Barrio Italia, tiendas, diseño, y ambiente vecinal en Santiago de Chile
Este es uno de esos maravillosos refugios que ofrecen las grandes ciudades en rápida expansión, y uno de los sectores más atractivos y alternativos de la trepidante capital chilena con tranquilos paseos, buena oferta gastronómica y de ocio
Barrio Italia es un vecindario de casas bajas y calles ajardinadas a escala humana en Santiago de Chile que, con paso calmo, se resiste a perder su identidad manteniendo el ambiente de barrio tradicional con onda vanguardista, pues es uno de los sectores más atractivos y alternativos de la trepidante capital chilena.
Primero las familias adineradas construyeron sus segundas viviendas en quintas alejadas del centro urbano, cuando esta zona era conocida como Población Juan García Ballesteros. Pero el cambio vino de la mano del inmigrante italiano Giaccinto Girardi, quien fundó en 1897 la fábrica de sombreros Girardi en los terrenos de su quinta familiar y construyó casas para sus cerca de 500 trabajadores. Dado el auge de la zona, aquí se instalaron artesanos inmigrantes de diferentes países, sobre todo italianos, que generaron un activo comercio entre los mismos residentes. Décadas más tarde, en 1936, Girardi mandó construir el Teatro Italia de estilo art déco, que dio nombre a su arteria principal con su país de origen: la avenida Italia, que une con los barrios de Providencia y Ñuñoa. Fue un activo punto de encuentro del barrio hasta los años sesenta y, tras un periodo de abandono, este gran edificio de ladrillo rojo alberga hoy la Factoría Italia (IF), un centro de arte y espacio de coworking abierto a la innovación y emprendimiento en arquitectura, diseño y arte. Desde 1950 el barrio comenzó a tomar un carácter industrial, al que llegaron numerosos anticuarios que se concentraron en la calle Caupolicán, donde se mantienen. Más tarde empezarían a instalarse artistas atraídos por los grandes espacios, el ambiente popular cercano al centro de la ciudad y precios bajos, algunos de renombre en la escena nacional como Francisco de la Puente.
Este es el lugar adecuado si se quiere disfrutar de la capital chilena y poder retornar a un ambiente tranquilo y menos concurrido, apto para paseos, buena oferta gastronómica y de ocio. Aquí se concentran pequeñas tiendas y comercios, panaderías y pastelerías artesanales como La Tranquera —con 50 años de tradición—, insustituible para los golosos de cualquier punto de la ciudad. También se disfruta aquí de locales con terrazas en cualquier época del año, la mayoría pet friendly con su cuenco de agua y golosinas en la entrada, con aire de vecindario de día entre típicas entradas y salidas de colegios, estudiantes en bicicleta y familias transitando de un lugar a otro, para luego pasar a ser uno de los focos nocturnos alternativos de Santiago.
Entre las entrañables calles de Barrio Italia se mezclan las casas señoriales con antiguas edificaciones populares de fachadas vistosas y otras con murales, pero todas con sus pequeños jardines en las aceras que cada propietario cuida como bien común. Y las cites, esos condominios en corredor con patio de vecinos o “conventillos”, de las que quedan escasos ejemplos habitados en la ciudad —y muy cotizados—, por lo que están en vías de ser protegidas como Bien de Interés Cultural y Arquitectónico. Varias se han reconvertido manteniendo su estructura de madera y muro de albañilería como valor y seña de identidad en pequeños locales informales de diseño y moda, artesanos, galerías de arte, vinotecas y restaurantes. Entre ellos el Silvestre Bistró, sin lugar a dudas uno de los mejores lugares que oferta platos del día basados en cocina de mercado y de cercanía siempre de pequeños productores, además de cantina y terraza interior. También la dejan al descubierto la Galería La Candelaria con su tradicional patio convertido en el Café de la Candelaria; Larry, la tienda de diseño y decoración made in Chile, o Maison Italia 1029, la casona Werth de estilo republicano rehabilitada que integra tienda de diseñadores y cafetería en la planta baja y, en la primera, el pequeño hotel boutique del barrio.
Otras propuestas se abren paso entre fábricas, almacenes y galpones, como aquí llaman a los talleres mecánicos, que han sellado la tradicional actividad de esta comunidad. Las llantas en la fachada de Galpón Italia recuerdan a su numeroso público devoto de su drinks and grill y cócteles de autor que ocupa desde hace cuatro años la mitad del taller mecánico con el que convive en horario laboral. Los lunes y martes, días bajos de público, organizan conciertos. Entre concesionarios de coches está el Bar de René, que abrió mucho antes que la zona se pusiera de moda. Esta era una casa de comidas familiar para los trabajadores del barrio y lugar de encuentros y conciertos clandestinos hasta que legalizó su actividad. Hoy es uno de los referentes de la música en vivo de Santiago.
Barrio Italia, reconocido como Barrio del Diseño en 2012 por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile, está cobrando notoriedad en los últimos años. Ante el desafío que ello supone para preservar su identidad vecinal, se ha impulsado la autogestión entre la Junta Vecinal y la red de colaboración de pequeños emprendedores como la Corporación Barrio Italia y la Asociación Gremial de Comerciantes de Barrio Italia, manteniendo el pequeño comercio y proponiendo su imagen de marca como experiencia cultural y de ocio urbano de calidad. “Para hacer barrio y crear atractivos”, según las promotoras de la Asociación Gremial, para dar la bienvenida a casas y tiendas extienden ante las puertas una alfombra decorativa con baldosas de cemento coloreado cual prolongación de sus tradicionales “zaguanes” o vestíbulos del siglo XIX.
También se han elaborado circuitos en torno al diseño y las tiendas, conservación patrimonial, cultural y gastronómica. Y se ha dinamizado el barrio con la Ruta del Café, la Ruta del Vino y la Cerveza, Poesía y Literatura o el Vendimia Fest, entre otras propuestas. Todo para mantener ese aire residencial y la identidad que sus vecinos tanto protegen, y que tanto atrae.
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