Una calle muy enrollada de Lisboa
Paseo ilustrado para redescubrir la Rua São Paulo, antigua vía marginal junto al Tajo convertida ahora en foco 'vintage' y zona de animación noctámbula en la capital portuguesa
Pocas aceras lisboetas han experimentado un cambio tan radical: en un lustro ha pasado de ser epicentro de oficios y zona marginal, sobre todo de noche, a concentrar lo más vintage y enrollado de la capital portuguesa. Discurre paralela al Tajo, reúne lo mejor de la animación sonámbula y el comercio más interesante.
1. Ascensor da Bica (Número 234)
Este pequeño funicular data de 1892. Turístico y práctico, sube hasta la frontera del Bairro Alto. Una entrañable experiencia de monumento nacional.
2. El tranvía 25
No es el famoso 28, pero también discurre por un trayecto muy interesante, desde el cementerio de los Placeres hasta la plaza de Figueira, pasando por la del Comércio y toda São Paulo.
3. Arco da Velha (Número 184)
António Vicente sufrió la crisis en su tienda de antigüedades y, antes que cerrar, decidió reconvertirla en un delicioso salón de té y bistró. Las mesitas del escaparate son un puntazo si se quiere captar la curiosidad de los viandantes hasta la medianoche.
4. Watani (Número 71B)
Como de entrada es un despiste, Helena ha colocado el cartel “More than fashion”, algo es algo. Lo mejor es hablar con ella, porque su tienda simboliza la transformación de la calle. Hasta hace tres años era un comercio de maquinaria agrícola, del que quedan restos, pues Helena ha conservado todo lo que ha podido. Hoy es un estiloso comercio de lencería, cerámica y gafas, “siempre de marcas portuguesas y no masivas”.
5. Iglesia y plaza de São Paulo
El corazón y pulmón de la calle es la plaza homónima. Lo tiene todo, un quiosco, una fuente y una iglesia con un espectacular trampantojo en su techo. Obra atribuida a Jerónimo de Andrada, fue realizada en 1768 y ocupa 414 metros cuadrados del techo de madera.
6. Atari Baby (Número 124)
Más que cocina japonesa, es cocina de las calles de Tokio. Su chef es el griego Akis Konstantinidis, que reconvirtió una vieja ferretería en este restaurante. Hay uramakis, niguiris y todo eso, pero también burritos de carne y hamburguesas sinjuku.
7. Pérola de São Paulo (Número 58)
Es el restaurante con menos pretensiones de la calle, el único que se mantiene como siempre, para lo bueno y para lo malo. Es el más castizo y de los pocos que resisten la presión inmobiliaria. Para encontrar algún vecino de la zona, aquí. La decadencia es su encanto.
8. Za’atar (Número 22)
Junto a la neotradicional Casa de Pasto, José Avillez abre su 12º restaurante, este dedicado a la comida libanesa, asociado al mediático chef libanés Joe Barza. Promete experiencias con los cinco sentidos, con muchas hierbas aromáticas y un sorprendente kebab de pescado. Se puede acabar la noche en el peruano Pisco Bar de al lado, también de Avillez.
9. Bailando bajo los puentes
La calle comienza bajo los puentes de la Rua do Alecrim, antes un antro de prostitución, ahora sede de discotecas de fama internacional, como Musicbox, y de lugares de copas como Viking, la Pensión Amor, Texas Bar, Copenhagen, Sabotage o Cais do Pirata. Mucha marcha en tan poco sitio. El distrito rojo ocupa una esquina.
10. Sastrería João Bento Vicente & Companhia Limitada
No está propiamente en la calle de São Paulo, sino a 30 metros, en el número 24 de la calle de los Remolares. Milagrosamente, resiste desde 1897 en medio de esta jungla de discotecas, bares y turistas. Es una auténtica reliquia.
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