¿Cuánto cuesta viajar a Bora Bora? ‘Spoiler’: no es barato, pero por su atractivo está justificado
Un billete de avión de 2.000 euros, dormir en una villa flotante por el mismo precio la noche, una excursión por la laguna por 600 euros... El anhelo de conocer la joya de la Polinesia Francesa no es apto para todos los bolsillos, aunque también ofrece propuestas más asequibles
Eran las siete de la mañana cuando abrí las ventanas del bungaló flotante en el que dormía. El sol anunciaba su salida detrás de las verdes siluetas de los montes Pahia y Hue e iluminaba tenuemente los tonos azules del agua. Tomé un visor, bajé por unas escaleras que daban acceso directo al mar y me sumergí. Como si fuera un regalo mañanero, pasó a mi lado una raya que seguía su curso tranquilamente. Al verme en medio de esta escena, caí en cuenta que de no ser porque lo estaba viviendo, esta historia narrada por alguien más me sonaría fantasiosa.
Bora Bora es la joya de la Polinesia Francesa, una colectividad de ultramar localizada en el sur del océano Pacífico, conformada por 118 islas, de las cuales 67 están habitadas. De las islas de Sotavento, en el archipiélago occidental de la Sociedad, destaca la comuna de Bora Bora, un territorio de origen volcánico que emergió hace 13 millones de años. Sus islotes, su impresionante laguna, un atolón formado por un anillo de coral a ras del agua y sus montañas conforman un paisaje perfecto que le ha dado el sobrenombre de May Ti Pora, que significa “creada por los dioses”.
Para llegar aquí es necesario aterrizar en el Aeropuerto Internacional de Tahití Faa’a. Mi vuelo salió de Ciudad de México, pero hay rutas desde París, Barcelona y otras partes del mundo que operan aerolíneas como Air France. En el trayecto haces escala en ciudades como Los Ángeles para después llegar a Papeete, en Tahití, la capital de la Polinesia Francesa. Desde este aeropuerto hay vuelos directos a Bora Bora con la aerolínea local Air Tahití. El precio de los billetes aéreos varía en función del destino y la temporada, pero el coste total de mi vuelo internacional y local fue de 2.149 dólares (unos 2.000 euros).
La cultura polinesia tiene un gran gusto por las flores y las plantas, con las que hacen coronas y collares. La causa más importante de la elaboración de esta artesanía es darle la bienvenida a sus visitantes, así que al bajar del avión este fue mi grato recibimiento.
Sorprende ver que el aeropuerto de Bora Bora no tiene carreteras aledañas y que está rodeado completamente por agua, por lo que únicamente puedes llegar al alojamiento en taxis-embarcaciones. Mientras admiraba el preámbulo del paisaje, escuchaba a un músico que amenizaba el traslado con un ukelele; este momento fue una primera impresión muy especial.
Así son los bungalós flotantes polinesios
Las fotos más famosas de esta isla son las de sus villas edificadas sobre el agua de su laguna. En mi caso, elegí Le Bora Bora by Pearl Resorts, un complejo de lujo que cumplió mis expectativas y que además de villas flotantes cuenta con suites ubicadas frente al mar. Abrir la puerta de mi bungaló fue todo un descubrimiento, empezando por el pie de cama: una pecera desde la que es visible el mar y los corales. Dentro de sus comodidades destaca una amplia cama, un baño completo con tina de hidromasaje y una terraza con acceso directo al mar. La noche puede llegar a costar desde 2.137 dólares (unos 1.991 euros) y la tarifa incluye el desayuno en su restaurante.
Como un extra, sugiero contratar un desayuno en tu bungaló. Este servicio de habitación es toda una experiencia porque conlleva un ritual especial orquestado por dos polinesios que trasladan tus alimentos en una canoa y los sirven en la mesa de tu terraza. El precio es de 110 dólares por pareja (102 euros). ¡Vale por completo la pena!
Por supuesto, Bora Bora tiene alternativas de alojamiento más asequibles, se trata de hoteles convencionales ubicados en tierra firme que tienen precios desde los 170 dólares la noche (158 euros) e incluso plataformas como Airbnb ofrecen opciones para acampar desde 50 dólares (47 euros). Mi recomendación es que a pesar de lo costoso que resulte quedarse en un bungaló flotante, consideres vivir la experiencia por lo menos para una o dos noches y el resto de los días optes por algo que se adecúe a tu presupuesto.
¿Qué hacer en este pedazo de cielo?
Bora Bora es un auténtico acuario natural y una de las actividades imperdibles es sumergirse en sus aguas para nadar con tiburones limón, tiburones punta negra y rayas. Estos animales marinos son inofensivos, están acostumbrados a habitar los arrecifes de coral y asombra ver lo familiarizados que están con los bañistas y buceadores.
Existen diferentes agencias que ofrecen excursiones compartidas y actividades acuáticas como esnórquel, paddle surf, canoa polinesia, velero y moto acuática, entre otras. Mi elección fue un recorrido privado que hice con Teriifehau Herenui, un guía local y digno representante de los polinesios gracias a su alegría, sus múltiples tatuajes y su pasión por el ukelele. El tour con su agencia, Tamatoa Excursión Bora Bora, consistió en navegar toda la laguna en su embarcación, hacer esnórquel y visitar una playa virgen ubicada enfrente del majestuoso monte Otemanu, un pico volcánico que mide 727 metros de altura y que es el símbolo postal de esta isla. El recorrido privado incluye comida y bebidas ilimitadas y tiene un coste de 650 dólares para dos personas (605 euros). En caso de que se prefiera un recorrido compartido con otros turistas, hay excursiones a la laguna desde 250 dólares (233 euros).
¿Cuál es la mejor temporada para viajar a Bora Bora?
De abril a septiembre es la mejor época porque la temperatura es cálida y la estación es seca. Es su temporada alta, pero considero que hay destinos en los que es preferible elegir el mejor clima, ya que a nadie le gusta viajar a la playa con inclemencias. Los meses que se deben evitar ir son entre noviembre y marzo, por las lluvias.
Bora Bora es un destino que me confirmó por qué es la isla más cotizada de la Polinesia Francesa y el destino favorito de la realeza europea. El precio de viajar a este paraíso es proporcional a su belleza y a lo épico que puede resultar recorrer sus paisajes. Se ha convertido en mi isla preferida, y de tener una buena suma de dinero en el banco, volvería cada verano.
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