Mas Salvi, dulce despertar en una masía del siglo XVII

Pocos viajeros ignoran que por la salida 9A de la autopista AP-7, siguiendo primero los indicadores de Sant Feliu de Guíxols y Palamós y, después, de Palafrugell-La Bisbal, la carretera C-31 bordea respetuosamente la zona protegida del Carmany de Pals, donde las extensiones de encinas y pino blanco anticipan las dunas sosegadas de la Costa Brava.

Ahí, recibidos por un paseo de cipreses topiarios, se extiende una masía del siglo XVII transformada en hotel desde principios del siglo actual. La propiedad es un relicto de siete hectáreas de bosque mediterráneo en el que se han acicalado unos jardines verde charol en torno a la casa madre y las dependencias surgidas de la acomodación turística: las suites con chimenea, el comedor, el spa, la piscina, la pista de tenis y otro edificio donde se concentran en tonos ocres más suites.

Dos indicios que determinan la categoría de un establecimiento como éste son el mentado charol que destella en el césped del jardín y el paisaje luminoso que lo decora de noche. Lástima que los años no hayan asegurado las rutilancias iniciales, pues sus instalaciones sufren hoy desconchones en las paredes, un cierto envejecimiento en el mobiliario y otros achaques menores propios de la edad.

En cualquier caso, la modernidad no arrambla con el peso de la tradición, sino que la refuerza y la satina interpretando en clave actual la salve de unas piedras cuatro veces centenarias. En el interior de la vivienda principal cabe disfrutar de las seis habitaciones más grandes y elegantes, armadas con viguería de roble, cabeceros de forja en las camas, un colchón matrimonial de 2×2 metros y vistas al bosque desde sus ajimeces o ventanales arcados. Todo ello en 80 metros cuadrados.

Las restantes suites se localizan en otra zona del jardín y ofrecen como mayor atractivo una pequeña terraza privada. Dada la estructura contemporánea del edificio, éstas resultan más luminosas y quizá más agradables de ser vividas en familia.

Muy mejorable, el desayuno puede convertirse muy bien en el rito previo de una excursión culta y fuera de temporada al núcleo histórico de Pals, uno de los recintos góticos mejor conservados de la Península y perteneciente hoy al movimiento internacional Cittaslow. Hacer una pausa, viajar con pausas, vivir tranquilos.