20 motivos para ponerse a correr en 2018
De la Gran Muralla china al ‘outback’ australiano, rutas y carreras para contemplar alguno de los paisajes más impresionantes del mundo
Cientos de miles de personas viajan cada año para correr, y de paso conocer, algunas de las ciudades más bonitas del planeta, o para perderse y admirar a un tiempo parques naturales, valles y montañas alucinantes en escenarios tan remotos como el outback australiano o Isla Reunión. El running, como el surf, el esquí o la vela, se ha convertido en un reclamo turístico y hay destinos a los que casi resulta obligado ir a correr al menos una vez en la vida. Te proponemos 20 de ellos para disfrutarlos al trote o caminando. El ritmo lo eliges tú.
1 Maratón de Nueva York
El primer maratón de Nueva York se corrió el 13 de septiembre de 1970, es decir, hace casi medio siglo. El primero que completó las cuatro vueltas a Central Park fue un bombero de Long Island, Gary Muhrcke, que logró adelantarse a los otros 126 participantes. De todos ellos solo 55 cruzaron la meta. Nadie podía prever que este maratón se convertiría en el más famoso del mundo. Seis años más tarde, ya en pleno auge del running en Estados Unidos, el recorrido se amplió a los cinco distritos de Nueva York, incluyendo algunos barrios problemáticos. Comenzaron a participar en la carrera grandes atletas y cuatro años más tarde la prueba se había convertido en un gran encuentro en el que casi dos millones de personas salen a las calles, entre ellas cada vez más participantes extranjeros, que actualmente conforman el 40% de los corredores. Con un escenario casi cinematográfico, todos buscan una experiencia única, aunque menos de 50.000 llegan a cruzar la meta. El recorrido, aunque lo parezca, no es fácil, debido al desnivel de los puentes, las interminables y desalentadoras rectas, los montículos del Central Park en los últimos 5 kilómetros y, a veces, el viento helado del norte soplando de cara. Los 100.000 dólares de premio para el ganador son un buen incentivo para intentarlo.
2 Medio maratón de las Rocosas
Colorado (Estados Unidos)
El parque nacional de las Montañas Rocosas tiene más de 550 kilómetros de pistas y senderos que recorren un parque lleno de grandes cimas, con alturas que oscilan entre los 2.300 y los 4.300 metros de altitud, nieves perpetuas (72 picos superan los 3.500 metros), alucinantes vistas panorámicas y lagos que se descubren tras seguir pistas estrechas por las que parece que no ha pasado nadie antes. La sensación que experimentan quienes corren por estos parajes es la de una absoluta libertad. No hay rutina ni aburrimiento en un recorrido en soledad por el parque, pero si se quiere hacer de forma más organizada, se puede participar en el medio maratón que lo recorre anualmente. Es relativamente suave (poco más de 250 metros de desnivel en sus 21,095 kilómetros de recorrido) y quizá la única dificultad sea la altitud, pero merece la pena participar aunque solo sea para descubrir los bellísimos paisajes de las Rocosas americanas.
3 Una carrera por el Big Sur
California (EE UU)
Cada mes de abril en Carmel (California) se corre la Big Sur Marathon. Es una carrera en la que se alternan el mar y la montaña como escenario, y que desde 1986 reúne a corredores (casi 5.000 actualmente) que se preparan con varios meses de antelación. Cada uno de ellos tiene un máximo de seis horas para completar el recorrido que discurre paralelo a la costa del Pacífico, entre acantilados, puentes y montañas, y que termina en una multitudinaria llegada en Carmel. Pero no se trata de una única carrera de 42 kilómetros, hay pruebas simultáneas de 33, 12, cinco e incluso tres kilómetros, para que los acompañantes de los corredores (sin tanta preparación) puedan participar también; incluso hay una variante del maratón en forma de relevos. Uno de los hitos (y fuente de motivación) durante la carrera es pasar ante pianista plantado frente al océano en mitad del recorrido, pero sobre todo disfrutar de esta franja de la costa del Pacífico, ubicada entre Los Ángeles y San Francisco. Los caminos acompañan y el paisaje es perfecto.
4 'Runners' entre géiseres en Yellowstone
Montana (EE UU)
El medio maratón de Yellowstone, que se disputa (desde 2014) cada mes de junio en West Montana puede ser todo un descubrimiento para quienes estén empezando a correr. El recorrido (circular) transita siempre por pistas y cómodos caminos forestales, comienza suave y plano (después alterna subidas y bajadas), y discurre por un paisaje bucólico de ambiente campestre. Son bastantes los corredores que llegan a meta y todos (incluso los que no lo logran) disfrutan de los extraordinarios escenarios del parque nacional más antiguo del mundo. El resto del año hay montones de senderos para recorrer al trote esta enorme reserva natural (casi 9.000 kilómetros cuadrados) que se extiende por los estados de Idaho, Montana y Wyoming. Para vivir una experiencia extraordinaria sin cansarse demasiado se puede probar con el Lone Star Trail, un sendero sencillo de 7,5 kilómetros que concluye junto a un géiser que arroja, cada tres horas, un potente chorro de agua y vapor de unos 15 metros de altura. Otro interesante recorrido es la ruta circular de Pelican Valley: 25 kilómetros rodeados por cumbres nevadas y, no muy lejos, osos grizzlies que podremos divisar si llevamos buenos prismáticos.
5 El Ultramaratón de los Tarahumaras
Barrancas del Cobre (México)
Si Central Park es un paraíso runner para urbanitas y el estadio olímpico de Atenas el gran templo para los maratonianos, las Barrancas del Cobre debería ser la meca para los aficionados al trail running, las carreras por montaña. Estas seis gargantas de la Sierra Madre Occidental, al suroeste del estado mexicano de Chihuahua, son territorio tarahumara, pueblo indígena que desde el siglo XVI ha recorrido (trotando descalzos) estos valles. Capaces de cubrir más de 60 kilómetros en carreras por equipos mucho antes de que se inventaran las pruebas de ultrafondo, la tradición runner de los tarahumaras llamó la atención del corredor Micah True, quien en los años 90 vivió en esta zona y entrenaba por estos cañones. En 2003 decidió organizar una prueba –Ultramaratón Caballo Blanco, de 80 kilómetros– en la que se enfrentan anualmente miembros de la comunidad tarahumara con los mejores ultramaratonianos del mundo.
6 Como mensajeros por el Camino Inca
Cuzco (Perú)
En tiempos de los incas, mensajeros muy bien entrenados y en plena forma (chaquis) corrían por relevos transportando mensajes encriptados (quipus) entre los distintos poblados del imperio. Con el maratón del Camino Inca el viajero puede recorrer una de sus rutas más famosas. La línea de meta es el mismísimo Machu Picchu. Con 3.000 metros de desnivel acumulado y una altitud máxima de 4.215 metros, es el desafío del siglo. Esta ruta de senderismo, sin duda la más famosa de América Latina, enlaza a lo largo de 43 kilómetros la ciudad de Cuzco y con el santuario de Machu Picchu, atravesando bosques de nubes, sierras escarpadas y valles andinos sembrados de yacimientos arqueológicos. Las vías trazadas por los incas, con espectaculares vistas de las montañas, permiten completar una ruta que es tan deportiva como emocional. Para correr por este legendario camino es necesario un permiso.
7 ‘Sciacchetrail’ de Cinque Terre
Italia
Sciacchetrail es un juego de palabras que combina el nombre de un vino local de la región italiana de Cinque Terre (el sciacchetrà) y la palabra trail, y da nombre una carrera de 47 kilómetros y 3.000 metros de desnivel en una ruta circular alrededor de Monterosso al Mare. La primera parte transcurre por el interior pero a partir del kilómetros 20 el camino se asoma al Mediterráneo con unas vistas panorámicas magníficas para quienes sean capaces de disfrutar de ellas mientras sube cuesta tras cuesta. Cinque Terre debe su nombre a cinco pueblos que se suceden en menos de 12 kilómetros a lo largo de uno de los litorales más bellos de Italia. Desde Riomaggiore hasta Monterosso al Mare, el camino trascurre entre bosques y viñedos, pequeños pueblos y paisajes idílicos como el de Vernazza, pocos kilómetros antes de la llegada: conocido como el pueblo de los mil colores, se eleva sobre un promontorio con unas vistas espléndidas de los paisajes de los alrededores, sobre todo la vista de la iglesia de Santa Margherita di Antiochia, un edificio del siglo XIV que parece flotar en el mar y que hace que todos los corredores desvíen la mirada o incluso paren el ritmo para contemplar la imagen.
8 Correr bajo las estrellas en Tromso
Noruega
Desde finales del siglo XIX la ciudad noruega de Tromso ha sido punto de partida para los exploradores polares que se adentraban en el Ártico, y ahora también para los cazadores de auroras boreales en los Alpes de Lyngen, a 60 kilómetrosal este. Aquí es posible sumergirnos en el mundo ártico siguiendo el recorrido del Midnight Sun Marathon, que se corre en junio bajo el sol de medianoche siguiendo la línea del puerto y pasando por la estatua de Amundsen (natural de esta zona), el acuario lúdico-científico Polaria y una zona casi salvaje de la isla. El trail hay que completarlo en cinco horas y media, desde las 20.30 que se da la salida en Tromso hasta las 2.00 de la madrugada, hora límite de llegada. Además, desde 2016 se incluyen cuatro pruebas en el programa de la Tromsø Skyraces, creada por el catalán Kilian Jornet, figura mundial del trailrunning, y Emelie Forsberg, doble campeona del mundo de skyrunning. A la Hamperokken (50 kilómetros, 4.400 metros de desnivel y dos cumbres) y la Tromsdalstind (25 kilómetros, 2.000 metros de desnivel) se añadieron la Blamann (carrera vertical de 2,7 kilómetros y 1.044 metros desnivel) y la Bøntuva Tour- Race (10 kilómetros, 770 metros de desnivel).
9 Maratón de Berlín, cita clásica
El 16 de septiembre de 2018 se celebra la 45 edición de Maratón de Berlín, una de las carreras más clásicas en Europa y en la que los corredores profesionales suelen buscar sus mejores marcas. Ayuda el perfil llano de la ciudad y un circuito muy bien diseñado que permite además disfrutar de los grandes iconos arquitectónicos y urbanísticos de la capital alemana. Junto con los maratones de Boston, Nueva York, Chicago, Tokio y Londres, la carrera berlinesa tiene la etiqueta Major, que reconoce a las pruebas más importantes del mundo de esta distancia. Aunque hay que inscribirse con tiempo, pasar por un sorteo y pagar más de 100 euros para participar, ya que cada año corren por Berlín más de 43.000 participantes. La carrera parte de la puerta de Brandemburgo y vuelve a ella tras un recorrido circular tras pasar por el barrio de Charlottenburg, el Tiergarten –pulmón verde de la ciudad–, el Reichstag, la arquitectura contemporánea de Potsdamer Platz y la magnífica Konzerthaus (auditorio).
10 Kleinwalsertal, correr hacia el paraíso
Austria
En el precioso valle austriaco de Kleinwalsertal, todo es encantador, excepto las cuestas: más vale ser escalador para aguantar las horas de travesía. Rodeados de cumbres, al valle solo se puede acceder desde Alemania; una vez allí, hay que correr con prudencia y olvidarnos del vértigo porque hay tramos con pasos estrechos y pedregosos. El mejor itinerario es el citado Widderstein Train, un tramo circular de unos 15 kilómetros y casi 1.000 metros de desnivel en torno al pueblo de Baad que rodea el Grosser Widderstein, un monte de 2.533 m. La altitud no parece excesiva pero hay tramos del ascenso que se hacen particularmente duros. La recompensa es un entorno de bosques impresionantes y paisajes de postal. Si no queremos (o no podemos) forzar tanto, hay alternativas: la zona cuenta con más de 200 itinerarios disponibles y señalizados que nos permitirán correr (o caminar), disfrutando a tope. Para hacerlo dentro de una carrera, el Walser Trail Challengue propone tres recorridos de 9, 29 y 65 kilómetros que recorren los mejores parajes del Kleinwalsertal, atravesando bosques, coronando cumbres y tramos de vértigo con pistas de montaña.
11 El maratón más turístico del mundo
Roma
Correr en un escenario con más de 3.000 años de historia resulta excepcional. En Roma, la popular Maratona sale y llega bajo el imponente perfil del Coliseo, pero eso es solo el principio, pues la carrera trascurre por los puntos más emblemáticos de la ciudad, como la Piazza del Popolo, la Piazza Navona con sus tres fuentes, la Piazza de España con sus escaleras y tonos cálidos, la Piazza Venezia o la Fontana de Trevi. Se puede hacer el recorrido largo pero si queremos disfrutar también del circuito monumental, podemos optar por la prueba de 10 kilómetros, desde Piazza Navona. La próxima Maratona se celebra el domingo 8 de abril de 2018.
12 Maratonianos en la selva negra
Alemania
Casi una década antes de que naciera el maratón de Berlín ya se corría esta distancia en la Selva Negra, al sur de Alemania. Esta región es un destino perfecto para los corredores que prefieren el contacto con la naturaleza, sobre todo en su vertiente norte, tapizada por enormes píceas. Multitud de senderos se abren camino entre los árboles y los excursionistas acuden para correr decenas de kilómetros sin tener que encontrarse con nadie; hay más de 20.000 kilómetros de caminos para elegir. Además, desde 1968, el maratón de la Selva Negra inicia sus 42 kilómetros en Bräunlingen, un pueblo de postal. Se corre el segundo domingo de octubre y el 80% del recorrido transita por sendas forestales. Y en la meta, los participantes celebran la llegada con una fiesta regada con cerveza como colofón.
13 Te Araroa Trail, el sendero más largo
Nueva Zelanda
En Nueva Zelanda todo está pensado para caminar o, si se acelera un poco el paso, correr por escenarios fabulosos. Por ejemplo, a través del sendero señalizado más largo del mundo, el Te Araroa Trail, inaugurado en diciembre de 2011 y todavía poco frecuentado. Conviene ir con precaución y llevar un navegador GPS (por si nos despistamos), pero la experiencia es magnífica. Arranca en el cabo Rienga, el punto donde se unen el océano Pacífico y el Mar de Tasmania, y donde dicen los maorís que las almas de los muertos se lanzan al océano. Desde la isla Norte (1.600 kilómetros) hasta la isla Sur (1.400 kilómetros), el recorrido permitirá contemplar la amplia diversidad del país, con playas interminables, cumbres volcánicas, géiseres, bosques húmedos e incluso alguna que otra llanura. La aventura puede durar entre cuatro y seis meses, o algo menos si escogemos un solo tramo. Hay más de 3.000 kilómetros para elegir en qué lugar nos ponemos a correr...
14 París, un museo al aire libre
El próximo 8 de abril de 2018 se celebrará una edición más del maratón de París, una de las pruebas más famosas del mundo, junto a Nueva York o Berlín. Todo comenzó en 1896, cuando casi 200 participantes decidieron rememorar la prueba clásica desde Porte Maillot. En los años 70 la competición comenzó a hacerse masiva y los aficionados comenzaron a participar junto a los grandes especialistas. Hoy es una de los maratones clásicos, y desde la Rue de Rivoli hasta el muelle del Sena pasa por los monumentos más representativos de la ciudad. En otros tiempos recorría todos los barrios de la capital francesa, pero hoy se desarrolla exclusivamente en la orilla derecha del Sena y su trazado es sencillo, de forma que más de 40.000 participantes terminan la carrera. Desde los Campos Elíseos y la Avenue Foch, pasan por la Bastilla, atraviesan el bosque de Vincennes, el Trocadero, las Tullerías y el bosque de Bolonia. Es como correr dentro de un museo al aire libre. En realidad, en París no hace falta esperar al Maratón para disfrutar corriendo. Casi todos sus barrios celebran pruebas monumentales, como la Diagonal de los Locos, en las famosas escaleras de Montmartre, o el ascenso a la Torre Eiffel. Además, los muelles del Sena, en especial la zona peatonal de su orilla izquierda, siempre están abiertos para correr. Lo mejor es olvidarnos de batir marcas y levantar la mirada para admirar y descubrir París entre zancada y zancada.
16 Monte Kenia, la montaña que brilla
El monte Kenia es la segunda cumbre más alta de África (5.199 metros) después del Kilimanjaro. Está a unos 175 kilómetros al norte de Nairobi, capital del país, y domina el valle del Rift, la cuna de la humanidad. Es también tierra de corredores superdotados, pues los atletas keniatas suelen dominar las grandes pruebas internacionales. Sin ánimo de lograr batir sus marcas, un grupo de corredores aficionados organiza cada año, entre finales de agosto y principios de septiembre, la Mont Kenya Run, dos pruebas de trail de 12 y 16 kilómetros que parten desde el Naro Moru Park Gate, a 3.000 metros de altitud, y tienen una meta común, a 3.500 metros de altura, dos kilómetros más allá de Met Station. A lo largo de todo el año hay muchos otros corredores que se ponen como meta llegar a la cumbre africana. Protegidas dentro de una reserva natural de 715 kilómetros cuadrados, las laderas del monte Kenia reciben cada año la visita de 15.000 senderistas que por ocho rutas diferentes –Chogoria, Naro Moru y Sirimon son las más frecuentadas– llegan al famoso y temible Peak Circuit Path, una cuerda de 10 kilómetros que rodea el monte Kenia pasando por los principales picos de la montaña que brilla.
17 Una leyenda del ‘trail’ medio del Índico
Isla Reunión
Si el maratón de Nueva York es la prueba fetiche para los corredores de asfalto, la Diagonal de los Locos de isla Reunión es su equivalente para los aficionados al trail, las carreras por montaña. Una prueba que recorre la isla (166 kilómetros y más de 9.900 metros de desnivel) por un trazado distinto cada año y que propone todo un desafío: hay que terminar en menos de 66 horas. Este Gran Raid de nació en 1989 y es la competición más veterana de las pruebas de ultrafondo, después del Maratón de las Arenas de Marruecos y la Western States 100 de California. En ella han participado las grandes estrellas del trail, como Kilian Jornet. Lo mejor, sin duda, es el escenario: una isla volcánica en medio del océano Índico con los circos naturales de Cilaos y Mafate, y el Pitón de la Fournaise. Los organizadores no dejan de advertir que es preciso tener cuidado en cada zancada, pues la Diagonal de los Locos se ha cobrado incluso alguna vida. El próximo desafío: del 18 al 21 de octubre de 2018.
17 5.164 escalones en la Gran Muralla
China
Una carrera impresionante que justifica el nombre de una de las mayores construcciones realizadas por el hombre: la Gran Muralla. La ruta que la recorre no es precisamente un paseo, pero a cambio regala panorámicas impresionantes de los montes y aldeas que la rodean, así como de la propia muralla, haciendo más llevadero el camino. En el caso de esta prueba, el Great Wall Marathon, a los 42,195 kilómetros se le añade un extra: más de 5.000 escalones de piedra, bastante irregulares, que hay que subir. Una oportunidad para participar en una de las pruebas más originales que existen, y de recorrer el famoso monumento, aunque no es necesario esperar al día de la carrera para ello: en el tramo de Badaling, el más popular, se puede trotar el año, sorteando, eso sí, a los habituales turistas que deambulan por la cresta y hacen imposible acelerar el ritmo. Para correr de verdad es mejor ir a Mutianyu, entre un bosque exuberante y muchos miradores.
18 El reto de la altitud
Ladakh (India)
Desde 2012 el primer o segundo sábado de septiembre se disputa el maratón más alto del mundo, el de Ladakh, que en poco tiempo se ha colocado entre las pruebas míticas del calendario running internacional por el desafío de la altitud: el recorrido transcurre entre los 3.000 y los 5.359 metros de altura. La carrera recorre una de las zonas más complejas del mundo, en la región de Ladakh, y más concretamente en el valle del Indo, en el estado de Jammu y Cachemira, al norte de la India. Si altitud ya es un hándicap, las condiciones topográficas y ambientales son igualmente difíciles; de hecho, los organizadores recomiendan a los participantes llegar con una semana de antelación para aclimatarse y evitar los desfallecimientos, que no son infrecuentes. Cada vez son más los que opinan que a pesar de las dificultades (o precisamente por ellas) merece la pena correr al menos una vez en la vida el maratón más alto del mundo.
19 Corriendo por el 'outback'
Australia
Todos pensamos en Australia como un paraíso de playas donde tomar el sol y practicar surf, pero lo auténticamente australiano es su corazón, lo que los aussies conocen como el Outback. En el Territorio del Norte, el outback es un espacio inmenso y vacío con unas condiciones climatológicas difíciles que no invita precisamente a ponerse a correr. Pese a todo, el Australian Outback Marathon reta cada año a recorrer esta región a la sombra del legendario monte Uluru, un monumental gigante de arenisca considerado mágico por los aborígenes y que domina el valle desde sus 348 metros de altura y 2,5 kilómetros de perímetro. La carrera es relativamente llana y sigue pistas de tierra roja –de acceso en caso de incendios– con alguna duna de arena que obliga a disminuir el ritmo, algo que también consiguen las vistas del Kata Tjuta y el Uluru. Un espectáculo formidable, con colores que cambian a lo largo del día en función de la posición del sol y que terminan con una explosión roja antes de anochecer. Los 42,195 km de recorrido casi no importan.
20 La carrera original: de Maratón a Atenas
Grecia
El origen de las carreras de fondo requiere un viaje en el tiempo. Concretamente hasta un día 13 de septiembre del año 490 antes de Cristo, según cuenta la leyenda narrada por Herodoto, cuando los atenienses luchaban contra los persas en la Primera Guerra Médica. Tras lograr rechazar un intento de invasión en la localidad Maratón, situada a 40 kilómetros al noreste de Atenas, el general ateniense, Milcíades, envió al soldado Filípides para comunicar la noticia. Tras cuatro horas de carrera, el mensajero alcanzó su objetivo pero murió de agotamiento en el ágora, al pie de la Acrópolis. Esta es la historia que inspiró a Pierre de Coubertin para inventar el maratón con ocasión de los primeros Juegos Olímpicos modernos, en 1896. Más de un siglo después, esta carrera se celebra cada año con el mismo recorrido que hizo Filípides, el mismo día que se celebra el maratón de Nueva York (el mes de noviembre). El de Atenas es un maratón duro, pero también un maravilloso viaje en el tiempo que culmina con la llegada al estadio Panathinaikós, casi idéntico al de la Antigüedad.
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