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Qué ver en Belgrado, la ciudad hormiguero: de los túneles de la fortaleza a un búnker nazi

En el subsuelo de la capital de Serbia se despliega un conjunto de angostas y oscuras galerías subterráneas que hacen que uno se sienta un poco más topo que hormiga al recorrerlas

Que ver en Belgrado
A los pies de la fortaleza de Kalemegdan se encuentra un almacén que ha sido lapidario romano y un polvorín austriaco. En la actualidad alberga una colección de sarcófagos, lápidas y altares romanos.FELIPE DURÁN

Algo tuvo que tener Belgrado para que celtas, romanos, eslavos, otomanos, austrohúngaros, alemanes y soviéticos la quisieran unas veces conquistar y otras destruir. A la ciudad y a sus habitantes. La capital serbia está acostumbrada al combate y a combatir. Es una ciudad insubordinada y provocadora. Ese carácter indómito y belicoso tiene su reflejo en un urbanismo caótico y en una arquitectura heterogénea. También en su manera de competir y animar a sus deportistas, a sus equipos; el Estrella Roja y el Partizán de Belgrado.

La ciudad antigua, al este del río Sava y a la sombra de la fortaleza de Belgrado, desde donde se ve el Danubio, es ecléctica. Tiene un poco de Viena, Budapest, Berlín y Estambul. En sus calles se suceden edificios históricos y decadentes. Tampoco le faltan plazas presididas por grandes estatuas de hombres a caballo donde descansan las palomas y defecan sin remordimientos. En el viejo Belgrado, se mire dónde se mire, se ve el crepúsculo de algo. De una fachada, de una idea. De un tiempo. En lo que se conoce como Nuevo Belgrado, una zona de la ciudad de avenidas enormes, concebidas para desfiles militares, como las que hay en Moscú y Pekín, el hormigón es el material omnipresente. Es el material que el mariscal Tito empleó para construir la Yugoslavia pos Segunda Guerra Mundial y para transmitir grandeza, poder y fuerza. De una manera sencilla, sin alardes. Pero con contundencia. También lo empleó para construir moles residenciales brutalistas para que sus residentes vivieran en comunidad. Durante un tiempo funcionó, hasta que estalló la Guerra de los Balcanes en 1992, aunque todo venía turbio desde antes. Hoy en esas moles de hormigón crecen hierbas silvestres en las juntas agrietadas y sus azoteas lucen carteles publicitarios. En Belgrado se hace uso del alfabeto cirílico y del latino. Conocimiento que tiene Veljko Antonijević, guía local que me escribe los nombres de la iglesia, de la mezquita y de la sinagoga que hay en la ciudad y a las que acuden ortodoxos, católicos, musulmanes y judíos a cumplir fieles con su religión.

Si en Belgrado hay un sitio en el que todo el mundo habla el mismo idioma, es en una cancha de baloncesto, de tenis y de fútbol. Deportes que abanderan ahora mismo Nikola Jokić, Novak Djokovic y Dušan Vlahović, respectivamente, y que los belgradenses practican en el foso de la fortaleza y sus alrededores. Ese lugar a 125 metros de altura que hace de balcón desde donde contemplar la confluencia de los ríos Sava y Danubio y donde, tiempo atrás, los locales se defendían de los invasores.

La West Gate es un ejemplo de arquitectura brutalista en Belgrado. Esta Puerta del Oeste es una mole de hormigón residencial ubicada en lo que se conoce como Nuevo Belgrado.
La West Gate es un ejemplo de arquitectura brutalista en Belgrado. Esta Puerta del Oeste es una mole de hormigón residencial ubicada en lo que se conoce como Nuevo Belgrado.FELIPE DURÁN

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Si la fortaleza del montículo verde de Kalemegdan es una construcción visible y defensiva de la ciudad, las galerías subterráneas de la misma y que recorren el subsuelo calizo de Belgrado son vías estratégicas invisibles que sus habitantes, a veces sus invasores, usaron para protegerse, esconderse y huir. Un hormiguero a escala humana que los romanos excavaron y drenaron, para evitar que se inundara por la profusión de los ríos Sava y Danubio y por los canales subterráneos. Una ciudad con sótano, pero al que solo se puede acceder a una parte.

Debajo del parque urbano de Tašmajdan hay una red de galerías subterráneas. Grutas que los austriacos aprovecharon para extraer salitre para elaborar pólvora y que los nazis convirtieron en un búnker desde el que dirigieron la ocupación de Belgrado.
Debajo del parque urbano de Tašmajdan hay una red de galerías subterráneas. Grutas que los austriacos aprovecharon para extraer salitre para elaborar pólvora y que los nazis convirtieron en un búnker desde el que dirigieron la ocupación de Belgrado. FELIPE DURÁN

La fortaleza en cuestión es barroca y tiene forma de estrella. Es una mezcla de fortificación austriaca del siglo XVII, con torres serbias y otomanas del siglo XIV y rodeada por una muralla romana. Intramuros hoy es un entorno plácido en el que hay gente paseando, patinando, sentada en un banco y jugando, así como torres, miradores y cancelas de hierro que dan acceso a escaleras de piedra empinadas hacia abajo que dan a parar a un mundo subterráneo de otro tiempo. Un entramado de túneles, pasadizos y búnkeres que alcanzan los 14 kilómetros, construidos por los romanos y Tito, quien los mandó hacer durante la Guerra Fría, seguro de que la URSS atacaría a la socialista Belgrado por su postura de no-alineamiento. Ataque que no se produjo. Hoy este búnker, de dos alturas comunicadas por una escalera de caracol, es una construcción que se puede ver por dentro y por fuera, ya que ha emergido de la hierba, dejando al descubierto su propia estructura y un pequeño hueco que los militares usaban para ver lo que ocurría en el exterior. A los pies de la fortaleza hay un almacén exento de la misma. Construcción que fue un lapidario romano y un polvorín austriaco. Hoy, en vez de pólvora, lo que hay es una colección de sarcófagos, lápidas y altares romanos. Durante un tiempo también fue una discoteca. Belgrado no es remilgada con su patrimonio, “nos gusta que sea parte de nuestra vida”, dice al respecto Veljko.

Búnker nazi

Las piedras que pulieron los romanos para realizar esas piezas de arte funerario las extrajeron de una antigua cantera sobre la que hoy se encuentra el parque urbano de Tašmajdan. Un lugar en el que también los romanos excavaron y trazaron una red de galerías subterráneas. Grutas que los austriacos aprovecharon para extraer salitre para elaborar pólvora. Unos pasadizos muy transitados en ciertos momentos de la ajetreada historia de la capital serbia. Una de sus puertas está empotrada en una roca, oxidada, semioculta por la vegetación, pintarrajeada y cerrada, salvo en contadas ocasiones que se abre para recorridos especiales. Es un lugar que pasa desapercibido para la gente, no así las dos iglesias ortodoxas que hay en las proximidades, una serbia, la de San Marcos, y otra rusa, la de la Santísima Trinidad, y lo que queda del antiguo edificio de la Radio Televisión de Serbia, bombardeado por el ejército de la OTAN durante el delicado contexto del conflicto entre los serbios y los albanokosovares de 1998-1999.

Galerías subterráneas de la fortaleza del montículo verde Kalemegdan. Las mismas recorren el subsuelo calizo de Belgrado y en el pasado fueron vías estratégicas invisibles que sus habitantes, a veces, sus invasores, usaron para protegerse, esconderse y huir.
Galerías subterráneas de la fortaleza del montículo verde Kalemegdan. Las mismas recorren el subsuelo calizo de Belgrado y en el pasado fueron vías estratégicas invisibles que sus habitantes, a veces, sus invasores, usaron para protegerse, esconderse y huir.FELIPE DURÁN

Una vez abierta la puerta de acceso al búnker, se aprecia la oscuridad y se intuye un interior fresco y húmedo. Al sitio se recomienda bajar provisto de alguna prenda de abrigo y un calzado antideslizante y cerrado. Durante la Primera Guerra Mundial en este búnker se refugiaron algunas familias para ponerse a salvo de los bombardeos. En la Segunda Guerra Mundial fue el ejército nazi el que se instaló en este búnker para dirigir la ocupación de la ciudad (que duró hasta octubre de 1944), protegidos y sin ser vistos ni por los partisanos yugoslavos ni por las tropas del Ejército Rojo soviético. Para adecuar el búnker a sus necesidades, los nazis emplearon a los prisioneros serbios como mano de obra. Esclavos que los asesinaron al finalizar los trabajos de construcción y mejora. Por aquel entonces este búnker estaba dotado con la mejor tecnología del momento, a nivel de acondicionamiento, aislamiento y ventilación. Sin embargo, la industria armamentística innovó y se desarrolló tanto que hizo que este búnker dejará de ser útil para los siguientes episodios bélicos que ha vivido Belgrado. Hoy lo que se puede ver a la luz de una linterna frontal son pasillos abovedados, largos, estrechos y bajos, en los que se suceden salas que fueron la de control, la de comunicaciones, la cocina y otra que se intuye que sería en la que dormían los soldados, por los armazones de las camas de hierros sujetos a las paredes. De vuelta a la superficie, a los ojos del turista topo, Belgrado cobra otro significado.

Guía práctica

  • Cómo ir. Desde España se puede volar a Belgrado, al Aeropuerto Internacional Nikola Tesla, durante todo el año, con Air Serbia. En la temporada de invierno desde Barcelona hay un vuelo directo, con doble frecuencia los viernes y los sábados. Desde Madrid los lunes, miércoles y sábados, y desde Valencia, los jueves y los domingos. En la temporada de verano a esos mismos vuelos se suman los de Palma (Mallorca) los martes, jueves y sábados. Desde España no se puede hacer el registro en línea para obtener la tarjeta de embarque, hay que hacerlo en los mismos mostradores de facturación del aeropuerto pertinente. Desde la web de Airserbia el usuario se puede diseñar su viaje a medida: seleccionar asiento, prioridad a la hora de facturar y pasar el control de pasaportes y disfrutar de la sala VIP de Air Serbia por 25 euros por trayecto.
  • Dónde dormir. Courtyard by Marriott Belgrade City Center (Vase Čarapića 2). Es un alojamiento céntrico, en la parte vieja de la ciudad. Las habitaciones son amplias y cómodas, y el desayuno un valor añadido del sitio. Otra opción es el Hotel Moskva (Balkanska, 1). Un hotel histórico de 1906 de estilo art déco, situado en el centro. En alguna de sus habitaciones se hospedaron los pasajeros del Orient Express en su parada en la ciudad de camino a Estambul.
  • Dónde comer. El restaurante Madera, próximo al búnker de Tašmajdan, sirve cocina tradicional serbia. Tiene sala interior y una gran terraza cubierta.
     

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