En la provincia vietnamita de Ninh Binh, mucho más que la llamada bahía de Halong terrestre
Este peculiar territorio del norte de Vietnam ofrece algunos de los paisajes más espectaculares del país asiático, protagonizados por arrozales, campos de loto, montañas y pagodas. Lo mejor es alquilar una moto o una bici y recorrer la zona sin prisas ni programas
En ese afán de equiparar y catalogar lugares, la provincia de Ninh Binh, situada al norte de Vietnam, a unos 100 kilómetros de Hanói, es conocida habitualmente como la Halong terrestre, comparándola con ese laberinto de más de 3.000 islotes y pináculos marinos que ostenta el privilegio de ser considerada una de las siete maravillas naturales del mundo. Sin embargo, aquí el agua es dulce, los arrozales y los campos de loto se extienden hasta más allá del horizonte y la experiencia del viajero es, por el momento, algo más auténtica. No se visita a bordo de un crucero organizado y la recomendación es alquilar una moto o una bicicleta y permitirse recorrer la zona sin prisas ni programas.
Uno de sus mayores encantos es el paseo por el río Ngo Dong, que se hace en una barca tradicional vietnamita en la que el guía va remando con sus pies, avanzando lentamente, bajo la serena mirada de las imponentes montañas y los plácidos arrozales. En las riberas, crecen los lotos y emergen pequeños templos, e incluso un apacible cementerio. Conforme se avanza van apareciendo varias cuevas que obligan a los navegantes a agacharse para cruzarlas, rozando la piedra con sus manos y sin perder un ojo al espectáculo natural.
Existen dos puntos de partida para esta pequeña excursión, en la ciudad de Tam Coc y en la de Trang An, con recorridos diferentes. El de Tam Coc dura algo más de dos horas (ida y vuelta) y el de Trang An cuenta con varias alternativas de distinta duración que permiten ver más o menos cuevas y templos. En ambos casos, se vuelve al lugar de inicio y siempre es recomendable evitar las horas de más sol, además de llevar sombreros, agua y protección solar.
Los 500 escalones de un mirador único
Los aproximadamente 500 escarpados y desiguales escalones que ascienden al mirador de Hang Mua o Mua Cave son un precio escaso a pagar por las espectaculares vistas que ofrece. Por el zigzagueante camino es fácil distraerse con el dragón tallado en piedra que hace las veces de barandilla en algunos tramos, con las pequeñas esculturas que salpican los giros o con las sofocadas caras de los vecinos de ascenso. Sin embargo, al llegar arriba, la visión de los interminables campos de arroz, del tranquilo discurrir del río y las verdes montañas lo conquista todo y casi se olvida el esfuerzo.
Hay que tener en cuenta que, antes de llegar a lo alto, el camino se bifurca, así que, dependiendo de la elección, se podrá disfrutar de la cima de la montaña Mua, con su escultura de dragón en lo más alto, o del pequeño templo a una deidad budista de la compasión y la misericordia. Aunque, una vez que se ha subido tanto, y si no fallan demasiado las fuerzas, es mejor irse con ambas visiones en la retina.
Bajar se hace más fácil y, una vez a ras de suelo, es posible y recomendable recuperar el aliento y el pulso dando un tranquilo paseo por los alrededores. La cueva que da nombre a la zona es posiblemente lo menos espectacular del lugar, pero no hay mejor forma de completar la visita que caminar sin rumbo por las pasarelas de madera que se adentran en el inmenso estanque colmado de flores de loto. Con el aliciente de que, si se visita en los meses de verano, se encontrarán en su máximo esplendor y el aroma de las flores lo dominará todo.
Una buena ración de templos y pagodas
Para quienes, además de los apabullantes paisajes de la zona, busquen empaparse de una buena dosis de cultura, en esta provincia también se encuentra Hoa Lu, la que fuera capital de Vietnam y que hoy conforma uno de los sitios históricos más importantes del país. La reconstruida entrada, cruzando un puente y con una puerta enmarcada entre el telón de fondo de las montañas, es una de las instantáneas más características. Tras la enorme explanada de acceso se diseminan varios templos bien conservados, pagodas y tumbas de los primeros emperadores.
Aunque la pagoda más visible de la zona se encuentra muy cerca, en el complejo budista de Bai Dinh, el más grande del país que presume de poseer más de cinco centenares de estatuas de buda, una inmensa campana de 36 toneladas —también la más grande de Vietnam— y una pagoda de 13 pisos construida, eso sí, a principios de este milenio. Así pues, recorrer este enorme complejo —con la inestimable ayuda de los carritos eléctricos que enlazan los diferentes puntos— ofrece una interesante representación de templos, cuevas y pagodas rodeados de un impresionante y pacífico paisaje.
Y, por último, a apenas dos kilómetros de Tam Coc, espera la pagoda de Bich Dong. Prácticamente excavada en la roca y mimetizada con su entorno, casi la única señal externa de su existencia es su colorida puerta, a la que se llega cruzando un pequeño puente que salva un bucólico estanque repleto de flores de loto. Tras ella, se accede en riguroso orden ascendente a los tres niveles del templo, el último atravesando una cueva para llegar a la zona más elevada, con varios pequeños santuarios y una hermosa vista.
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