El Sacramento de ‘Lady Bird’
La película de Greta Gerwig es una carta de amor a la capital de California
Cuando una película empieza con una frase de Joan Didion, California va a ser un ingrediente importante en la historia. “Cualquiera que hable del hedonismo de California nunca ha pasado una Navidad en Sacramento”, es la cita de la escritora estadounidense con la que arranca Lady Bird, que ha tenido un enorme éxito de crítica en Estados Unidos y cuenta con cinco nominaciones a los premios Oscar de este domingo, entre ellas, la de mejor película. Eso sí, muestra la California que no sale, precisamente, en las películas.
Lo normal en una película es que el o la protagonista sueñe con ir a California, o ya viva en ella. No a la inversa. Ahora, a través de Lady Bird, millones de personas han conocido una California de la que la protagonista quiere escapar. Porque aunque Sacramento es una parada interesante fuera de la ruta habitual del Oeste americano, no es un destino fácil. Situada entre el parque nacional de Yosemite, San Francisco y el lago Tahoe, obliga a desviarse lo suficiente para que, si se viaja con prisa, no pueda encajar en el itinerario. Pero Sacramento está situada estratégicamente a hora y media de esos tres sitios.
California interior
Tómese Sacramento como lo que es, una ciudad administrativa. Una Estrasburgo californiana, con un aeropuerto donde aterrizan políticos de todo el Estado y poco más. “Odio California, quiero irme a la Costa Este”, dice el personaje protagonizado por Saoirse Ronan en la película. “Quiero ir donde está la cultura, como Nueva York, Connecticut o New Hampshire”. Su mundo desde la infancia es ese ritmo provinciano sin estrellas de Hollywood ni gurús tecnológicos, sin playas y sin bahía.
Los atractivos turísticos de la ciudad invitan, no obstante, a dar un paseo por la historia de la construcción de la California estadounidense sobre el legado español y mexicano. En pocas calles se pueden visitar el Capitolio estatal, que contiene un museo, y la mansión del gobernador Leland Stanford (sí, ese Stanford, el fundador de la prestigiosa universidad). Estas calles son el centro del poder político en un Estado del tamaño de España y con 39 millones de habitantes. Trajes, acreditaciones varias colgadas del cuello y almuerzos en el parque con papeles alrededor viene a ser el paisaje humano habitual de esta zona.
La parte más pintoresca de la capital californiana es un barrio cerca del río bautizado como Old Sacramento y convertido en el imán turístico. Son un conjunto de edificios que realmente logran trasladar al visitante al mundo del oeste americano de finales del XIX. El paseo aquí merece la pena. Es un ambiente que en todo el resto de California ha sido arrasado. Hay que meterse en un estudio de cine para hacer fotos parecidas. Old Sacramento es un parque temático (al aire libre) de los tiempos de la fiebre del oro, el verdadero origen de la ciudad y de la invasión de colonos del Este que acabó con la cultura de los californios.
Al lado está la foto más sacramento de Sacramento. La explosión de construcción art déco en California durante los años veinte y treinta del siglo pasado dejó el puente Golden Gate en San Francisco, los puentes sobre el río en Los Ángeles y, aquí, el llamado Tower Bridge. Es un puente levadizo vertical sobre el río Sacramento que proporciona una de las imágenes más reconocibles de la ciudad.
Capital de la fiebre del oro
Sacramento empezó a configurarse como ciudad cuando California logró la completa independencia de México, en 1848. Ese año se descubrió oro en las montañas de Sierra Nevada y la población del Estado se multiplicó a toda velocidad. Monterrey, la capital mexicana, perdió la capitalidad en favor de Sacramento en la década siguiente. Hoy, en las rutas alrededor de la ciudad, sigue siendo patente su situación estratégica. Como lo fue para los colonos, es para el turista la puerta hacia los condados de Placer, El Dorado, Amador y Calaveras. Merece la pena realizar una excursión a alguna de las ciudades mineras que se conservan a través de paisajes de montaña espectaculares. A una hora de Sacramento estás metido de lleno en los escenarios de El jinete pálido, de Clint Eastwood.
El pasado febrero, la web Thrillist hizo una divertida lista de las ciudades más infravaloradas de cada Estado. La de California fue, cómo no, Sacramento. Quizá hay que dar un paseo por la urbe más caminable del Estado para luego ir a Los Ángeles y echarla de menos. O hay que dormir en ella por un precio razonable para luego ir a San Francisco, pagar el triple, y echarla de menos. Algo así ocurre en Lady Bird, en la que la protagonista nos enseña que no hay nada como irse de un lugar para empezar a valorarlo.
“Claramente amas Sacramento”, le dice una monja a Christine en la película, tras leer un ensayo sobre su ciudad. “Solo lo estaba describiendo”, se defiende ella.
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