12 experiencias alucinantes que solo puedes vivir durante el invierno nórdico
Desde un cálido baño termal a un paso del Círculo Polar hasta remar entre icebergs sobre una tabla de surf, pistas emocionantes en el Norte de Europa
¿Viajar en invierno al Polo norte? Quizá pisar el mismo polo no, pero visitar los países nórdicos durante los meses más fríos del año no tienen nada de locura. Pese al frío, la nieve y el hielo (como enorme masas flotantes heladas flotantes, entre las que navegar), estos países despliegan imaginativas y emocionantes experiencias para sacar el máximo partido a la temporada invernal. Como viajar a bordo de un rompehielos a toda máquina, deslizarse en un trineo de perros o en una motonieve, y contemplar (y fotografiar) las mágicas luces de las increíbles auroras boreales que tiñen de color los cielos árticos en estas fechas.
1. Aguas cálidas (al borde del Círculo Polar)
ISLANDIA
Uno de los pasatiempos principales de Islandia es darse un baño en aguas geotermales al aire libre, cuando el frío arrecia ahí fuera. Hay piscinas calientes por todas partes, desde el mismo centro de Reikiavik, la capital, a las remotas penínsulas de los fiordos occidentales. Además de relajantes (y un buen antídoto para la resaca), estos baños permiten socializar y conocer a los lugareños, pues son su punto de encuentro habitual; el equivalente islandés al bar de barrio o a la plaza del pueblo.
La más conocida es la Laguna Azul, un humeante lago lleno de depósitos de sílice muy cercano al aeropuerto de Keflavík, al oeste de Reikiavik, que puede ser una buena despedida antes de volver a casa. Menos frecuentadas por turistas son las del centro y norte de la isla. Cerca de Mytvatn están las cuevas termales de Grjotagja, con una naturaleza impresionante. A veces el agua está demasiado caliente para bañarse pero solo por contemplar su belleza merece la pena visitarlas. Otras dos piscinas muy recomendables son Hofsós, en Skagafjörður, con vistas increíbles al mar, al fiordo Skagafjörður y a la isla de Drangey, y los baños de Hreppslaug, cerca de Borgarnes, construidos en 1928 y declarados patrimonio cultural.
2. Dormir en el hielo
SUECIA, FINLANDIA, ESCOCIA
A medio camino entre una lámpara de araña y un iglú, el célebre Ice Hotel de Jukkasjarvi (Suecia) es un destino muy popular. Y con razón: más allá de estar construido con hielo, reclamo efectista, el hotel está muy bien. Los huéspedes duermen arropados con pieles de oso, entre paredes esculpidas en hielo cada invierno, y pueden tomar algo en el icebar anexo, como un cóctel de vodka helado, servido en vasos de hielo. En las “habitaciones frías” (tipo iglú) la temperatura nunca baja de -8ºC, aunque se aconseja no pasar más de una noche en ellas. Más allá de su alojamiento estrella, Jukkasjarvi, en la Laponia sueca, es un buen destino para cazar alguna aurora boreal y aprender sobre la cultura sami.
Hay más hoteles helados en los países nórdicos. Por ejemplo, el Lumihotlli de Kemi (Finlandia), más modesto, donde los huéspedes disponen de resistentes sacos de dormir para un sueño relativamente cómodo, así como de sauna matinal para evitar cualquier atisbo de enfriamiento. La temperatura interior del hotel es de -5ºC, cuando fuera el termómetro baja hasta los -30ºC. Una opción más confortable –entre junio y abril– son las villas de cristal junto al mar, con paredes y techo transparentes: baño privado, cocina americana y vistas privilegiadas a las auroras boreales en plena temporada.
La última propuesta, menos sofisticada pero más aventurera y emocionante, nos lleva hasta tierras escocesas para pasar la noche en un agujero construido (a mano) en la nieve, técnica de supervivencia crucial para los montañeros más osados. En Escocia se imparten cursos de montañismo invernal en los que, además de otras técnicas, se enseña a construir este tipo de refugios. Lleva unas 2-3 horas excavarlo, e incluye ventilación y una cama elevada para estar más cerca del aire cálido del interior. Una aventura genial y diferente, que regala amaneceres inigualables sobre las pendientes heladas.
3. Romper el hielo
FINLANDIA
Una de las experiencias más interesantes en la Laponia Finlandesa es cruzar las congeladas aguas del golfo de Botnia a bordo del Sampo, un genuino buque rompehielos en el Ártico. El crucero, de 4 horas de duración, incluye el almuerzo y nadar en el hielo con trajes especiales, una experiencia inolvidable.
El Sampo navega dos veces o más por semana entre finales de diciembre y mediados de abril. Si la aproximación (ida y vuelta) hasta el rompehielos se realiza en moto de nieve el precio sube un poco más, pero la experiencia es magnífica. La mejor época es mes de marzo, cuando la capa de hielo es normalmente más gruesa.
4. Visita a Santa Claus
FINLANDIA
Hay pocas experiencias tan genuinamente polares como una visita al pueblo de Santa Claus, en la Laponia finlandesa. Santa vive en Rovaniemi, en el Círculo Polar Ártico, villa que es, en realidad, un complejo de tiendas y alojamientos, como apartamentos y un hotel de hielo con bar y restaurante. Las familias que llegan hasta el pueblo se dirigen, sin falta, a la oficina de correos de Santa Claus, que recibe todos los años más de medio millón de cartas de niños de todo el mundo, pero la mayor atracción de Rovaniemi es, sin embargo, el propio Santa Claus (Joulupukki, en finés), que recibe visitas durante todo el año en su impresionante gruta, que incluye un enorme mecanismo de reloj que ralentiza la rotación de la Tierra para que pueda visitar a todos los niños del mundo cada Nochebuena. Aunque hablar con Santa es gratis, sí hay que pagar por las fotografías oficiales (las únicas permitidas) y los certificados por “haber sido buenos” durante el resto del año.
5. Bajo la aurora boreal
NORUEGA
Hay sitios privilegiados en el hemisferio norte para observar, cada invierno, uno de los mayores espectáculos luminosos del planeta: las auroras boreales, un fenómeno de luminiscencia multicolor que originan las partículas del Sol al chocar contra con el campo magnético terrestre. Noruega es el país más cercano para ver este fenómeno, cuyo origen legendario es el reflejo del brillo de la armadura de las míticas valquirias. Uno de los lugares donde este fenómeno resulta inolvidable es Tromsø, dentro del Círculo Polar Ártico, especialmente si acudimos durante el Festival de la Aurora Boreal, encuentro musical de clásica y jazz que se celebra en enero.
En Andoya, al norte del país, podemos tener una interesante experiencia en el Space Ship Aurora, situado a un kilómetro de la entrada a la ciudad por la carretera que va a Bleik: se trata de un innovador centro espacial –desde aquí se lanzan los cohetes dedicados a estudiar este fenómeno– dedicado a las auroras boreales, con exposiciones especializadas (y una gran pantalla donde se proyecta una película de 16 minutos) sobre tan mágico espectáculo y el papel de Noruega en la investigación espacial. Para captar realmente el espíritu del centro se puede participar en una misión virtual de algo menos de dos horas a bordo de la Spaceship Aurora, y hasta enviar un cohete virtual.
6. Contemplar hielo a lo grande
ISLANDIA
El parque nacional Vatnajokull (Islandia) es uno de los más grandes de Europa, ocupando casi el 14% del territorio de Islandia. Aquí se encuentra el mayor campo de hielo que existe fuera de los polos, el poderoso Vatnajokull, del que salen ramificaciones glaciares, con volcanes activos y picos montañosos bajo su gruesa capa de hielo.
El parque, que atesora una admirable diversidad de paisajes, dispone de numerosos puntos de acceso y un gran número de senderos y actividades al aire libre para recorrerlo, pero los más recomendables son Skaftafell, en el sur, y Ásbyrgu, en el norte.
7. Correr por un circuito polar
GROENLANDIA
Se la conoce como la maratón más fría de la Tierra y, ciertamente, ofrece pocas opciones de recalentarse. Se celebra en octubre (a mediados de otoño) en Kangerlussuaq, al oeste de Groenlandia, cuando la temperatura media ronda los -10°C. Se corre por carreteras de gravilla cubiertas de nieve que crujen bajo los pies, se pasa por el morro de un glaciar e incluye unos dos o tres kilómetros (según sean las condiciones de la nieve) trotando sobre la propia capa de hielo de Groenlandia.
No conviene afrontarlo pensando en batir nuestra mejor marca: aunque la mayor parte del recorrido es cuesta abajo, el perfil de la carrera es muy oscilante, y los ganadores suelen cubrirlo en unas 3 horas, lejos del récord mundial de maratón (2 horas, 1 minuto y 39 segundos), e incluso a veces las condiciones alargan la carrera hasta las 4 horas.
8. Avantouinti (o cómo nadar en el hielo)
FINLANDIA
Primero hay que buscar un agujero en la superficie helada de un lago o del mar, y luego, saltar. Es un principio sencillo, aunque el avantouinti (“nadar en un agujero en el hielo”, en finés) no parece tan sencillo cuando se está al borde del hoyo. Además, para hacerlo realmente bien, hay que dejarse el bañador en casa.
La llamada natación de hielo no es algo exclusivo de Finlandia, pero sus habitantes son, probablemente, quienes le ponen más pasión; incluso hay listas de espera para baños avantouinti en muchos clubes de saunas que disponen de dichos agujeros. Sus partidarios aseguran que es bueno para la salud y uno de los secretos para vivir más años. El Rastila Camping, al este de Helsinki, ofrece zonas públicas de avantouinti.
9. Navegar entre hielos a lo James Bond
ISLANDIA
En la laguna de Jokulsárlón (Islandia), con una extensión de 25 kilómetros cuadrados, flotan montones de icebergs azules. Esta laguna, que acaba fluyendo hacia el océano Atlántico, es un escenario espectacular ubicado cerca de la carretera de circunvalación. En ella se han grabado escenas de películas como Batman Begins (2005) o Muere otro día (2002), de la saga de James Bond. El hielo nace del glaciar Breioamerkurjökull, un ramal del imponente campo de hielo Vatnajökull.
Se puede pasear en barco por los icebergs, practicar paddle surf (bien abrigado) o por la orilla del lago en busca de focas hasta agotar la tarjeta de la cámara o la memoria del smartphone.
10. Animales a lo grande
ISLANDIA, NORUEGA, FINLANDIA
Las grandes bazas de la fauna islandesa son sus dos criaturas más carismáticas: el frailecillo, que revolotea como un abejorro inquieto, y la imponente ballena, que surca las gélidas aguas de la costa del país. Resulta fácil contemplarlos, tanto desde tierra como desde el mar. La mejor zona para observar ballenas es Húsavík, pero otras localidades del norte de Islandia también ofrecen cruceros para avistarlas (como Reikiavik). Existen colonias de frailecillos en numerosos acantilados e islas cerca de la costa, incluidas Heimaey, Grímsey, Drangey, Látrabjarg y Borgarfjörour Eystri.
Las ballenas jorobadas y rorcuales pueden observarse en otros puntos de Escandinavia, como en las islas Lofoten o en Tromso, en Noruega, donde las expediciones salen desde finales de octubre hasta mediados de enero o febrero. También emocionante es la observación de osos en el archipiélago noruego Svalbard o en los bosques finlandeses donde hay muchas oportunidades de ver gandes animales.
En los profundos bosques del este y noreste de Finlandia país tal vez no lleguemos a ver osos, lobos o linces en un paseo normal, pero hay muchos operadores fiables por toda la región especializados en excursiones para observarlos en su hábitat. Por ejemplo Wild Brown Bear organiza expediciones para ver osos desde puestos ocultos en la región de Kuhmo, en medio de la Taiga del norte de Finlandia central. En las oficinas de turismo dan buena información sobre el tema.
11. Cabo Norte (y más al norte aún)
NORUEGA
En el Cabo Norte (Nordkapp, para los noruegos) la vista realmente es impresionante y aquí en verano el sol no se pone nunca (hasta finales de julio). Se puede pasar la noche en autocaravana o en caravana en el mismo Cabo. Sin embargo, hay puntos en Noruega más al norte. El honor de ser el punto más al norte de Europa corresponde a Knivskjellodden (a una caminata de 18 kilómetros ida y vuelta), menos espectacular, inaccesible sobre ruedas y mucho más valioso por eso mismo. Está a tres kilómetros al oeste del Cabo Norte y, 1.475 metros más al norte, se puede ir a pie o en bicicleta a la punta de este promontorio. Se llega por un sendero de nueve kilómetros bastante sencillo pero que suele estar embarrado. Un obelisco con forma de colmena señala que estamos a la latitud 71ª 11’08” N a nivel del mar. Imprescindible foto. Más al norte, imposible.
La ciudad más septentrional de Noruega (y quizá del mundo) es Hammerfest. Apenas hay nada que hacer por aquí, más allá de darnos un paseo, probar sus gambas frescas y comprar un recuerdo del Ártico. Su mayor atractivo es la Real y Antigua Sociedad del Oso Polar, que se dedica a la conservación de la cultura de Hammerfest y alberga exposiciones sobre la caza en el Ártico y la historia local.
12. En trineos y motos de nieve
LAPONIA (NORUEGA, FINLANDIA, SUECIA)
Deslizarse a través de Laponia tras un grupo de huskies bajo el pálido sol de invierno es algo difícil de superar. Las excursiones cortas son maravillosas, pero las de varios días permiten dar de comer a los perros y encariñarse con ellos, además de poder darse una sauna en mitad del puro frío y dormir en una cabaña. No es sencillo: para aprender a controlar la manada hay que tragar nieve. Dos alternativas a los perros son moverse en moto de nieve o en un trineo con renos. En Muonio, en la Laponia Finlandesa, podemos tener una buena experiencia de deportes y actividades de invierno. Está en la frontera entre Finlandia y Suecia y despliega un amplio programa de actividades, entre ellas, los trineos de nieve. Aquí está el Centro Ártico de Trineo con Perros, con más de 400 canes cada uno con su nombre, y ofrece un estupendo circuito guiado hasta dos veces al día.
Pero donde la experiencia de los trineos de perros se vuelve más auténtica es en Svalbarg (Noruega). El trineo de perros es la actividad por excelencia para hacer una visita guiada por este archipiélago ártico. Los ladridos de los huskies y el deslizamiento del trineo por el hielo es un acompañamiento mucho más agradable que el zumbido del motor de una moto de nieve, aunque aquí son el principal medio para moverse en invierno. Para alquilar uno de estos vehículos hay que mostrar el permiso de conducir del país de origen. En el municipio noruego de Karasjok podemos tener una experiencia similar. Por ejemplo, con Engholm’s Husky, un refugio que ofrece circuitos en trineo. A veces los guía el propio Sven Engholm, uno de los nombres más famosos en el mundo de los trineos de perros.
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