_
_
_
_

Trujillo, la ciudad de Pizarro

La plaza Mayor es el epicentro de una ruta por la localidad cacereña entre iglesias, palacios y casonas solariegas que finaliza en un bar alojado en un antiguo hospital de los agustinos

Vista desde el castillo de Trujillo (Cáceres).
Vista desde el castillo de Trujillo (Cáceres). C.Aranega (Getty)

Trujillo, catalogado como bien de interés cultural, pertenece a la red de Los Pueblos más Bonitos de España. Forma parte de la Ruta de los Conquistadores. Allí nacieron Pizarro y Orellana, y muy cerca, Ñuflo de Chaves, y sus éxitos americanos, la conquista de Perú, el descubrimiento del Amazonas, la exploración y conquista de Paraguay. Es lo que explica la proliferación de iglesias, palacios y casonas solariegas.

Todas las casas y palacios son bonitos, de piedra y tejas, y los altos muros ocultan jardines y patios

10.00 Escudo de armas

Desayuno en La Troya (1), típico mesón en la plaza Mayor. Esta, que acoge la Feria del Libro; la Feria Nacional del Queso, entre abril y mayo, y la popular fiesta del Chíviri, está cerrada por casas del XIX, la iglesia de San Martín y varios palacios renacentistas, de piedra y con escudos labrados. Me encanta el de los marqueses de Piedras Albas (2), por la elegante logia del piso alto. En el de la Conquista (3) resulta excesivo el escudo con las armas que Carlos V concedió a Francisco Pizarro. Todo lo mira el bronce ecuestre de Pizarro, preparado para la batalla, pintado de verde por el agua y el tiempo. En torres y tejados, las cigüeñas anidan por sus respetos.

11.00 Gótico elegante

javier belloso

En la oficina de turismo (4) me apunto a una visita guiada. Se recomienda calzado cómodo, pues las calles están empedradas. En la iglesia de San Martín (5) me atrae una talla románica policromada de una Virgen con el Niño. Jesús tiene un libro en la mano: ¿quién dice que no quedan lectores? En la Casa-Museo de Pizarro (6) (plaza de Santa María; abre de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 19.30), una recreación de una vivienda de la época, veo entre otros objetos una honda inca y una diadema con plumas de colores. En el alcázar (7) doy la vuelta completa a sus imponentes murallas, con vistas magníficas. Disfruto del gótico elegante de Santa María la Mayor (8), y en la iglesia de Santiago (9), de una impresionante talla de madera entelada y estucada de un Cristo muerto del siglo XIII.

14.00 Comida en la plaza Mayor

Almuerzo también en la plaza Mayor, pues no me canso de mirarla, ahora al otro lado, en la terraza del Hostal Nuria (10). El arrullo de las palomas y las campanas de una iglesia ponen la música. Pido un chuletón de 700 gramos. Lo miro sin saber por dónde empezar: algo así es Trujillo, de tanto que tiene.

La plaza Mayor de Trujillo.
La plaza Mayor de Trujillo.Ángel Manzano (alamy)

16.00 Los trajes de Lola Flores

Me animo a ver el Museo del Traje Enrique Elías (11) (calle Sola), en el refectorio del antiguo convento de San Francisco. Reúne creaciones del modisto trujillano para folclóricas como Lola Flores o Marifé de Triana, y trajes de damas de la alta sociedad de finales del XIX y principios del XX, casi todos negros, por lo que destaca uno rosa, de ama de cría. Muy curioso.

17.00 Enredaderas y chumberas

Para despejarme, paseo por la parte alta y más antigua de la ciudad. Salgo de la plaza Mayor por el Cañón de la Cárcel, pasadizo abovedado de aventurero nombre, y me topo con el palacio de Orellana Pizarro (12), hoy un colegio, y en el que se alojó Cervantes tras su presidio en Argel, camino de Guadalupe. Llamo al timbre, por si hay suerte y alguna monja me permite ver el patio renacentista. No hay suerte. Cerca, en la Ronda de las Almenas, me asomo a la muralla árabe (13), y veo Trujillo y el campo verde, ganado, encinas y rocas del granito con el que se ha construido la ciudad. Todas las casas y palacios son bonitos, de piedra y tejas, con puertas de madera, y libres de la lacra de las pintadas. Los altos muros ocultan jardines y patios. Abundan las glicinias, los cipreses, prunos, higueras, olivos y naranjos, las enredaderas y chumberas. En algún momento paso por la calle de los Naranjos, preciosa, y cuyo nombre sigue mereciendo. Al final está el cementerio, con tapia encalada y vigilantes cipreses. Busco algún sitio con patio o jardín para tomar un refrigerio. El Palacio Chaves, la posada Dos Orillas, el Mirador de las Monjas están cerrados salvo para los clientes: tampoco Trujillo es perfecto.

19.30 Torta del Casar

Relaxing cup de café con leche en la terraza de El Escudo (14), al lado de la puerta de Santiago, viendo la fachada de la iglesia consagrada al apóstol. La portada tiene una decoración de rombos tan sencilla como bella. Al volver, en La Despensa, en la Cuesta de la Sangre, compro productos típicos: jamón ibérico, perrunillas, torta del Casar.

Azulejos pintados en la plaza Mayor de Trujillo.
Azulejos pintados en la plaza Mayor de Trujillo.Ken Welsh (alamy)

21.00 La cadena de Felipe II

Ceno en La Cadena (15) (plaza Mayor, 5), hostal vecino a La Troya, antiguo palacio de los Chaves-Orellana. Felipe II pernoctó aquí, camino de Portugal. Agradecido, concedió el derecho de asilo, simbolizado por la cadena que hay sobre la puerta. Pido migas con chorizo y huevo frito, con un ribera del Guadiana. De noche, iluminada, la plaza es aún más espectacular si cabe.

23.00 Luna mora

El lugar clásico para tomar una copa es La Abadía (16) (calle de García de Paredes), antiguo hospital de los agustinos reconvertido en bar, con unos jardines desde los que se disfruta del alcázar. Tentadora oferta, pero prefiero callejear por la zona alta. Estar solo, imaginar que pertenezco a otra época. Me asomo a la muralla. Abajo, las luces dejan ver torres y tejados. Una luna mora destaca en el cielo oscuro. Tras un muro de mampostería, unas palmeras iluminadas, verdes sus hojas, naranjas los dátiles, ponen una nota de color. Decenas de pájaros insomnes pían. Oyendo su concierto, pienso que me disponía a conquistar Trujillo, pero Trujillo es una de esas ciudades que te conquistan a ti.

Martín Casariego es autor de la novela Como los pájaros aman el aire (Siruela).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_