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Frase mística en Japón

El barítono Carlos Marín lleva 13 años viajando al país asiático y no deja de emocionarse ante su carácter, su gastronomía y su espiritualidad

El cantante de ópera Carlos Marín.
El cantante de ópera Carlos Marín.

Se siente comodísimo en Japón. Ya sea con el cuarteto operístico Il Divo o por su cuenta, el barítono Carlos Marín lleva 13 años viajando a ese país y no deja de emocionarse ante el carácter japonés, su arte, espiritualidad y gastronomía.

¿Hay muchos Japones dentro de Japón?

Los hay: el tradicional como Kioto, donde las geishas todavía existen y las ves por la calle. Pero también tienes el Japón consumista, por ejemplo Tokio, que me encanta. Tienen de todo: aparatos minúsculos, juguetitos, ordenadores enanos. Es una ciudad con muchísima luz; en mi opinión, supera a Nueva York.

Qué contrastes tan fuertes…

Yo me muevo por ellos cómodamente. Por ejemplo, allí actúo con el grupo Il Divo, pero también voy a meditar a los templos donde practican el budismo nichiren, y en concreto el daimoku, un cántico que es a la vez un rezo. Escuchar y pronunciar la recitación repetida de “Nam myoho renge kyo” rodeado de gente es una experiencia mística y alucinante.

¿Ser místico requiere una alimentación frugal?

Si voy a los hoteles tradicionales japoneses, llamados ryokan, desayuno lo que sirven allí: sopa de miso, pescado, tofu y tortilla enrollada o tamagoyaki. Al principio es un shock. Piensas: “Que hago a las ocho de la mañana con una sopa de miso y tofu”. Son sabores peculiares a los que tienes que acostumbrarte.

Es una inmersión gastronómica completa.

Bueno, los jóvenes japoneses ya comen a veces a la occidental. Y a mí, cuando llevo un par de meses allí, también me apetece una hamburguesa. Pero de la cocina tradicional de Japón me encantan el sushi, el sashimi y las sopas.

Siguendo con las tradiciones: ¿ha visto ópera japonesa?

Sí, es el kabuki. Me fascina la técnica de danza y canto tan sofisticada que tienen. El aspecto que siempre destaco de los japoneses, aparte de su gusto por la belleza, es lo disciplinados que son. Para un trabajo que en Europa hace una sola persona, ellos emplean a cinco; por eso sale todo con tanta precisión.

Y como público de Il Divo, ¿qué tal se portan?

Ya llevamos 13 años yendo a cantar allí. Es difícil cautivar al público japonés: al principio no aplaudían mucho, pero después, cuando toman confianza, son los que más gritan.

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