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24 horas en Sigüenza, un día en la Edad Media (con fantasma incluido)

La bella escultura del Doncel que cautivó a Unamuno y Ortega y Gasset, una excursión por su pinar, el fino seguntino, el parador donde está el espectro de doña Blanca de Borbón y más tesoros y leyendas en una de las ciudades más turísticas de Guadalajara

Sigüenza
Vista de la catedral de Sigüenza (Guadalajara).Andrés Campos

Miguel de Unamuno lo llamó doncel, como quien dice un piropo, y con ese nombre se quedó el personaje más famoso de la localidad alcarreña de Sigüenza, cuya escultura fúnebre se puede ver en una pequeña capilla de su catedral. Pero no, Martín Vázquez de Arce no era un chiquillo, sino un caballero santiaguista que murió a los 25 años luchando contra los moros en Granada, en 1486, y al que su hermano había dedicado la que, según Ortega y Gasset, era “una estatua de las más bellas de España” (El Espectador, 1916). Además de la escultura del Doncel, el espectro de doña Blanca de Borbón en el castillo-parador y otros tesoros artísticos y leyendas esperan en una de las ciudades más turísticas de la provincia de Guadalajara.

08.30 Amanecer en el mirador

¡Quién pudiera ver al Doncel a esta hora, leyendo recostado en la catedral vacía! ¿Ha cerrado quizá el libro y duerme, mientras su can y su paje pasean por el claustro? Imposible saberlo, porque el templo no abre hasta las diez y media de la mañana. Mientras tanto, nos asomaremos al mirador de la Ronda (1), frente a la puerta del Toril, y veremos cómo el primer sol dora la ciudad amurallada, desde la catedral hasta el castillo. Subiendo luego por el Camino de la Raposera y siguiendo por su firme asfaltado más allá del cementerio, nos adentraremos en el pinar (2) que rodea la ciudad por el este y que atrae como un verde imán a tantos paseantes seguntinos. En la plataforma Wikiloc se encuentran varias rutas a pie por el pinar de Sigüenza, de dos a tres horas de duración.

Después, una de las mejores ideas es ir a reponer energías en la pastelería Las Delicias (3) (Humilladero, 7): doncelitos, milhojas, yemas...

10.30 La catedral y sus tesoros

Más de 850 años tiene la catedral de Sigüenza (4). Y puede que dentro tenga más de 850 tesoros. El mayor: el Doncel. Poco antes de que bautizara la obra Unamuno, Ortega y Gasset había descubierto aquella “hermosísima escultura funeraria” en una capilla de la nave occidental: “Es un guerrero joven, lampiño, tendido a la larga sobre uno de sus costados. El busto se incorpora un poco apoyando un codo en un haz de leña; en las manos tiene un libro abierto; a los pies, un can y un paje; en los labios, una sonrisa volátil (...), dialéctica. ¿Será posible? ¿Ha habido alguien que haya unido el coraje a la dialéctica? (...) Nadie sabe quién es el autor de la escultura. Por un destino muy significativo, en España casi todo lo grande es anónimo”.

El sepulcro del Doncel en la catedral de Santa María la Mayor de Sigüenza.
El sepulcro del Doncel en la catedral de Santa María la Mayor de Sigüenza.Alamy Stock Photo

La catedral atesora también un greco, una sacristía mayor en cuya bóveda hay labradas miles de cabezas y un precioso claustro de estilo gótico tardío. Y, justo enfrente, hay más tesoros: los del museo Diocesano de Arte Antiguo (5), con una Inmaculada Concepción de Zurbarán, obras de Salzillo, del divino Morales…

12.00 La primera piedra: el castillo

Siendo muy antigua, la catedral es una jovenzuela ―un templo doncel― comparada con la primera piedra de Sigüenza: el castillo (6). La fortaleza está en lo más alto y ha sido fortificación celtíbera y romana, torre de vigía visigoda, alcazaba islámica, residencia de los obispos seguntinos, asilo, cuartel y hotel de Paradores, que es lo que ahora es. Subiendo a verlo por la calle Mayor, se puede y se debe parar en la iglesia de Santiago (7), una de las dos parroquias románicas de la localidad, de mediados del siglo XII. Desacralizada, alberga el Centro de Interpretación del Románico de Guadalajara, un estilo que dejó la provincia sembrada de joyas. En las excavaciones efectuadas en su nave han aparecido los restos de un torreón islámico anterior al siglo XII.

El perfil del castillo de Sigüenza, hoy reconvertido en Parador.
El perfil del castillo de Sigüenza, hoy reconvertido en Parador.Alamy Stock Photo

13.00 La Casa del Doncel

Después de ver el castillo, y toda Sigüenza desde sus torres, bajaremos de nuevo hacia la catedral zigzagueando por las travesañas, las callejuelas de la ciudad medieval; admiraremos sus puertas ―la del Hierro (8), el Arco del Portal Mayor (9), el Arquillo de San Juan (10)…― y murallas (la del siglo XII y la del XIV), la judería, la morería, la plazuela de la Cárcel (11), la iglesia de San Vicente (12) (la otra parroquia románica) y la Casa del Doncel (13). En este antiguo palacio, que fue residencia, no del Doncel pero sí de su familia, los restauradores han dejado al descubierto espléndidos arcos de yeserías policromas mudéjares y bellísimos artesonados. En lo alto de esta casa tan vetusta —completamente levantada entre la segunda mitad del siglo XV y principios del XVI—, sorprende descubrir algo tan moderno como un detector de tormentas solares, que avisa a los científicos horas, e incluso días, antes de que las partículas lleguen a la Tierra.

14.30 “¡Camarero: un fino seguntino!”

Terraza en la plaza mayor de Sigüenza.
Terraza en la plaza mayor de Sigüenza.Alamy Stock Photo

Más abajo, parada obligada en la plaza Mayor para observar largamente la catedral (atención a sus troneras, acribilladas durante la Guerra Civil) mientras se toma en Los Soportales (14) un fino seguntino: gaseosa, vermú rojo y espuma o fuerza de la cerveza. Dicen que lo inventó un hostelero local en 1947, cuando un torero apodado El Fino le pidió algo que le diera valor, pero no lo emborrachara. Es verdad que un fino no embriaga. Pero dos hacen que se nos dibuje una sonrisilla como la del Doncel. Podemos comer aquí mismo, pero hay restaurantes mucho mejores en la ciudad y dos, en particular, que destacan sobre el resto: El Doncel (15), que tiene una estrella Michelin, y Nöla (16), que está en plena Casa del Doncel. Ambos son de cocina moderna, tirando a alta.

Las salinas de Imón, junto al pueblo del mismo nombre y a unos 14 kilómetros de Sigüenza.
Las salinas de Imón, junto al pueblo del mismo nombre y a unos 14 kilómetros de Sigüenza.Alamy Stock Photo

16.00 Salinas y alamedas

En los alrededores de Sigüenza hay dos lugares ideales para dar un paseo digestivo. Uno es las salinas de Imón (17), junto al pueblo del mismo nombre y a unos 14 kilómetros de Sigüenza. Documentadas a partir de 1139, estas salinas fueron durante siglos las más importantes de Castilla, produciendo el 7% de toda la sal que se extraía en España. El otro es la hoz del río Dulce (18), cañón famoso por el color otoñal de sus alamedas, en Pelegrina. Si alargamos el paseo acertaremos, porque ver ponerse el sol en cualquiera de ambos lugares es un diez.

Colores otoñales en el cañón de la Pelegrina, cerca de la localidad de Sigüenza.
Colores otoñales en el cañón de la Pelegrina, cerca de la localidad de Sigüenza.Alamy Stock Photo

18.30 Los dulces de las Clarisas

¿Compras interesantes en Sigüenza? Tomen nota. En Alfar del Monte (19) (Mayor, 6), la cerámica personalísima de María de Hijas y Carlos Alonso, los autores de los rótulos de las calles de Sigüenza. En el número 9 de la misma calle se encuentra el Taller Edad Media (20), con pintura medieval sobre tabla. Y para merendar, que ya es hora, los dulces del monasterio de las Hermanas Clarisas (21) (Ribera de la Alameda, 2): rosquillas fritas, trufas, pastas de anís, pastas de miel, mantecados seguntinos, roscos Doña Blanca, bizcocho Santa Clara…

21.30 Hoteles con o sin fantasma

Un lugar bárbaro para cenar e irse luego a la cama es el Relais & Châteaux Molino de Alcuneza (22), un hotel con spa y restaurante de campanillas a seis kilómetros de la ciudad. Tampoco se cena mal en el Parador de Sigüenza (23). Pero aquí dicen que hay un fantasma: doña Blanca de Borbón, que estuvo encarcelada entre sus paredes cuando era un castillo. Si en vez de espectros queremos ver un bonito paisaje, nos hospedaremos en los Alojamientos Victoria (24), que son unos lofts muy monos en un edificio del siglo XV de la calle Mayor, con vistas al pinar.

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