24 horas en Los Ángeles, la ciudad de los Oscar
El Observatorio Griffith, las estrellas de Hollywood Boulevard, Rodeo Drive y las playas de Santa Mónica y Venice. Un recorrido cargado de referencias cinematográficas
Entre el monte Lukens y el océano Pacífico, en la Costa Oeste de Estados Unidos, se extiende una de las áreas metropolitanas más grandes y pobladas del mundo, así que abarcarla en un día es misión imposible. Los Ángeles es la capital de la industria del cine, la ciudad de las estrellas, y también de los coches y del tráfico. Para entender y admirar su grandeza, lo mejor es, antes de nada, subir hasta el Observatorio Griffith (1), a 345 metros de altura. Ideado por el empresario Griffith J. Griffith a finales del siglo XIX y convertido en realidad en 1935, es hoy uno de los puntos más visitados de la ciudad.
10.00 Buenos días, James Dean
Una vuelta por el exterior del Observatorio Griffith ofrece una vista panorámica de Los Ángeles, desde los rascacielos del Downtown hasta el mar, y descubre un busto de James Dean. El rodaje aquí de dos de las principales escenas de Rebelde sin causa en la primavera de 1955 dio fama mundial al lugar, recuerda la placa. Hay que escurrirse entre escolares y turistas para aprender por qué Plutón ya no forma parte del sistema solar, conocer en qué planeta se pesa menos o, tras pagar siete dólares (unos seis euros), fascinarse con las estrellas en el Planetario Samuel Oschin. La película La La Land (2016) descubrió rincones de este universo de inventos y explicaciones sobre el espacio que resulta fascinante. Antes de irse de la zona, una foto con el cartel de Hollywood a la espalda, lo más cerca que estaremos de estas gigantescas e icónicas letras blancas que se levantaron en el monte Lee en 1923 como un anuncio inmobiliario.
12.30 La mesa de Charles Chaplin
Algo más de media hora de pronunciado descenso es lo que se tarda a pie en salir del parque Griffith, uno de los pulmones de la ciudad, y pisar la primera estrella de Hollywood Boulevard (2). A la del músico Benny Goodman le siguen más de 2.600 baldosas en homenaje a personas y personajes —Minnie Mouse consiguió la suya el pasado enero, 40 años después que Mickey—. A medio camino del llamado Paseo de la Fama, y si el hambre aprieta, una opción es The Musso & Frank Grill (3) (mussoandfrank.com), un restaurante familiar que se remonta a 1919 y del que Charles Chaplin era un cliente tan habitual que llegó a tener un espacio reservado. A unas estrellas de distancia, un sitio más económico para comer es el abarrotado italiano Stefano’s (4).
14.00 Huellas en el teatro Chino
Si no se ha dejado tentar por uno de los muchos tours que, a partir de unos 40 euros, muestran desde un microbús las casas de los famosos en Beverly Hills, la siguiente parada es el teatro Dolby (5). Cuesta imaginarse el glamour de los Oscar en este centro comercial. Las columnas del vestíbulo recuerdan los títulos de la mejor película de cada año (hay huecos en blanco reservados hasta 2071). La noche de la gala, las tiendas y cafeterías se ocultan tras unas telas para que el acceso al teatro parezca lo que no es. Así es Hollywood. A pocos pasos, en la entrada del teatro Chino TCL (6), los mitómanos pasan el rato comparando sus pies y manos con los de sus actores y actrices favoritos. Sorprenden las diminutas pisadas de Rita Hayworth.
Dejando atrás la zona más turística de Los Ángeles, en la avenida Melrose, vistosas tiendas de segunda mano se alternan con las de primeras firmas, un establecimiento para tomar café en compañía de gatos o un local de manicuras para hombres. Los tres gigantescos edificios —uno azul, otro verde y otro rojo— del Pacific Design Center (7) (8687, Melrose Avenue) marcan la entrada a West Hollywood. Y un poco más allá, Rodeo Drive (8), la calle comercial de lujo que se convirtió en el escenario de Pretty Woman (1990).
16.00 Un tranvía para 91 metros
El centro o Downtown es una buena alternativa a las compras. Allí se concentran el impresionante Walt Disney Concert Hall (9), proyectado por Frank Gehry con las ondas plateadas que comparte con el Museo Guggenheim de Bilbao; Union Station y el edificio Bradbury (10) (304, S Broadway), que harán las delicias de los amantes de la primera Blade Runner; el ecléctico Grand Central Market o el Angels Flight, un tranvía de 1901 de cortísimo recorrido (91 metros) reabierto en 2017 al beber del éxito de su aparición en La La Land. En la zona también están el Museo de Arte Contemporáneo (11) y el edificio Goodhue, donde uno se puede perder entre los pasillos y galerías de la biblioteca pública.
18.00 Final de la ruta 66
Toca cambiar de escenario, y la mejor opción es desplazarse en coche. Una señal al llegar al muelle de Santa Mónica (12) indica el punto final de la histórica Ruta 66 que cruza EE UU desde Chicago. Si es de los que meriendan, aquí no espere nada sano: puestos de helados, hot dogs y gofres tienen la misma cola que las atracciones del Pacific Park. El final del día es el momento ideal para caminar por el paseo que bordea el largo y ancho arenal por el que en la década de 1990 corrían los protagonistas de Los vigilantes de la playa. Hay una hora de camino hasta Venice, y los patinetes eléctricos —Bird es una app que permite alquilarlos por minutos—, las bicicletas y los bicitaxis pueden ser un buen aliado.
19.00 Muscle Beach
La playa de Venice (13) es mejor recorrerla a pie para no perderse un animado parque de skate y curiosear en las muchas tiendas de souvenirs o de venta de marihuana (legal en California desde el pasado enero). Destaca el gimnasio al aire libre en el que en los setenta trabajó sus músculos al sol californiano Arnold Schwarzenegger, antes de alcanzar su fama como actor y el despacho de gobernador del Estado. Máquinas de pesas, anillos de gimnasia, pistas de baloncesto y vóley que le han valido a este tramo el nombre de Muscle Beach (playa de los músculos). Hay que adentrarse por Venice para admirar los grafitis de Rip Cronk y Jonas Never, impresionantes por su tamaño y detalle. También para descubrir sus canales, construidos en 1905 por Abbot Kinney tras enamorarse de Venecia. Una calle con su nombre es de las más animadas de la zona, y en ella el vegetariano The Butcher’s Daughter (14) es buena opción para una cena temprana. Quien quiera alargar la noche puede acudir al bar The Venice Whaler (15) (10, Washington Boulevard), a orillas del Pacífico.
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