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De pícnic en Basilea

La librera musical María Díaz nos cuenta la intensa vida musical en la ciudad suiza a orillas del Rin

La librera musical María Díaz.
La librera musical María Díaz.

Desde su librería y tienda de discos de música clásica La Quinta de Mahler (laquintademahler.com), en Madrid, María Díaz surte de novedades sonoras a los melómanos de la ciudad. Como ella misma lo es, aquí nos cuenta un viaje muy musical a Basilea.

¿Qué la llevó hasta allí?

La producción de un CD de música del Renacimiento inglés del sello Glossa. Casi todos los músicos vivían en Basilea, así que lo grabamos allí, y me fui a pasar el mes de diciembre de 1995 a esta ciudad suiza.

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¿Celebró allí la Nochevieja?

Sí, y recuerdo que no había modo de encontrar champán porque se nos hizo tarde y ya no vendían. Aquella noche no tomé las uvas, pero el día de Reyes sí que recuerdo comer una especie de roscón con sorpresa: era una corona de almendras tradicional de allí, aunque en Basilea hay costumbres muy internacionales. Al ser un cruce de fronteras entre Alemania, Suiza y Francia, están acostumbrados a los extranjeros. Eso le aporta mucha vida.

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¿Qué planes le gustaba hacer?

Me encantaba escuchar conciertos, porque hay una vida musical muy intensa. Allí está la famosa Schola Cantorum Basiliensis, un conservatorio especializado en música renacentista y barroca donde además se organizaban muchas audiciones de alumnos de muy buen nivel. Y para escuchar jazz recomiendo el club llamado The Bird’s Eye (birdseye.ch). Aunque todo tenía lugar pronto, a las 22.00 en invierno ya quedaban pocos sitios abiertos.

¿Visitó algún museo?

Claro, la ciudad tiene mucho patrimonio artístico. Destaco dos que me gustan particularmente: el Kunstmuseum, de arte clásico (kunstmuseumbasel.ch), y la Fundación Beyeler, con una colección de arte importante (fondationbeyeler.ch).

Y el Rin atraviesa la ciudad.

Hay un plan estupendo que es llevarte una botellita de vino blanco local con tus copas y bebértelo en la orilla. Basilea está en una vega muy fértil, a poca altitud. Tiene además una luz muy identificable que me recuerda a la de España, no tan blanquecina como la de otras urbes del norte de Europa.

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