Níjar, casas blancas y costa virgen
Vistas al Mediterráneo desde una atalaya del siglo XIII, en kayak por el litoral del cabo de Gata y un guiño cinéfilo: el pueblo donde se rodó el duelo de 'La muerte tenía un precio'
Es uno de los pueblos más bonitos de España y uno de los municipios más grandes —600 kilómetros cuadrados, como Madrid capital—, con 36 pedanías, 30.000 almas y un fantástico parque natural, el almeriense Cabo de Gata-Níjar, famoso por sus playas vírgenes. En invierno también hay mucho que ver: alfares, antiguas minas de oro, miles de flamencos y faros de postal.
10.00. Barrio ceramista
Entramos en Níjar por la calle de las Eras, dejando a la derecha el moderno Centro de Artes Escénicas (1) (cerrado temporalmente), de MGM Arquitectos, y a la izquierda la silueta en hierro de un alfarero modelando un cántaro. Estamos en el barrio de los Alfareros, donde siempre se han fabricado recipientes para contener lo más valioso y escurridizo que hay en esta desértico rincón de la Península: el agua. Alfareros como Baldo García (Eras, 108; ), Rafael Granados (Eras, 104) o Ángel y Loli (Eras, 31), a los que raro será no pillar con las manos en la masa. En La Tienda de los Milagros (Artesano, 1; ) laboran y venden Matthew Weir, escocés afincado aquí desde 1988, y su mujer, Isabel Soler, que teje jarapas a la antigua usanza.
11.00. La memoria del agua
Más arriba de la iglesia, Níjar recuerda el pueblo morisco que fue, de calles canijas y casitas blancas con terrado y aljibe. En la plaza del Mercado (2), tres olmos enormes asombran el edificio que comparten la oficina de turismo (turismonijar.es) y el Museo Memoria del Agua (3), donde se habla de pozos, molinos, norias, desaladoras… Atravesando el Portillo (4), uno de los arcos de la antigua muralla, ascenderemos en cinco minutos a la torre de la Atalaya (5), del siglo XIII, desde donde se ve todo Níjar; su blanco caserío, el cabo de Gata y el mar. Después subiremos a la pedanía de Huebro (6), pero ya en coche, porque está mucho más arriba, a 696 metros de altura, en la sierra Alhamilla. En Huebro mana el río homónimo que luego atraviesa Níjar y que en su día movía 25 molinos, el cual se remansa nada más nacer en una balsa verde y reluciente como una esmeralda. En 1950, cuando había minas de plomo, plata, zinc y cobre, Huebro tenía casi 1.000 vecinos. Hoy, que solo hay agua y aire puros, viven menos de 10.
12.00. Remando entre calas
Hora de explorar el litoral nijareño, extenso y virginal como ningún otro en el Mediterráneo español. MedialunAventura organiza rutas fáciles en kayak de una hora y media, visitando cuevas y calas recónditas. Cuestan 25 euros. El club Isub ofrece bautismos de buceo y experiencias de esnórquel con guía en estos fondos rebosantes de vida: lubinas, sargos, pargos, salemas, tapaculos… ¡Parece una lonja! Por nuestra cuenta podemos subir a pie a la torre de los Lobos (7). No hay mejor observatorio de la costa que esta atalaya erigida en el siglo XVIII para prevenir los ataques de los piratas berberiscos sobre un promontorio a 265 metros sobre el mar. Desde aquí se otea desde el cerro volcánico del Fraile (8), a 9,5 kilómetros al suroeste, hasta el faro de la Mesa Roldán (9), a otros 14 al noreste. Se tarda 45 minutos desde la pedanía de Rodalquilar, caminando por una carretera cortada al tráfico con bastante pendiente. En bici también se puede subir, pero hay que estar en forma.
14.30. Rico pescado en La Isleta
Podemos reponer energías en el mismo Rodalquilar, con la cocina elaborada e innovadora de Oro y Luz (10). Tiene carta vegana y una terraza donde, con permiso del viento que sopla tantos días, se está de maravilla. O con la tradicional cuajadera de pescado que preparan en el Centro Municipal de la Tercera Edad (11) (696 63 39 31) de la vecina localidad de La Isleta del Moro, una de las mejor conservadas, menos turísticas y más auténticas de esta costa.
16.00. Ecos de una década dorada
Un plan tranquilo para después de comer es pasear por el sendero de la Molata (12), que va del Playazo de Rodalquilar a la cala del Cuervo bordeando acantilados de arenisca amarilla tachonados de fósiles marinos. Rincones para echarse una siesta arrullados por el mar no faltan. En ir y volver por el mismo camino (bien señalizado) se tarda hora y media. Otro plan más tranquilo aún, tanto que no hace falta ni bajarse del coche, es admirar las minas de Rodalquilar (13), que están presididas por el esqueleto fantasmal de la planta Denver, donde de 1956 a 1966 se procesaron 3.830 kilos de oro. La carretera de las minas, de tierra pero en perfecto estado, conduce a través de estos cerros horadados al Cortijo del Fraile (14), donde en 1928 ocurrieron los sucesos que inspiraron a Lorca sus Bodas de sangre. Más adelante está Los Albaricoques (15), pedanía nijareña en la que se rodaron una veintena de spaghetti westerns. Ahí sigue, por ejemplo, la era que sirvió como plató circular del último duelo de La muerte tenía un precio.
18.00. Ocaso para instagramers
En Cactus Níjar se pueden ver y comprar 300 variedades de las plantas que mejor se adaptan a este clima árido. También a las afueras de esta localidad hay un mariposario que solo abre, como un lepidóptero sus alas, en primavera y verano. A los que veremos todo el año es a los flamencos (entre 250 y 5.000) que bullen en las salinas del cabo de Gata (16). Muy cerca, en el extremo suroriental de España, se alza desde 1863 el faro del cabo de Gata (17). Las puestas de sol atraen aquí cada tarde a instagramers y fotógrafos de postales.
21.00. Una posada de 1880
Una buena opción para cenar de picoteo en el casco urbano de Níjar es Pata Negra (18) (655 83 86 37). Muy ricas las migas y la sepia. Y para alojarse, La Posada de Carmen (19) (687 26 04 17), que ya era tal eso, una posada, en 1880. Si preferimos una experiencia más campestre, iremos al hotel rural Cortijo La Alberca (20) (678 84 12 48), junto al barranco de Huebro, donde veremos el agua correr, saltar y remansarse por doquier.
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