Un pueblo troglodita en Gran Canaria
Acusa Seca está localizado en uno de los asentamientos más extensos y mejor conservados de la isla canaria
Las estrellas desbordan el cielo. Estamos en Acusa Seca Cave House, la cueva 34 del poblado troglodita de Acusa Seca, a 900 metros sobre el nivel del mar, en la vertiente noroeste de la Cuenca de Tejeda, dentro de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria. Justo delante, a unos cuatro kilómetros de distancia, se distingue el Roque Bentayga en la oscuridad. Es uno de los emblemas de la isla: unos 164 metros de altura (por su cara norte) a 1.400 metros sobre el nivel del mar. Tras él, las luces dispersas del pueblo de Tejeda parecen una base científica en la Luna. ¿De verdad estamos sobre la Tierra? En el poblado hay luz eléctrica, pero esta noche elegimos iluminarnos con velas.
Llegar hasta Acusa Seca, en el municipio de Artenara, requiere hora y media en coche desde Las Palmas, serpenteando por barrancos y atravesando las brumas del centro de la isla. Aquí el cielo se vuelve azul otra vez. Estamos en uno de los asentamientos en cuevas más extenso y mejor conservado de Gran Canaria. Cerca fueron descubiertas las siete momias prehispánicas que hoy se exponen como uno de los principales reclamos en el Museo Canario de Las Palmas. La vida troglodita siguió después de la Conquista de la isla en 1483. Hasta los años 50 del siglo XX en Acusa Seca cada cueva tenía un uso: colegio, iglesia, almacén, incluso una hacía las veces de cárcel. Hoy la mayoría son estancias de fin de semana.
Dormir en una cueva
De día el Bentayga parece el pie de un gigante. “O el pie de Dios", dice Manuel Cabezudo, arrendador de Acusa Seca Cave House. La alquila por 60 euros la noche. Su primer cliente fue un galerista de Nueva York, en marzo de 2015. Otros han venido desde San Francisco, Berlín, París, Londres, Roma, Sofía, Viena, Estocolmo, Lausana o Moscú. Aquí se han grabado reality shows chinos y finlandeses. La cueva puede alojar hasta seis personas, pero lo habitual son parejas. Es recomendable venir con mochilas.
Confortable y decorada con buen gusto, Acusa Seca Cave House tiene una estancia principal y dos aposentos más bajos al fondo, así como una cocina y un baño exteriores bien equipados. Para desayunar lo mejor es visitar una quesería cercana donde el cabrero sirve leche y queso semiduro de cabra, gofio, miel, requesón y yogur en la mesa de su cocina.
Mil metros de acantilado
Acusa Seca es perfecta para caminar. El sendero S-88 une el poblado con el casco de Artenara, a 3,5 kilómetros y una hora de trayecto. Una visita al pueblo será útil para ir al súper o almorzar. La Cilla, con sus imponentes vistas, y La Casa del Correo, especializado en potaje de berros y carne de cochino, son restaurantes recomendables. En el sentido opuesto, el S-88 sigue el Barranco Grande hasta Acusa Verde y regresa al poblado pasando por la Vega de Acusa. En el camino aparece El Álamo, un granero original del siglo XI que demuestra la importancia del lugar como enclave agrícola y ganadero para los canarios prehispánicos.
El tiempo pasa despacio entre tabaibas, cabras, aulagas, abejorros, cernícalos y tuneras. El palmeral que se divisa en lo hondo del barranco, explica Manuel, es uno de los más antiguos y puros de Canarias. Relajando la vista en el monumental paisaje se llega a comprender por qué el Roque Nublo, principal símbolo de identidad de la isla, recibió su nombre. Mantos de nubes lo han estado tapando y destapando durante todo el día en lo alto, mientras en el resto luce un sol inagotable.
Para la excursión que enamorará definitivamente al visitante se necesita un coche. A 15 minutos desde la salida a la carretera GC-216 en dirección a Tamadaba hay que aparcar en el kilómetro 8, comienzo inicio del camino que conduce al risco Faneque. Es el sendero S-91, dos kilómetros y treinta minutos de caminata cuesta abajo entre el pinar que conducen a uno de los acantilados costeros más altos del mundo: 1.027 metros sobre el nivel del mar. Las nubes se tiñen de naranja mientras la isla perfila sus crestas y el sol acaricia el Teide en la vecina Tenerife. El atardecer con el puerto de Las Nieves de Agaete a vista de pájaro desde Faneque es una pintura perfecta. Con las primeras estrellas brillando en el cielo es hora de regresar al refugio de la cueva.
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