Nhow Berlin, un hotel musical de moda en la capital alemana

Primer hotel musical de Europa, con una arquitectura voluminosa y una decoración aún más epatante, situado a orillas del río Spree, cerca de los estudios MTV y la discográfica Universal Music, es uno de los más frecuentados en Berlín por españoles de onda geek. Su nombre lo delata por su origen hispano: NHow (o cómo un hotel NH puede ponerse de moda en Alemania).

Superados los ambages pandémicos —hoy es obligatorio hacerse un test de antígenos en el hotel por 30 euros, ya veremos mañana—, la clave de tanta modernidad la aporta el diseñador neoyorquino Karim Rashid con su decoración chiclosa en habitaciones y áreas comunes. Hay que ser un friki y un amante de la decoración para soportar esos fucsias, esos fresas gomosos, esos plásticos de aspecto sideral. El contrapunto a estos espacios de ciencia ficción, para bien o para mal, lo pone el arquitecto alemán de origen ruso Sergei Tchoban, autor de este edificio de seis plantas, más otras tres en una protuberancia que sobresale hacia el río, donde pasan barcos atestados de turistas. Su fachada, secuenciada en ladrillo y vidrio, se diría expresiva de un determinado genoma de la hospitalidad.

Hagamos la vista gorda sobre el adefesio de la recepción, repositorio de adminículos decorativos opuesto a la geometría del edificio, como esos manieristas sillones muela. Deslicémonos suavemente hacia un costado del vestíbulo, donde un pianista se ejercita con mucho oficio. Unas guitarras eléctricas distribuidas en ciertos módulos, junto a la omnipresente música ambiental, informan de que el hotel posee estudio de grabación propio y, bajo pedido, nos pueden subir una gibson al dormitorio. Esto sí que es una experiencia única.

Para no ser menos, las habitaciones también deparan una experiencia chicle en su delirio colorista, únicamente amansado por el centelleo de una ducha pluvial y por la poesía que nos inspiran sus vistas al Spree. Porque el vigor continúa en el bufé de desayuno, en un escenario de fantasía, luminoso, organizado para sorprender con su azúcar de colores, sus pasteles de formas insólitas y algunos productos dietistas nunca vistos.

El bar tiene salida al paseo fluvial, donde nos espera una bicicleta y una aplicación para descubrir a pedales otro Berlín.