, de nuevo un tramo de unos 15 kilómetros nos lleva, después de dejar atrás la localidad de Naarden, hasta una hermosa mansión en medio de los jardines más espectaculares del país: Nardinclant. Nació en 1919 con el diseño de un vergel histórico, obra del paisajista Leonard Springer, alrededor de un precioso palacio rural. Su valor como típico parque de estilo decorativo holandés ha propiciado su inclusión en la lista del patrimonio de los jardines monumentales del país y hoy se puede pasar un rato agradable entre sus numerosas especies de flores, árboles, estanques con relajantes cascadas o bajo la pérgola cubierta por flores más grande de los Países Bajos. La mansión cuenta con una sauna privada y una magnífica piscina en un decorado clásico y ofrece diferentes tratamientos de spa y alojamiento para grupos de hasta 12 personas.

Solo hacen falta unos cinco minutos en la bici por un carril que discurre en un agradable entorno boscoso para otra visita cultural: el Museo Singer Laren, adyacente a la casa y estudio de los coleccionistas de arte norteamericanos, el pintor William Singer y su esposa Anna, auténticos agitadores culturales de la región a finales del siglo XIX y principios del XX. La mayoría de las obras que se exponen pertenecen a las escuelas francesa de Barbizon, holandesa de La Haya o a los paisajistas de Bergen ―como Martin Borgord― de las primeras décadas del siglo pasado: Bart van der Leck, Jan Sluijters, Leo Gestel, Chris Beekman, Jan Toorop o Herman Kruyder, entre otros.

De vuelta en Naarden, hay que aprovechar para pasear por esta pequeña localidad y echar un vistazo a la Grote Kerk, la iglesia de San Vito, cuyos orígenes se remontan al siglo XV, aunque ha sido restaurada algunas veces a causa del fuego. Luego es el momento de tomarse un buen aperitivo al borde de un canal a base de ostras, salmón ahumado o un tartar de atún en la Brasserie Bon, que además produce sus propias cervezas.

Si el encanto de esta zona ha seducido al viajero y prefiere posponer la vuelta a Ámsterdam y quedarse en estos parajes para explorar otros lugares de interés —como los restos de fortalezas defensivas en Uitermeer, adonde se accede en una bonita navegación desde Muiden por el río Vecht—, el hotel Bussum Jan Tabak es un alojamiento ideal para quedarse, en un entorno muy agradable y bien situado, a solo dos kilómetros del centro de Naarden y a diez de Muiden.

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