Paisaje para ‘skaters’ en Barcelona
Una ruta por las rampas, tiendas, bares y restaurantes en los que se refleja la atractiva cultura de las tablas con ruedas en la capital catalana
Un nórdico que llega aquí a descongelarse cae en la plaza del Macba y flipa. Se encuentra con que puede patinar las 24 horas, con que le vienen a vender cerveza, cada vez que levanta la vista ve 20 tíos o tías con los que se casaría y cada 20 minutos pasa algo alucinante”.
¿Con algo se refiere a un truco de patín?
“No, eso pasa cada tres minutos”.
A Javier Menéndez, editor de la revista Dogway, el principal medio especializado en skate en España, no le cuesta mucho explicarse por qué Barcelona sigue siendo una meca para los patinadores. Aunque la escena del patín quizá no vive la efervescencia que conoció a finales de los noventa y principios de los dos mil, sigue siendo un lugar obligatorio para los fanáticos de la escena llegados de todo el mundo. Muchos se instalan y se quedan a vivir —Menéndez destaca las tribus de patinadores brasileños, franceses y suecos—, y el resto intenta visitarla tan a menudo como puede. Junto a ellos conviven los muy numerosos patinadores locales, que ya solapan varias generaciones. “En los skate parks ves a gente de 50 al lado de chavales de 15 o 16. Cuando yo empezaba eso no pasaba, alguien 10 años mayor que tú te parecía un anciano”, cuenta Jon Amiano, patinador veterano, diseñador gráfico y autor de La Kantera, un libro dedicado a una rampa mítica de su ciudad, Bilbao, cuna del skate vasco. Él llegó a Barcelona en aquella época mágica en torno al cambio de milenio, cuando un conocido fotógrafo del mundillo, Alexis Zavialoff, empezó a retratar a los patinadores de la plaza dels Àngels —el verdadero nombre de la explanada que hay frente al museo de arte contemporáneo, el Macba, en el Raval— y vio cómo se producía ese efecto llamada. “Las marcas empezaron a hacer giras con sus equipos y a traer patinadores a Barcelona. A la gente le llamaba la atención el buen tiempo y el buen ambiente”. Eso y el urbanismo estrenado en torno a los Juegos Olímpicos, que parecía diseñado especialmente para desplazarse sobre tablas, con las famosas plazas duras que impulsaron Pasqual Maragall y su arquitecto en jefe, Oriol Bohigas. “Todo lo que estaba pensado para la movilidad reducida, las rampitas, los planos inclinados, es perfecto para patinar”, explica Amiano.
Patinar con cuidado
Otro factor fundamental: la permisividad del Ayuntamiento, que sabe que tiene en ellos un buen reclamo, y la guardia urbana. Excepto durante un intervalo en el que el exalcalde Jordi Hereu impuso una ordenanza cívica que también implicó un aumento de multas para los patinadores, por lo general hay barra libre siempre que no se dañe el mobiliario urbano.
Además de la plaza dels Àngels, cuyo paisaje skater ha aparecido en cientos de campañas publicitarias y es ahora el foco de una muy exitosa cuenta de Instagram llamada @macbalife, los patinadores se concentran en torno a la plaza que hay frente a la estación de Sants, meca original de los skaters locales; en la plaza de las Tres Chimeneas, en Poble Sec; la zona de la Mar Bella y varios puntos en Nou Barris, y el Spotter Skate Park de Badia del Vallès. El bar tradicional de reunión de los patinadores siempre ha sido el Manolo (Lancaster, 3), aunque también es fácil encontrarse con gente de la escena en el Betty Ford’s (Joaquín Costa, 56), el Stereo Bar (Nou de la Rambla, 119) y el Nevermind (Tallers, 68), que tiene hasta un pequeño bowl o rampa, programa sin parar vídeos de patín en sus televisores y está cubierto de pegatinas de marcas del mundillo.
Para los skaters, “su” tienda suele ser mucho más que el lugar donde compran el material y las zapatillas; también “dan apoyo y forman un colectivo a su alrededor”, como explica Menéndez. En torno al Macba han proliferado establecimientos como Rufus (Ferlandina, 31); Collective (Carrer de Valldonzella, 3); Amigos (Doctor Dou, 16), Hey Ho (Ferlandina, 22), que tiene un carácter más punk, y FTC (Notariat, 5), considerada una de las mejores y única sucursal europea de la tienda legendaria de San Francisco con el mismo nombre. Repartidas por otras zonas también están Tactic (Enric Granados, 11) y La General Surfera (Balmes, 313), abiertas al deporte hermano del surf, y Al Carrer (Tantarantana, 2). Muchas las han fundado algunos de esos migrantes del skate. A ellos, como a todos los patinadores, les persiguen una serie de estereotipos. ¿Cuáles son ciertos y cuáles hay que desterrar?, retamos al editor de Dogway. “Lo que no es verdad es que seamos unos descerebrados”, dice. “No te encuentras únicamente gente sin más aspiraciones que andar por la calle rompiendo bordillo. También nos achacan, y en eso hay algo de verdad, cierta inmadurez. De alguna manera patinar te mantiene ligado a la adolescencia. Lo más importante es juntarte con tus amigos en la calle”. Y si es en una plaza dura, mejor.
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